“No meternos en política” es parte de la indigencia física y moral que hoy vivimos muchos cubanos.



¿Y tú qué haces por la libertad de Cuba? ¿Denuncias las atrocidades que comete el régimen castro-comunista, los combates, los apoyas, los defiendes o eres de esos cubanos insulsos que, ante una realidad extremadamente cruel y asfixiante, como es la nuestra, optas por decir que “no te metes en política”?
Pero, bien, yo soy del criterio que por Cuba todos hacemos “algo”, absolutamente todos. Es la pura verdad. Hacen quienes defienden el castro-comunismo con sus mentiras maniqueas y sus “cinturones de castidad libertinos”, los que abogamos por una Cuba democrática, con plenos derechos para todos, con respeto a las libertades individuales y a un desarrollo económico progresivo y, también, “los que no se meten en política”, es decir, todos, cada uno de nosotros, desde la punta del “látigo hasta la empuñadura”, en dependencia de dónde nos encontremos, hacemos por esa Cuba hundida, mancillada y destrozada por la peor indigencia física y espiritual que ha padecido en toda su historia.
El problema está en quiénes le hacen bien y quiénes la destruyen, la maltratan y la hunden.
Defender el castrismo es defender más de sesenta años de improductividad, subdesarrollo, politiquería e infelicidad popular. Son muchas las pruebas, imágenes, testimonios, documentos, ciudades, pueblos, comunidades y seres cubanos que pueden demostrar los nefastos resultados de un sistema totalmente divorciado de la bonanza, del real desarrollo social y económico del país.
Apoyar las ideas de fidel castro es más que nada subvencionar una falsa ideología menesterosa, no otra cosa, porque tras ese siniestro personaje, tras sus aberrantes “discursos”, no existe un proyecto de desarrollo económico real ni un interés por la producción de “bienes y servicios” que los cubanos hayamos sentido en nuestros refrigeradores, en nuestros fogones o en nuestras barriguitas.
El castro-comunismo no puede alardear de haber convertido a Cuba en un “paraíso” de prosperidad y felicidad para los seres cubanos. No puede lucir progresos en la industria, la producción agrícola, la creación de valores y mucho menos en el respeto a las garantías ciudadanas para la vida y el ejercicio de la democracia.
La involución y la destrucción de la infraestructura nacional, una diáspora de más de tres millones de nosotros y la infelicidad de un altísimo por ciento de la población cubana, entre otras muchas, son la mejor prueba de mi aseveración.
Algunos defensores del socialismo castrista, con cierta “inteligencia”, reconocen la “catástrofe nacional”. Según ellos no son ciegos a lo que pasa en el país, apuntan a los errores cometidos en la implantación de políticas erradas y a prohibiciones innecesarias que dispararon el desencanto popular y la “improductividad de las masas”.
Los menos inteligentes, los no bendecidos con la capacidad de pensar y razonar, achacan la destrucción de Cuba al embargo norteamericano y a las “amenazas” del imperialismo, no les importa si son los campos inundados de marabú, el desinterés nacional, la apatía laboral generalizada por falta de estímulos materiales o la negación a que el cubano desarrolle la iniciativa privada con todas la de la ley, para ellos todo es consecuencia de “otros”, de los malos, del “bloqueo”, nunca del castro-comunismo.
fidel castro pudo ser el hombre más importante en la historia de Cuba, el libertador nacional y el héroe eterno de la Patria, tuvo la oportunidad, pero su egoísmo, narcisismo, ambición, terquedad e intolerancia lo convirtieron en el mayor verdugo que ha tenido Cuba y que hemos soportado los seres cubanos desde que somos “blancos, negros y estamos todos mezclados”.
Quienes no opinan, es decir, quienes no se meten en política, también, con su silencio, aunque no lo quieran, interactúan con la realidad cubana. Un cubano apolítico, nacido y criado bajo el sistema totalitario de los castro, es una malformación de esa porquería porque, como todos sabemos, en Cuba comunista, las abstenciones no existen, o se vota a favor del castrismo o se vota a favor del castrismo. En Cuba no existen las abstenciones ni los no estoy de acuerdo.
Los que abogamos por un país democrático, próspero y con respeto a la individualidad, quienes lo hacemos tanto dentro de Cuba como en el exilio, y que somos muchos, cada vez más, queremos, utopías a parte, que los castro renuncien y “suelten” el poder, restablecer la Constitución de 1940, escoger un gobierno elegido entre diferentes plataformas económicas, presupuestos políticos y, sobre todo, la reconstrucción nacional desde el rescate de nuestra espiritualidad hasta el desarrollo de una economía basada en las leyes del mercado.
Dice mi amiga la cínica que eso costará muchos años porque el daño causado por esos degenerados es devastador y perverso.
Aun así yo tengo fe, mucha fe…
Ricardo Santiago.



2 comentarios en «“No meternos en política” es parte de la indigencia física y moral que hoy vivimos muchos cubanos.»

  1. A as seguir luchando hasta con la palabra carteles y manifestaciones pacíficas hasta que el mundo nos escuches, ya muchos países están viviendo lo que no nos creían, Raúl tiene que volver a la lista del terrorismo que quito Obama y la OEA y La UNO tienen que hacer su paper no están ahí para vivir bien y llenarse las barrigas mientras Cuba pasa hambre por la mafia Castrista

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