La mayoría de los cubanos, nos guste o no, “tenemos” en el ADN lo peor del castro-comunismo…



Triste, doloroso, lastimoso y apingante pero cierto, muy cierto.
Desgraciadamente la “vida” se está encargando de demostrarlo pues nosotros, la mayoría de los cubanos, nos hemos empecinado en reafirmarlo, en apuntarlo y en amplificarlo con nuestros actos, con nuestras actitudes, con nuestra cobardía, con nuestra violencia “mariquita”, con nuestros mira pa’quí o mira pa’llá y con nuestros “atracones” de…
Y es que este es un tema muy delicado, de esos de los que nadie quiere hablar, tan siquiera meditar o mínimamente reconocer pues se ha convertido en el mal nuestro de cada día y muchos no queremos enfrentar o saltamos ofendidos, respondemos agresivamente o nos ponemos histéricos, hasta de jalones de pelos y todo, cuando alguien nos señala como “seropositivos” por ser portadores de tan horrendos males.
Porque, como dice el dicho, no hay peor ciego que…, pero, apunto yo, no hay peor infectado que quien se escuda tras su anti-castrismo, tras su anti-comunismo o tras una contrarrevolución “feroz” y se auto-proclama ajeno a todo “parentesco” con la fisonomía, la sicología, el carácter, la esencia y la mariconfianza de una maldita revolución que, nos guste o no, nos vio nacer, nos “formó” en cuerpo y espíritu, y nos convirtió en zombis maniseros errando como almas en pena, sin rumbo fijo, por Cuba o por el mundo entero.
Por suerte siempre existen excepciones, gracias a Dios, pero, a mi juicio, la generalidad de nuestra “raza”, es ser portadora irremediable, por soberbia o por placer, de los peores valores de un diabólico régimen que nos enlató el cerebro, los ojos de mirar, el “botoncito” de decir la verdad, la “venita” del amor sincero, del patriotismo primero, de la verdadera cubanía, de los deseos de ser libres y de las ganas de comernos unas buenas chicharritas, o unos exquisitos tostones, sin tener que escondernos o mirar asustados para todas partes.
Y es natural, las últimas “cinco” generaciones de cubanos, por desgracia, tenemos incorporado en el ADN las peores influencias, las más terribles anomalías y las más aberrantes anormalidades de un régimen que, de una y miles de formas, ha regido, condicionado, influenciado o moldeado nuestras vidas, nuestra razón y nuestra idiosincrasia, durante los últimos sesenta años de nuestra existencia como país, como nación y como pueblo.
Una inhumana realidad que va mucho más allá de la evocación desmedida y eterna por el arroz con frijoles o de la “extinción” del pan con guayaba y el quesito blanco como símbolos de las tradiciones ancestrales de una “cultura” antaño rica en sabores, en olores, en formas y hoy sumida en la pestilencia, en lo desabri’o y en la deformidad como exponentes “ilustres” de un país que vive, por elección y por imposición, bajo el yugo de un régimen socialista.
Cuando alguien nos señala debido a nuestra equivocada actitud, a nuestra errónea forma de pensar, de entender, de actuar o a la mala imagen que damos por algo que decimos o hacemos, o sea, nos acusan de no desprendernos de ese maldito castrista que, por todas las vías posibles, nos inyectó el régimen de fidel castro, muchos saltamos, como poseídos por el “demonio”, y actuamos absolutamente igual que un castro-comunista en su “sano juicio”, es decir, nos “tiramos en plancha” y le soltamos, a la mismísima madre de los tomates, todo nuestro “repertorio” aprendido, y aprehendido, desde que en la escuela la maestra nos dijo que dos más dos es cuatro, mi mamá me ama, mi mamá me mima y “yo soy fidel”.
La “sicología”, la mala educación formal, la “comunicación” y las relaciones interpersonales castristas son extremadamente ricas en exabruptos, chusmerías, agresiones, barrabasadas, incoherencias, pelitos en los huevos, vulgaridades, intolerancias, prepotencias e imposiciones.
Los seres cubanos, y me refiero a cualquiera que haya nacido, crecido o vivido un tiempo en ese destrozado país, saben que la constante en Cuba son la degradación y la depauperación de esa sociedad y de un pueblo que sucumbe a los peores “valores” de un régimen criminal que sobrepone la falta de respeto, la inmoralidad y las groserías a la decencia, a las buenas maneras y a la virtud.
Por eso estoy más que convencido que la libertad de Cuba es un “fenómeno” individual, es una cruenta batalla que los seres cubanos debemos librar desde nuestro interior, “limpiarnos” de toda esa mierda con la que nos infectó el castrismo e imitar a nuestros abuelitos y abuelitas que defendían el decoro, la buena educación y la honestidad, como los verdaderos valores de la vida.
Ricardo Santiago.



2 comentarios en «La mayoría de los cubanos, nos guste o no, “tenemos” en el ADN lo peor del castro-comunismo…»

  1. Un pequeño detalle: La «revolución del picadillo» no me vio nacer a mi. Soy nacido antes de ese miserable sistema comunista… Jejejeje…, pero tuve la desgracia de coger parte de «eso». ¿Ves? Creo que el ADN también me corre en mi cuerpo, aunque menos, mucho menos que otros, los que de verdad nacieron allí, en esa podrida sociedad del «hombre nuevo», y les enseñaron a gritar «Seremos Como El Ché» (¡ñooooo…!) Por suerte, yo no cogí esa etapa que empezó a proliferar a principios de los años 70 en las escuelas primarias de Cuba comunista. Déjame comentarte que me considero el «primer joven» contrarrevolucionario de antiguo municipio de Manzanillo en Oriente (y quizás de esa antigua provincia oriental.) Tenía 14 años y estando en 10º grado a principios principios de los 70, me botaron de la escuela y me acusaron de «usar frases despectivas contra el Ché», de «sabotear una asamblea» y de «contrarrevolucionario» por el hecho de que me opuse a que me reclutaran para ser maestro. Me pedían 20 años. Tengo que estar muy agradecido a mi padre (EPD) que metió denuncias a diestra y siniestra y pude salir ileso. El resultado fue que le dijeron que me metiera al famoso «destacamento pedagógico universitario» porque si continuaba con las denuncias iba a tener una «victoria pírrica». No tuve más remedio que aceptar, pero nunca me doblegaron. Nunca fui «ejemplar» aunque mis notas de estudiante eran excelentes y nunca pudieron que yo me hiciera «joven comunista» (UJC). Después de eso fue que conocí a mi esposa, seguí jugando pelota en las provinciales de 1ª categoría. Nunca quise hace ir a la Nacional pues como «buen cubano Anti-castrista y Anti-comunista» teníamos planeado la salida del país en cuento se nos diera una oportunidad. Bueno, ya sabes algo de mi «vida». Actualmente ya sé de dos «ex-comunistas» que fueron «compañeros» míos de estudio que ya salieron de Cuba. Uno está en Guayaquil, Ecuador, de nombre ELADIO OLIVEROS SAÚCO y la otra persona es VIDALINA ARREBOLA que fue Secretaria del PCC en el antiguo Instituto Superior Pedagógico Universitario en Manzanillo que era una filial de la Universidad de Oriente en aquellos tiempos. Saludos miles.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »