Fernando Echevarría es un excelente actor, quien diga lo contrario es un necio, pero Fernando Echevarría, y resulta algo muy triste, porque la “genialidad” tiene que alcanzarle a los hombres para tener vergüenza, no es un ser cubano, es un miserable castrista.
Fernando Echevarría, después de hacer “catarsis proselitista” a favor del régimen castro-comunista, y de paso atacar, ofender a los Estados Unidos y a los seres cubanos del exilio, ahora mismo está, con su cara muy dura, de visita en Miami.
Dice mi amiga la cínica que ella cree que hablar mal de la “Yuma” desde Cuba, referirse peyorativamente a este histórico y glorioso exilio y hacer campañas mediáticas a favor de la revolución castrista es una papeleta para que le otorguen a “cualquiera” una visa de entrada al territorio norteamericano.
Pero, pensándolo bien, yo no quiero hablar de Fernando Echevarría, es un tipejo de actitud repugnante que no vale la pena, además hay cientos de compatriotas que se han expresado magistralmente, incluso mucho mejor de lo que yo puedo hacerlo, en relación al descaro de este triste sujeto y, a estas alturas, el muy infeliz debe estarse atragantando con toda la mierda que habló sobre el “café democrático” y el otro montón de porquerías loando a un régimen criminal que ni café, ni leche, ni pan, ni mantequilla ni vida para los cubanos.
Yo digo, y es lo que a mí realmente me interesa remarcar, que algo extraño, raro, inverosímil e increíble, está sucediendo con la visa de visita, con la residencia y hasta con otorgarle la ciudadanía estadounidense a ciertos cubanos que, abiertamente, son defensores de la dictadura castrista, adoradores públicos del diabólico fidel castro, amantes confesos del socialismo o son familiares directos de los principales responsables del dolor y el sufrimiento de todos, absolutamente de todos los seres cubanos.
También dice la cínica que ella piensa que a los funcionarios, a las Instituciones y a las políticas responsables de quién entra y “quién sale” de esta gran nación, se les va tanto la mano en el ejercicio de la democracia que terminan haciendo el papel de comemierdas porque, y está más que demostrado, con el cuento de “yo soy un opositor”, los comunistas les han cola’o, en estos últimos 60 años, la cacafuaca de esa revolución envuelta en celofán de “perseguidos políticos”, “reunificación familiar”, Ley de Ajuste Cubano y un enorme ejército de “maricones” estomacales.
En un excelente video-live en Facebook, el Señor Rosado Tuero, nos llama a reflexionar, a todos los seres cubanos, del peligro que está significando, para la democracia en los Estados Unidos, la infiltración, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, de un sinnúmero de agentes castro-comunistas con la única finalidad de desestabilizar el orden en la sociedad norteamericana y hacerse con el poder a través del Partido Demócrata que, ya hoy por hoy, está casi dominado y liderado por una izquierda radical que se dan vida de millonarios pero que quieren para el pueblo la angustia, las vicisitudes y los horrores de un malísimo, degradante y pordiosero sistema económico como el socialismo.
Al final yo no creo que el pueblo estadounidense sea tan tonto de caer en esa burda trampa como sí lo hicimos una vez nosotros los cubanos, pero, igual, tenemos que estar alertas y no desmayar ante el peligro que se cierne sobre la humanidad con el avance de esa dantesca ideología de “salud y educación gratis para todos”.
Y es que los comunistas son tipos muy taimados, de una inteligencia perversa y muy astutos a la hora de “conquistar” pueblos pues van reptando sus malévolas ideas entre los sectores más humildes de cualquier sociedad hasta crearles la falsa expectativa de que “el poder del pueblo, ese sí es poder…”.
Perdonen amigos queridos pero tengo que regresar al título de este comentario, no puedo quedarme con esa espinita “atravesada en la garganta”. Resulta que Fernando Echevarría es el clásico ejemplo de la triple moral castro-comunista, es decir, en Cuba pito, en la Yuma doble-pito y al regreso a Cuba como si nada, como si el tipo lo que hizo fue un “viajecito” corto a Camagüey y no al corazón del exilio anticastrista, a la casa de la “mafia anticubana”, a la “gusanera” recalcitrante “enemiga” del pueblo cubano o al “Fuerte Hialeah”, un bastión anticastrista, anticomunista y contrarrevolucionario.
No existe justificación alguna, ni siquiera la más dolorosa, para que un connotado defensor de la revolución castrista visite los Estados Unidos, recordemos que el mismísimo fidel castro le prohibió la entrada a Cuba a nuestra Celia Cruz cuando ella necesitó asistir al entierro de su madre.
Ricardo Santiago.