En Cuba desde el año 1959 hasta más o menos finales de los 80s cuando alguien decía: “Fulanito se fue pa’l Norte”, era como si sentenciaran su existencia pasada, presente y futura, le pusieran una cruz sobre su nombre o lo tacharan de los libros de la vida porque sencillamente esa persona había decidido, por la razón que fuera, irse a vivir a otro país, a cualquiera.
En mi época de niño esto era malo, muy malo, claro que en esos tiempos yo no entendía la dimensión real de este estigma y ni siquiera a qué distancia real estaba el “Norte” de nosotros, sólo que yo creía que era un lugar muy oscuro, húmedo y donde las personas se convertían en pulpos cabezones y con deseos de morder y chupetear a todo el mundo.
También me hicieron creer (los maestros en la escuela fundamentalmente) que las personas que se iban se transformaban en “nuestros acérrimos enemigos”, que debíamos despreciarlos y escupirlos por mal agradecidos y por rechazar las “bondades” que les ofrecían Fidel Castro y la Revolución. Así mismo, o con mayor fuerza, debíamos jurar que nunca más les hablaríamos, los mencionaríamos o recordaríamos (aunque fueran de nuestra propia sangre): “Y que te vaya bien hijoe’puta… para mi te moriste…”
La mayor parte de los cubanos que “huían” del comunismo cubano, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, fueron a parar a la ciudad de Miami en el sur del Estado de la Florida.
Yo me imagino que esta emigración inicial seleccionó a esta ciudad: uno por la cercanía con Cuba y dos porque pensaban que el gobierno castro-comunista duraría sólo algunas semanas o cuando más unos escasos meses, además de las bondades legales en concepto de inmigración que les ofrecía el Gobierno de los Estados Unidos.
Tres oleadas migratorias importantes: Camarioca 1965, Mariel 1980 y los sucesos ocurridos en el mes de Agosto de 1994, más la Operación Peter Pan que propició la llegada de alrededor de 14 000 niños a territorio norteamericano, el otorgamiento de 20 000 visas anuales y los miles de cubanos que llegan a los Estados Unidos por diferentes vías y se acogen a la Ley de Ajuste Cubano, ratifican que actualmente viven en el Estado de La Florida más de un millón y medio de cubanos y la ciudad de Miami, por derecho histórico, el corazón del exilio cubano.
En un post que publiqué en mi página de facebook Por Eso Me Fui De Cuba hice la siguiente pregunta: ¿COMO SE PUEDE VIVIR EN HIALEAH Y DEFENDER EL GOBIERNO DE LOS CASTROS?
No voy a hacer una apología del exilio pero si quiero referirme a algo que considero muy importante: El Estado de la Florida y la ciudad de Miami deben ser lugar sagrado para todos los exiliados cubanos con independencia del lugar o país donde nos radiquemos.
Digo esto porque, y es mi criterio, Miami ha devenido en el bastión histórico de la resistencia al castrismo, con políticas válidas o no, triunfos o derrotas aparte, es el lugar donde se ha gestado la mayor oposición en contra de Fidel Castro y sus milicianos: ¿alguien lo duda?
Pero lo más importante de todo es que Miami es el lugar que los cubanos ayudaron a construir y monumentalizar demostrando que se puede avanzar en un país donde las leyes funcionan y no los intereses de un clan familiar anclado en el poder controlándolo y prohibiéndolo todo.
Cuando Fidel Castro se refiere a nosotros nos acusa de pertenecer a la mafia de Miami, nunca dice la mafia de Madrid, o de Roma o de Toronto o de Nueva York, por eso hay que ser cuidadosos y proteger y cuidar a una ciudad que, de sólo nombrarla, hace temblar a estos hijos de puta.
¡A defender a los Castros a casa del c…!