Fidel Castro y su Revolución cuando van hacia adelante se estiran y cuando retroceden se enredan, igualito a las serpentinas de los carnavales. Ese es el legado que ha dejado este miserable personaje al pueblo de Cuba y la única absolución que va a obtener de la historia, vivir pa’ ver.
Por mucho que se trate de entender el “fenómeno” cubano las cuentas no dan, las computadoras se desordenan como atacadas por un virus burlón. No hay derecho ni revés. La lógica humana se disloca en un país donde la vida ha funcionado a golpes de arengas, leyes de conveniencia, totalitarismos y endiosamientos de líderes pacotilleros y de doble moral.
Para algunos trasnochados y con el pico de la botella aun metido en el c…, que son unos cuantos, la Revolución castro-comunista es todo un ejemplo de lo que quieren creer: dignidad, altruismo, valores y todos los epítetos que les puedan poner. Para los que nacimos y vivimos en Cuba, y sufrimos en carne propia la escasez, las penurias del sistema, los planes económicos disparatados del orate de Fidel Castro, la complicidad e inoperancia de sus ministros, la sed, el hambre y los deseos de tener cualquier cosa o de matar el más simple antojo, esa misma Revolución es una reverendísima mierda.
¿Quiénes tienen la razón?
La Revolución de Fidel Castro es una serpentina carnavalesca, un líquido astringente vendido a granel y envasado en pipas adulteradas por la necesidad y el hambre de muchas personas, por la costumbre de falsificar hasta el agua porque hay que sacarle dividendos a todo para lograr integrarse a la enorme cadena de: te robo-me robas, en que se ha convertido la nación cubana, deshonrosamente cierto.
Una vergüenza. Una verdadera lástima. Un gigantesco y apocalíptico desastre antropológico causado a una isla que pudo ser casi perfecta, que pudo ser la más hermosa de todas, paradisiaca, próspera y nuestra, de todos los cubanos, sin necesidad de habernos complicado con ideologías prestadas y de desastrosos funcionamientos probados en algunos países del mundo.
La guayabidad del socialismo cubano, es decir, la falsedad del discurso repetido y recontra repetido de una patria de todos y para todos, de la igualdad entre los hombres, el a cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo, la abundancia, la felicidad y los deseos de vivir en un país en el que habría de todo, todo, lo convirtieron en relleno de retrete o de toillet, para decirlo de forma más elegante.
El carnaval castrista arrolla todo cuanto encuentra a su paso, lo destruye, lo “conguea” sin bombos ni tambores pero al sonido chillón e insoportable de la trompeta china soplándote al oído, pegado a tu oreja como sanguijuela desafinada y ávida de inyectarte su ideología de sacrificio, más sacrificio, austeridad, más austeridad y silencio, mucho silencio: “calladitos se ven más bonitos y de uno en fondo y sin derecho a protestar…”.
Los cubanos ya no queremos esa “fiesta”, demasiado repetitiva, los bocaditos se echaron a perder de tanto adulterar la pasta para hacerla infinita y eterna. La ideología comunista hiede y es un fracaso, un rotundo descenso moral que beneficia a muy pocos y subyuga, maltrata, lacera, oprime y asesina a casi todo un pueblo.
La Revolución de Fidel Castro y toda su comitiva nunca fue la “fiesta” que queríamos ni que necesitamos los cubanos, mucho menos la serpentina.
Fidel, contra os desgraçados e estúpidos estaunidenses e sem o apoio do seu Povo, conseguiu fazer uma Revolução … manter o seu Povo como o mais avançado da América latina, mesmo com um criminoso BLOQUEIO .
Fidel e todos os milhões de cubanos e cidadãos do Mundo, que o apoiam, merecem ficar eternamente na História.
Viva o Povo Cubano !