Yo no estoy contra los Grants, “ellos” están contra nosotros.

Se ha generado una nueva polémica, otra, una más, otra vez, again, sobre el uso o los malos usos, supuestos malos usos porque no han metido a nadie preso por ladrón ni por descara’o, aunque soy del criterio que las pruebas mostradas, más la realidad que nos rodea son demasiado evidente a las miradas suspicaces, ponen sobre la mesa el debate, una seria discusión, sobre el impacto real que provocan estos enormes recursos económicos, contados en millones y millones de dólares, sudados por los contribuyentes norteamericanos, en la libertad de Cuba, en la democracia en Cuba y en los derechos humanos en Cuba.

No me voy a poner técnico y mencionar cifras, años de concesiones ni destinatarios, es decir, no voy a nombrar ni a organizaciones, ni a instituciones, ni a fundaciones ni a personas naturales que reciben o recibieron estos dineros para que fueran invertidos en una supuesta eliminación de la malignidad castrista del territorio nacional cubano y la vuelta a una República organizada, como Dios manda, con todas las de la ley.

Pienso que, para empezar, los primeros alarmados, asustados y preocupados, con estos escándalos que se van haciendo habituales en el panorama mercantil, digo, perdón, en el espectro por la “lucha” contra el comunismo castrista, tienen que ser los ciudadanos estadounidenses que, con parte del dinero que ellos aportan al fondo federal de los Estados Unidos, se está queriendo, desde hace más de sesenta y seis larguísimos años, derrocar a un régimen que existe más allá de sus fronteras y que nunca se ha conseguido ni por las buenas ni por las malas.

Porque, amigos míos, cubanos que me leen, la única verdad, la verdadera realidad palpable y sonante en toda esta truculenta historia de “inteligentes” viviendo de “bobos”, de dineros desviados para bien y para mal y de gaticas de María Ramos que rompieron la farola del parque, es que en Cuba cada año que pasa hay menos libertades, los seres cubanos son cada vez más reprimidos, son más perseguidos, son más encarcelados y son más asesinados, la democracia es cada vez más roja comunista y ni los chivos se la pueden comer y los derechos humanos, bueno, abajo los derechos humanos, se han convertido en la mayor burla y la más grande grosería, contra la existencia misma del hombre, de las mujeres, de los ancianos y de los niños.

Como siempre pasa ahí salen los acusados de meter las manos y los pies a justificarse conque yo hice esto, yo hice lo otro, a mi me pidieron prestado, la vida está muy dura, todo está muy caro, en fin, intentan disimular la falta, la ausencia de resultados objetivos, en la inversión efectiva de estos millones de “fulas”, con gastos absurdos o irreales que no convencen a nadie y que ponen a prueba, es más, tiran por el suelo, su reputación como luchadores por la libertad de Cuba, como combatientes por la democracia en Cuba y como guerreros por los derechos humanos en Cuba.

Porque, para mi, lo que yo realmente creo, es que con mucho menos, con muchísimo menos de lo entregado por las instituciones de los Estados Unidos en calidad de fondos federales, más las contribuciones de entidades privadas, léase organismos o individuos, se podía, en estas más de seis décadas de “lucha opositora”, financiar y armar la contrarrevolución más grande de la historia contemporánea que, con acciones efectivas, concretas y reales dentro de Cuba, erradicaran la peor dictadura que ha existido jamás y devolvernos a los seres cubanos nuestra libertad, nuestra democracia y nuestros derechos humanos.

No voy a sentenciar, porque no tengo pruebas reales, a los ladrones y cabroncitos de la cultura contestataria que vieron, con suspicaz glotonería “patriótica”, el filón, la veta brillosa para, en nombre de una lucha que no puede exhibir resultados reales, acceder a la gallinita de los huevos de oro y vivir sin tener que trabajar, es decir, hacer lo mismo que los delincuentes comunistas pero al revés, chupar del erario público nacional y comprar mansiones, muchas mansiones, con solo gritar díaz canel singao, patria y vida y abajo la dictadura.

Mientras tanto el pueblo cubano se muere, entre otras miles de cosas, de falta de libertades, de falta de democracia y de no saber qué son realmente los derechos humanos. Pueblo al que deberían destinar directamente estos recursos sin que pasen por las manos de “líderes del exilio» que, y la realidad lo demuestra, ni fu ni fa, así de simple…

Ricardo Santiago.

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