Tanta represión y tanta muerte nos han marcado a los cubanos el cuerpo y el alma.



Hace unos días publiqué, en mi página de Facebook, uno de esos “versos cortos”, corticos, donde dije que no logro olvidar, y que se ha convertido en mi pesadilla recurrente, la represión que viví en Cuba, como cubano de infantería, pues ahora, desde mi exilio salvador, he logrado entender que los seres cubanos sufrimos un castigo sostenido, calculado, programado y articulado, desde por pensar “diferente” hasta por el aire que respiramos y que, al final, terminó por marcarnos el cuerpo y el alma, la penitencia, quiero decir, aunque también el “aire”…
La represión porque, bueno, es el pan nuestro de cada día o, mejor dicho, de cada día sin pan, pues no existe nada en nuestro país que no esté marcado por la ideología comunista y donde cada actividad de la vida cotidiana pasa por las “normativas” de una revolución desrevolucionada que tiene el control de lo que comemos, de lo que tomamos y de lo que “evacuamos”, sobre todo de esto último.
Dice mi amiga la cínica que las SS hitlerianas marcaron a los presos, en los campos de concentración, con un número en el antebrazo, pero que fidel castro, y su castrismo, fueron más siniestros, crueles y súper-fascistas, y lo hicieron en el espíritu de los cubanos pues sabían que ahí los “grilletes” son más restrictivos, auto-represores y “desconchinflantes”, que todas las cadenas del mundo apretando los brazos, las piernas o el cuerpo entero de un ser cubano.
Por eso siempre digo que el castrismo superó con creces al nazi-fascismo alemán y que solo nosotros, los que vivimos allí, o sufrimos y padecimos ese gigantesco campo de concentración “socialista”, somos capaces de entender qué representa vivir en un país donde todo, absolutamente todo lo que no signifique “comandante en jefe, ordene”, está condenado al castigo, a la flagelación, al escarnio, al desprecio, al juicio político, a las triquiñuelas del régimen, al vendaval sin rumbo, a las espinas de las “clarias” y a la pena de muerte.
Pero, bien, también digo que si los seres cubanos no fuéramos tan “impresionables” comprenderíamos, al chasquido de los dedos, que para el castrismo todo aquello que se desvíe un milímetro, del trillo trazado por ellos, es considerado, con total respaldo de su “justicia” revolucionaria, de sus “leyes” revolucionarias y de sus constituciones socialistas, una traición a esa patria que se inventaron y que para nada es nuestra, para nada es cubana y para nada es la que soñó José Martí.
¡Hasta cuando cubanos…!
Y digo la “patria castrista”, con minúsculas, porque desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, el anti-patriota número uno, el cambolo de Santa Ifigenia, inventó, apoyado por muchísimos de nosotros, un concepto de nación, un concepto de patria, totalmente alejado del precepto original de nuestros padres fundadores, de la Patria grande e inclusiva por la que tantos cubanos dieron la vida y de esa magistral definición de nuestro Apóstol cuando dijo, con total sencillez y hermosura, PATRIA ES HUMANIDAD.
Por eso todo lo que digan los castro y los castristas, referente a Cuba, es falso, es mentira, es pura manipulación, adulterio existencial, traición, sucia venganza y mierda, mucha mierda con la que han logrado empantanar una nación que hoy se debate entre el absurdo de sobrevivir, de subsistir, de no ahogarse con el disparatado precio de la vida, con las ridículas medidas de un ordenamiento muy desordenado y con la rabia de haber entregado tanto sacrificio, tanta sangre, tantos muertos, tanta vida y, total, para qué…
Por eso soy del criterio, como he planteado muchas veces, muchísimas, que con el castrismo no tenemos nada que discutir, dialogar, pactar, mejorar o flexibilizar, la única acción que hemos de aceptar, como condición innegociable, vertical y sin medias tintas, es la rendición total de esa dictadura, de todos sus ejecutures, la eliminación radical de las estructuras de poder, administrativas, políticas, religiosas, sociales, económicas y culturales que representen y sustenten a esa sádica tiranía, que todos los que hayan cometido cualquier injusticia, ilegalidad, abuso y crímenes sean juzgados y condenados por tribunales competentes, que desaparezcan de raíz y para siempre el partido comunista, sus fuerzas armadas y todos los apéndices de asesinar que aterrorizan y reprimen a los seres cubanos y que en un gran juicio público, con las garantías procesales reconocidas por las leyes internacionales, en la Plaza Cívica de La Habana, frente a todo el pueblo de Cuba, trasmitido por televisión para los que no alcancen “puestos”, ahorquen al “chino”, al títere, a la “calabacita” y a malanga con su puesto sin viandas…
Ricardo Santiago.



1 comentario en «Tanta represión y tanta muerte nos han marcado a los cubanos el cuerpo y el alma.»

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »