Recordando “pasajes” de mi infancia en Cuba, en ese tormento represivo que significó “existir”, o mejor dicho, sobrevivir en un país donde es obligatorio ser “revolucionario” si quieres ganarte, acceder o que te den permiso para comer el “arroz con frijoles” racionados que vende esa dictadura a sobreprecio, me viene a la memoria la primera vez que me “juzgaron” públicamente por mis “ideas políticas” y que, confieso sin ninguna vergüenza, me generó un trauma, un conflicto existencial muy serio, por el que tuve que recibir terapia familiar, a puertas y ventanas cerradas: “Pa’ que los vecinos no oigan lo que te estamos diciendo”.
El acto en cuestión sucedió estando yo en quinto grado, tenía unos diez u once años de edad, cuando en un recreo, una maestra, me escuchó proponerle a mis amiguitos jugar a los pistoleros, es decir, a los indios y a los cowboys.
Inmediatamente la susodicha “pedagoga”, una joven egresada del plan de formación de maestros Makarenko, me llevó para la dirección y mandó a buscar a mi mamá porque yo le estaba proponiendo a otros alumnos juegos “subversivos” del enemigo y “eso, en esta revolucionaria revolución, no lo podemos tolerar, compañera”.
No voy a hacer la historia muy larga, pero sí diré que la lección más importante que aprendí de mi “pifia ideológica”, de mi “inocentada” infantil, fue que en el país donde había nacido tenía que ser muy cuidadoso a la hora de expresarme porque, como dijeron en el matutino al día siguiente, cuando me pararon frente a todo el colectivo de pioneros, yo sudoroso, asustado y avergonzado: “la patria está formando al hombre nuevo a imagen y semejanza de fidel, de camilo y del che, y no vamos a permitir, ni tolerar, ningún tipo de coqueteo con el imperialismo yanqui pues sabemos que se empieza hoy por un tonto jueguito y terminamos mañana con que todo el mundo se quiere ir pa’l Norte”.
Yo siempre digo que el castrismo, sus comisarios, sus ideólogos y sus ejecutores de la doctrina que se inventaron para tupir la mente de los seres cubanos, atacaron con saña la inocencia de las generaciones que nacimos en esos primeros años de fatídica revolución.
Esos sujetos sabían que éramos los más vulnerables a ese experimento endemoniado y acompañaron la enseñanza, de las letras y los números, con un terror absoluto para que no cruzáramos, ni siquiera nos acercáramos, a nada que estuviera en contra o cuestionara la revolución del picadillo, ahora de los curieles, a fidel el carbón tizna’o o al socialismo de tempestades.
Recuerdo, y eso fue algo “importante” que me marcó en mi infancia y adolescencia, que de fidel castro, ni de ninguno de los principales “dirigentes” de esa dictadura, se podía hablar negativamente, hacer algún señalamiento crítico o, sencillamente, interesarse, por ejemplo, cuál era el salario de raúl castro o si el General era cherna como decían en la calle, sin ser sometidos al suplicio de los revolucionarios pues: “esas preguntas compañeros las hacen nuestros enemigos para dividirnos y fomentar la desconfianza hacia nuestros líderes y mártires”.
Terrible pero cierto, vivimos en un país donde hay que creer ciegamente en la “transparencia” de los jerarcas del régimen, en su decencia, en su amor y entrega al pueblo y en que son “dioses” que bajaron del Olimpo, perdón, de la Sierra Maestra, a quienes hay que justificarles sus “errores” pues, según nos decían, se sacrificaron para que hoy los niños cubanos tengamos lápices, libretas y este pupitre que, aunque tiene un tornillito medio afuera, y me rompe el pantalón del uniforme, es por culpa del “bloqueo” imperialista que no nos permite avanzar.
Los seres cubanos tenemos que reflexionar en que más allá del miedo, las coacciones, la represión, los castigos, las censuras, el terror y los chantajes a que fuimos sometidos para crear en nosotros una actitud obediente, sumisa y cómplice con esa dictadura, entregamos algo mucho más importante y fue nuestra dignidad como pueblo, y como nación, sin entender que así nos convertimos en el peor pueblo del mundo.
Aunque, me pregunto, qué pasaría si hoy un niñito cubano, un pionerito moncadista, le pregunta a su maestra emergente cuál es el salario de nuestro “presidente” díaz canel, si el compañero compra los mandados en la bodega del barrio, si hace las mismas colas que su mamá pa’ coger las papas o se desespera como su papá porque el dinero no le alcanza para comprarle una mochila, en fin, me pregunto, si a esa criaturita de Dios, a esa alma ingenua, lo pararán en el matutino frente a toda la escuela porque en el momento que estamos viviendo, compañeros, no podemos permitir que…
Ricardo Santiago.
Estimado Ricardo, siento que ya no puedo compartir tus escritos en la COMUNISTA red social de TWITTER. Los Admins the Twitter, incluyendo su dueño comunista, Jack Dorsey, me suspendieron las dos cuentas que tenía en twitter. Bueno, tú sabes cómo son los «comunistas» y «socialistas» en este siglo XXI. Al menos por el momento algunos de tus escritos todavía los puedo compartir en mi página del también comunistoide Facebook. Saludos miles.
Tony Planas
Gracias Tony, amigo querido, seguimos en la pelea contra la plaga…