¿Quieren pruebas? Esta es la mejor prueba del robo grosero de los Grant.

A ver amiguitos míos, quitémonos la maldita venda de los ojos y el dichoso tete de la boquita, vamos a dejar de jugar a las casitas y ponernos a actuar como seres adultos, dejemos la perreta porque nos dijeron lo que no nos gusta o no queremos oír, vamos a no ser tan comemierdas e intentar analizar los hechos con nuestras neuronas de pensar, papitos lindos, que esa cabecita que Dios nos dio no es solo para cubrirla con pamelas, con sombreros, con gorras, con turbantes o con una estrella en la frente alumbrando el continente…

Yo digo que nosotros los cubanos nos hemos transformado en una especie muy rara de seres humanos, una masa compacta marchando hacia un ideal, en cualquiera de las dos orillas, a la que todo hay que dárselo bien masticadito, casi que regurgitado o molido, para que no se nos convierta en un mascón ardiente, muy desagradable, y se nos atraviese en la inmensidad de nuestras gargantas y nos queme hasta las amígdalas, esas mismas con las que un día, tan revolucionarios como fuimos, gritamos convencidos seremos como el che.

El tema es que cuando tu pones un comentario denunciando la cogioca, la corrupción, las trampas o la malversación del dinero del contribuyente norteamericano, llamado Grant, o señalas a alguien por formar parte de esa estafa tan descarada y de aceptar donativos en nombre de luchar por la democracia, de pedir fondos para defender los derechos de los humanos y de los cubanos, de que te pasen por debajo de la mesa un platico de carne con papas para paliar el hambre en Cuba y de que sin dinero no se puede “luchar” ningún tipo de lucha, entonces te piden pruebas, te exigen que aclares tus denuncias, que demuestres cuándo y cómo se robaron los millones, que no le hagas el trabajo a la dictadura, que eres castrista y, en fin, que si me pides el pesca’o te lo doy, yo te lo doy, y ni preguntes pa’ qué lo utilizo.

Ahora se ha destapado la olla y los sinvergüenzas, los oportunistas y los traidores al pueblo cubano y al norteamericano, crean una cortina de humo desatando una feroz ofensiva disuasoria para demostrar que los cientos de millones que les fueron entregados, durante estos más de sesenta años, no han sido malversados, ellos no les metieron las manos y los pies, no los tienen debajo del colchón donde duermen a piernas sueltas y, para rematar, para querer hacernos pasar por imbéciles, dicen que fueron bien utilizados y “cumplieron” al cien por ciento su objetivo.

Algunos mentecatos, tontos útiles, fronterizos y seres cubanos que no admiten la diversidad de criterios que, por cierto, son muchos, más de la cuenta, pues he recibido ataques de todo tipo, acusaciones y hasta amenazas de demanda por difamación, más algunos queridos amigos de toda mi vida en Facebook que me han pedido la baja de “mis cinco mil amigos”, han actuado como buenos fanáticos y, como es menester de los radicales y los intolerantes, han reaccionado contra mi, acusándome de castro-comunista, olvidando mi frontalidad desde el primer día, mucho antes que el tal Otaola, contra esa maldita revolución de los apagones más oscuros de la historia.

Al final no los culpo, el noventa y nueve por ciento de los cubanos que accedemos hoy a las redes sociales fuimos formados y creados a la imagen siniestra, atravesada, incompetente e irracional, de fidel castro. Algunos nos hemos, gracias a Dios, liberado de tan maldito estigma y pudimos, no sin mucho trabajo, sacarnos a ese diablo que nos inocularon con tantos, pero tantos, adoctrinamientos y hoy somos personas tolerantes, respetuosas del criterio ajeno y promotoras del nuevo tipo de cubano que tanta falta le hace a esa República que está por venir y por la que muchos, bla, bla, bla, dicen que luchan.

Pero otros no, los que ají comen es porque ají pica, esos aun permanecen cieguitos, cieguitos, aun conservan ese lado oscuro dictatorial y esa negrura en la mente y en el alma y no son capaces de ver más allá de sus narices y hay que dárselo todo masticadito pues no comprenden que en Estados Unidos, y en cualquier país del mundo, usted no puede comprar una casa, un auto del año o una compañía de camiones, así como así, de la noche a la mañana, y sin disparar un chícharo.

Amigos, la mejor prueba de que se han robado y malversado el dinero de los Grant es que la tiranía castrista permanece ahí, con sus crímenes y sus orgías bananeras pero ahí, los presos políticos y sus familiares ahí, desamparados como siempre, la democracia en Cuba brilla por su ausencia y la libertad, ay Fefita por Dios…, nunca llega y cada vez está más lejos.

Ricardo Santiago.

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