Un amigo me escribe y me dice que es muy difícil publicar un artículo diario y que un día se me agotarán las ideas. En realidad es cierto, es muy complicado escribir cada día, sobre todo después de una larga faena en la construcción, pero en cuanto a las ideas discrepo de mi “camarada”, solo basta darse una vueltecita por las redes sociales, revisar las cosas que se publican y usted verá como le fluyen imágenes a montones y hasta le dan ganas de no parar de chapurrear el teclado.
Pues bien, es muy común que algunas personas, principalmente nosotros los cubanos, cuando nos referimos a “los del patio”, lo hagamos por cubanos de Miami o cubanos de Cuba. Es como una nueva división político-administrativa y una sentencia, utilizada por Fidel Castro y sus come-moringas, para diferenciar a los “revolucionarios” de los “apátridas”: Cubanos de aquí o de allá.
A mi particularmente estas definiciones cubano-geográficas no me gustan. Una de las armas fundamentales del castro-comunismo, en su intento por apagar la democracia en Cuba, ha sido la división, la separación y sembrar la enemistad entre nosotros. Se especializaron en diferenciarnos por bandos y: ¡pobre de quien no cayera en el de ellos!
Nos obligaron a odiar a muerte a nuestros “contrarios” y nos embaucaron con el cuento de que era para diferenciar a los “buenos de los malos” y, al final, de tanto repetir la misma cantaleta, muchos terminamos creyendo que la vida era como una película de pistoleros: “pum, pum, te maté…”.
El cubano emigra hacia donde puede, para donde el viento lo lleve porque sabe que donde quiera que llegue va a encontrar más oportunidades para construir una vida que en su propia tierra. Desgraciada y tristemente es así.
Se de cubanos que viven en lugares del mundo que a cualquier mortal le costaría mucho trabajo señalar en un mapa o pronunciar el nombre.
Los cubanos hemos encontrado en el exilio, en el desplazamiento geográfico la única forma de salir de tan terrible opresión, atropellos, abusos, prohibiciones y muerte a que hemos sido sometidos, por casi 60 años, por un mismo gobierno dictatorial, ilegal, corrupto y embaucador.
Dentro de Cuba es diferente, en Cuba, como se sabe, están prohibidos los desplazamientos interprovinciales por decreto gubernamental. El gobierno castrista ha convertido el más natural de los fenómenos migratorios internos en un delito, en hechos sancionables y de segregación geográfica. Deportación interna, calabaza, calabaza cada uno pa’ su casa, único país en el mundo donde este fenómeno es ilegal.
La improductividad y el subdesarrollo nacionales como consecuencia de las malas políticas de este gobierno, mucho más visibles y palpables en las provincias, obliga a muchos coterráneos a querer probar fortuna en la capital. Quien conozca de la realidad de los pueblos del “interior” entenderá de qué estoy hablando. Es la miseria y la destrucción multiplicada, el abandono y la degeneración en poblaciones y ciudades que una vez, antes de 1959, fueron muy prósperos, pero que el daño causado es hoy irreversible y las personas tienen que “huir” para salvarse y no morir de inanición como un lento castigo por permitir tamaña monstruosidad de gobierno.
Me niego a definirnos por el lugar donde vivimos, cubanos es una palabra que se escribe con mayúsculas y no tiene adjetivos ni puntos de referencias, sólo si estamos unidos acabaremos con la bestia, la derrocaremos, la aplastaremos y entonces podremos decir, tranquilamente, CUBA, como una vez fue y debió ser siempre…
Jejejeje tá bueno jejejeje