Sí, es cierto, en Cuba el régimen castro-comunista tortura a los seres cubanos y mucho, muchísimo, más de lo que puede soportar cualquier ser humano.
Y lo peor es que existen todos los tipos y formas de torturas, desde las más crueles e inhumanas hasta las más sublimes y sofisticadas.
Pero, lo más terrible de este tema, es que los cubanos somos torturados diariamente, constantemente, pérfidamente y brutalmente, por esa infernal dictadura, frente al mundo “democrático”, a las Instituciones que defienden los “derechos humanos”, con la complicidad de quienes dicen ser “personas de bien” y nadie, absolutamente nadie, mueve ni un solo dedo para, siquiera, señalarlo.
La realidad es que la mayoría del pueblo cubano, del pueblo humilde de Cuba, no lo sabe, y no lo entiende, porque desde que “abrimos los ojos” a la revolución de los apagones somos víctimas de la prepotencia, de la incapacidad, del despotismo y del genocidio de la peor dictadura que ha azotado a un país en toda la historia de la humanidad.
Los seres cubanos somos torturados en Cuba desde que nacemos y ya es algo tan normal en nuestras vidas que, incluso, nos vamos al “exilio” y nos llevamos, también, nuestras mazmorras, cargamos con los palos, con los latigazos, con los no se puede y con la “gotica de agua china” golpeándonos constantemente en la frente como una extensión de nuestra nostalgia por la “Patria”. Terrible pero cierto.
Para empezar la más grande, más descarada, fascista, sangrienta y brutal tortura, que sufrimos los seres cubanos, es la injustificada, ilegal, arbitraria y desagradable permanencia, por más de sesenta y tres larguísimos años, de esa mal llamada revolución, de esa mierda de socialismo y de esa cruel dinastía de criminales, reprimiendo nuestras vidas y exprimiendo un país al que tienen raquítico y miserable.
Cuando oímos la palabra tortura enseguida imaginamos un calabozo, una celda, una oficina en “Villa Marista” o, sencillamente, un espacio repleto de esbirros castristas golpeando, gritando, amenazando, chantajeando y acusando a todo aquel que ellos consideran enemigo de esa porquería de revolución. Pero, yo digo, que las torturas de la “revolución”, son mucho más que eso.
Pues bien, posterior al 1 de Enero de 1959, e incluso desde mucho antes también, la élite del castrismo se especializó en torturar físicamente y moralmente a cientos de miles de cubanos por los más diversos motivos. Torturas horribles infligidas contra seres humanos de las que hay constancia escrita, gráfica y que están en la memoria de muchos hombres, mujeres y de familias enteras de cubanos.
Los fusilamientos masivos en La Cabaña, los juicios sumarios sin ton ni son, los mítines de repudio, las hordas revolucionarias armadas de violencia para matar, los castigos físicos a opositores, la impunidad del régimen, las prisiones injustas, los asesinatos extrajudiciales, los electroshocks indiscriminados, las vejaciones, el escarnio público, la agresión verbal, las acusaciones anónimas, las detenciones violentas y la foto del asesino che guevara presidiendo los interrogatorios, entre muchísimas más, son ejemplos, más que suficientes, para sentar a esos delincuentes en un tribunal de justicia por torturas y crímenes de lesa humanidad.
Pero, también, otra definición de TORTURA es: “Pena o sufrimiento, moral o físico, muy intenso y continuado, que siente una persona…”
Y es este, a mi juicio, definitivamente, el mejor concepto para entender que los seres cubanos somos víctimas de una tortura sistematizada, como política de Estado, por parte de esa cruel, represiva y genocida dictadura, implantada en nuestro país en 1959.
Bueno, para continuar, y lo digo por mi propia experiencia, vivir en Cuba, con libreta de racionamiento, en condiciones de hacinamiento urbano, haciendo colas para adquirir cualquier cosa, trasladarse de un lugar a otro en el “transporte público”, tener que participar en las actividades de “con la revolución todo contra la revolución nada”, aparentar ser un ciudadano políticamente correcto, sufrir los cortes de electricidad, cargar agua con cubos y “resistir” todas las penurias del socialismo es, amigos míos, una verdadera tortura.
Las torturas que tenemos que soportar en Cuba son muchas, la lista es interminable, dolorosa e insufriblemente larga. Los cubanos, los millones de cubanos nacidos y “vividos” allí saben de qué estoy hablando. La dictadura convirtió, a fuerza de torturar moralmente al pueblo, la miseria en un pasatiempo revolucionario al que los cubanos, inexplicablemente, nos adaptamos sin chistar y asumimos esa doctrina miserable, como lo es el socialismo, para, y esto es lo más doloroso de esta historia, marchar hacia un ideal cuando la única verdad es que, con nuestra inercia ciudadana y con nuestra “cobardía política”, hemos permitido que nos pudran la Patria.
¡Triste carajo!
Ricardo Santiago.