El peor sueño del mundo: El “sueño” cubano…

Triste, pero es una realidad y, peor aun, una verdad del tamaño de un monumento de esos que se le hacen al día de la independencia de los países decentes.

Yo siempre digo que nosotros los cubanos, nosotros los seres cubanos, de tantas pesadillas sufridas y padecidas a la orilla de la “cama”, día tras día y noche tras noche de nuestra larguísima, combativa y revolucionaria existencia, anhelamos vivir un sueño ajeno, el de otros, el de cualquier parte del mundo, por eso emigramos hacia donde el viento mejor nos lleve y dejamos atrás, casi sin «remordimientos», a los amores más grandes que una vez tuve.

Y pensar que antes de 1959 nosotros éramos el espejismo de mucha, de muchísimas personas alrededor de este planeta azul, éramos un país que le hacía la boquita agua tanto a americanos, como a europeos o a asiáticos. Fuimos una isla magnífica repleta de luz y sabores, que radiaba e iluminaba a muchos rincones de la tierra por nuestro desarrollo económico, por nuestras facilidades migratorias y por nuestras bellezas naturales, un clima envidiable y una posición geográfica suprema pues vengo de todas partes y hacia todas partes voy…

En Cuba pre-castrista muchos encontraron refugio, otros el amor y los inteligentes o eficientes prosperaron y crecieron acumulando, con su esfuerzo y sacrificio, monumentales fortunas. Fuimos, por así decirlo, el país de las oportunidades y el paraíso soñado donde todos querían estar y de donde nadie quería salir, es decir, que ser cubano era una bendición y tamaña ciudadanía se llevaba con orgullo, con respeto, con gallardía y con amor, con mucho amor.

Pudiéramos estar años nombrando nuestros logros, pudiéramos escribir volúmenes y volúmenes de las cosas que logramos como República, no sin una que otra manchita pues perfectos no éramos, la perfección no existe, pero sí nos construimos como una nación orgullosa de su magnificencia, de ser un país de abundancia y una tierra de grandes oportunidades, igualitico a lo que hoy representan los Estados Unidos para muchos inmigrantes de este planeta que, por momentos, toma tonalidades grises.

Pero algo, o mucho, en ese camino repleto de bondades, hicimos mal, algún mal paso o un tremendo traspiés dimos al punto que, el 1 de Enero de 1959, torcimos el rumbo, cambiamos nuestro destino, nos auto-dirigimos al mismísimo infierno y, gritando obscenidades, cantando la Internacional totalmente desafinados porque no era lo nuestro, criminalizando la diversidad de criterios y apoyando lo más retrógrado del pensamiento y lo más diabólico de las actitudes infrahumanas, nos fuimos directico al abismo, nos descoj… de uno en fondo en el precipicio y, sudorosos, uniformados, eufóricos y fuera de quicio, nos metimos de cabeza en el peor atolladero, en la más asquerosa letrina, de la destrucción cubana y, para mayor desgracia nuestra, nos hemos quedado ahí, atragantándonos como parias y como zombis, con nuestra propia mierda, por más de sesenta y cinco larguísimos años.

Después de más de seis oscuras décadas intentando construir la supuesta sociedad más pura y al hombre perfecto, ese que se entrega con devoción a la revolución de los apagones, que sangra por la herida del proletariado y que ama a fidel castro hasta el paroxismo y la estupidez, siguiendo paso a paso los manuales de una ideológica de alcantarillas, ideales de fosas sépticas reventadas, el socialismo, adorando a caudillos barriobajeros y a tiranos prepotentes, Cuba y los cubanos, los seres cubanos que quedamos, estamos en el peor momento de toda nuestra historia y cuando digo toda nuestra historia también incluyo a nuestros primeros habitantes, las comunidades taínas y aruacas.

Hoy Cuba, sin lugar a dudas, es el país más miserable del mundo, una nefasta categoría ganada a golpes de atropellos, a base de una brutal represión a las libertades elementales, a la proliferación desatada de la ineficacia, a propiciar la corrupción por encima de la creación, a la pérdida total de los valores espirituales, al rechazo a Dios como el ángel de la guarda de la humanidad y a nuestra tendencia a descontrolarnos ante las mentiras físicas, ante las estafas morales y ante lo que queremos oír antes que a lo que nuestros ojos ven porque la verdad es muy evidente y no te dejes engañar.

La desgracia de vivir en Cuba en este 2024 es asfixiante, raya en el absurdo, un mal que ningún ser humano o cubano merece y más cuando se ha trabajado toda la vida para tener un “futuro mejor”, qué digo un futuro mejor, un rincón cubano decente donde caernos muertos al final de la vida, así de triste…

Ricardo Santiago.

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