Esta vez me “caen encima” los estudiosos de la mente humana por atreverme a abordar un tema tan complejo, tan difícil y tan controversial como es la doble moral en Cuba, es decir, la hipocresía, la falsedad, la carita de yo no fui, la risita por delante y las muecas por detrás, el haz lo que yo digo y no lo que yo hago y la jeta de tabla, de concreto, la guataconería y el servilismo revolucionario como actitudes indispensables para alcanzar cualquier objetivo en un país donde impera una criminal dictadura.
Yo digo que en Cuba, por desgracia, por contagio provocado artificialmente, por anomalías transfundidas genéticamente o por descaritis aguda, vaya usted a saber, la mayoría de los cubanos padecemos una malévola enfermedad llamada bipolaridad político-ideológica.
Una vez más ofrezco disculpas, a la comunidad científica, por mi ligereza intelectual, por atreverme a proferir tan enormes disparates, pero pasa que para mí este es el mejor concepto para intentar entender porqué, la mayoría de nosotros, caemos en la despreciable actitud de decir que somos una cosa, que hacemos esto o aquello, que defendemos a tal o más cual, cuando en realidad somos de otra manera, hacemos todo lo contrario de lo que predicamos y, para más joder, nos hacemos los santicos cuando somos unos “demonios pecadores”.
Siempre he pensado que la doble moral es un virus de laboratorio, una penosa enfermedad psicosocial inventada para hacer parecer que la revolución del picadillo es buena, y los yanquis malos, en esta larguísima historia que tiene más de sesenta años. Un catarro multipropósito, trasmitido de cubano a cubano, para intentar demostrarle al mundo que amamos incondicionalmente a fidel y que la máxima de patria o muerte, venceremos, es la mejor publicidad, el mejor concepto, que define al aguerrido, valiente, sacrificado y estoico país que decidió un día, solito y sin que nadie se lo impusiera, abrazar las ideas del miserable socialismo.
Por eso digo que tal ponzoña ideológica, para que se hiciera efectiva, nos la fueron inoculado de a poquito, en pequeñas dosis bien estudiadas y calculadas, introducidas en nuestros cerebros y en nuestros corazones, inyectadas por los comisarios políticos del régimen desde la temprana década de los sesentas del siglo pasado, sin que muchos siquiera fuéramos conscientes de la tamaña mariconada que nos hacían hasta que nos quedamos lelos, estúpidos, comemierdas y repitiendo como papagayos fuera de revoluciones consignas, lemas y letreros que no tenían nada que ver, absolutamente nada que ver, con la realidad que estábamos viviendo.
Así las familias cubanas se descubrieron un buen día riéndose bajito, disimuladamente, del disparate de los diez millones de toneladas de azúcar “producidas” en una zafra, del plan cafetero y agropecuario “el cordón de La Habana” que, según el régimen dictatorial, desbordaría los mercados de alimentos y nos convertiría en la envidia de todos los países del primer mundo, principalmente de los Estados Unidos, del record mundial de una pobre vaca y la promesa de que cada cubano tendría su vasito de leche, del “cultivo” de peces que inundaría las pescaderías y hasta los charcos de las calles, las avenidas y los sótanos de los edificios, de viviendas para todos, cada uno con su propio “gao”, en fin, más risas bajitas, bajiticas, casi apagadas, y de la puerta hacia afuera gritando a voz en cuello, más alto que no se oye, compañeros…, viva fidel.
Al final la vida para el contagiado con este virus no es fácil, el tema es que esta enfermedad se sufre y se lleva pegada al cuerpo sin el más mínimo alivio, muchas veces es dolorosa, terriblemente dolorosa cuando nos sorprendemos en público arengando consignas que nos dan asco o cuando le decimos a nuestros hijos que en la escuela no, eso no se dice, caquita, papá está loco y no sabe lo que habla…
La bipolaridad política también se manifiesta en el exilio, muchos de nosotros optamos por aparentar indiferencia o disimular nuestras verdaderas intenciones porque a “papá estado”, si lo jodes mucho, no te da permiso para que lo visites y te reúnas con tu familia o te bañes en sus playitas tomándote sus cervecitas.
Cada persona es un mundo, cada ser humano es responsable de sus acciones, toda conducta, nos guste o no, es respetable y aun cuando sea diferente a la nuestra merece que la escuchemos y valoremos, no me cansaré de decirlo, como tampoco me cansaré de intentar lograr que todos luchemos por encontrar una cura contra tan terrible mal que nos ha destrozado la existencia como pueblo y como nación.
Ricardo Santiago.
Te diré como se ha creado la hipocresía y la doble moral en Cuba: Disparándole a la cabeza de turco. Es decir, que a quien se destaque, le rompen la cabeza. Protesta por algo en una reunión, critica algo, y te joden, así, nadie quiere mostrar el cuerpo. Ahí está el cuento del militante del partido que criticó a un Coronel por los «errores tácticos y estratégicos» cometidos en una maniobra (esto obligó al Coronel a reunir a todo el mundo y disculparse): Le metieron cuatro años en Angola, dos en Etiopía, y uno en Mozambique, porque «el compañero Juán demostró tener un talento innato para la estrategia y la táctica militar, y es la clase de hombre que puede llevarnos a la victoria». Cuando Juán regresó del último viaje al Africa, había perdido la palabra y las ganas de opinar sobre nada.
Gracias Sebastian.