La militancia comunista y el oportunismo en Cuba.

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¿Cuántos militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas y del Partido Comunista de Cuba están viviendo hoy día en el exilio? ¡Arriba, que levanten la mano!
Yo no conocí nunca a un militante comunista que me dijera que le habían regalado el carnet, todo lo contrario, siempre les oí decir que tuvieron que sudar, pugilatear y “traicionar” muy duro porque en Cuba todo el mundo sabe que pertenecer a una organización de esas no es nada fácil.
¡Que no me jodan y ahora se las den de puritanos! ¿A cuántas personas tuvieron que delatar? ¿Cuánto tejemaneje urdieron en contra de sus compañeros? ¿Cuántas veces a conciencia sabían que eran beneficiados por ser militantes? ¿Eran realmente comunistas?
Cuando yo era muchacho y estaba en la Secundaria, por allá por los 70s del siglo pasado, quería ser militante de la juventud comunista. No los voy a engañar, Lo reconozco. A cualquiera se le muere un tío.
En esa época la simple pertenencia a esa organización “selectiva de lo mejor de la juventud cubana” me deslumbraba y más cuando veía con el descaro y la facilidad con que eran beneficiados sus miembros en comparación con el resto del estudiantado.
-¿Eres militante? Entonces pasa primero…
Por una razón u otra nunca me propusieron mis compañeros, decían que yo era un buen muchacho pero que me faltaba “combatividad”, es decir, que no denunciaba a los alumnos que se escapaban de clases, cometían fraude u otras “fechorías” comunes en jóvenes de 13, 14 y 15 años.
En Cuba tener un carnet de militante es un aval para abrir puertas y cerrojos, sobre todo estos últimos, no es secreto que si dos personas optan por un mismo puesto de trabajo priorizan al militante aunque profesionalmente sea más incapaz o este menos preparado, no importa, lo que le interesa al gobierno es que grite bien alto “Viva Fidel” y ¡recojan albañiles que se acabó la mezcla!, “la capacidad intelectual o manual no importan si podemos contar contigo para los mítines de repudio y otras mierdas”.
En el Servicio Militar tampoco me propusieron porque un día se me ocurrió decir delante de un militante que yo pensaba que un revolucionario, porque se carteara con su familia del exilio, no tenía necesariamente que cambiar su postura política ni su ideología a favor del gobierno. Suficiente, me crucificaron y condenaron, el político de la Unidad Militar me hizo la vida imposible y mucho trabajo me costó beneficiarme con la Orden 20 e ir a estudiar a la Universidad. Les hablo de la década de los 80s.
La Universidad para qué contarles. “La Universidad para los revolucionarios”. Allí había que andar calladitos y bien bonitos porque por cualquier cosa te botaban. Recuerdo que en 4to año me querían “juzgar”, los de la FEU, porque no participaba en las actividades políticas y tenia bajos resultados académicos. ¡Si les contara! Pero aun así fue la mejor época de mi vida, con decirles que en ese tiempo fue donde conocí a mi esposa.
Después de graduado, y sin trabajo porque no encontraba nada afín con lo que había estudiado, era demasiado “viejo” para pertenecer a la Juventud Comunista y demasiado sinvergüenza para el Partido, así que de una forma u otra la vida me dejó con las ganas y hoy puedo alardear de mi virginidad partidista en un país donde hasta respirar es una orientación del partido y un tema político.
La militancia política en Cuba es una trampa a la doble moral y al oportunismo. Los más grandes delitos en Cuba han sido cometidos por militantes del Partido Comunista y altos funcionarios, los más sonados y de mayor desfalco al erario público quiero decir, porque los de abajo también lo hacen pero abarcan menos y sus robos son de menor cuantía, en fin, como dice mi amiga la cínica: “el Partido y sus militantes son Tía Tata cuenta cuentos…”




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