La cobardía de los cubanos, nuestra primera desgracia nacional.

Aquí, en esta definición, es decir, en cuanto a nuestra profunda cobardía, tengo sentimientos encontrados, muy contrarios, porque por una parte pienso que nosotros los seres cubanos somos el pueblo más valiente del mundo, más audaz de este planeta, y por el otro creo, estoy convencido, que somos poseedores, como raza, quiero decir, de tantos, pero de tantos miedos, que nuestra cobardía no cabe en ninguna enciclopedia universal ni nuestros temores, los muchos adquiridos en más de sesenta y seis larguísimos años de maldita revolución, sirvan como ejemplo a futuras generaciones de cubanos que quieran librarse de leer el “manifiesto comunista”.

Y creo que somos un pueblo valiente, muy valiente, porque para enfrentarse diariamente a las calamidades intrínsecas del régimen socialista, sumadas en el hambre, la indigencia del cuerpo y del alma, los eternos apagones, la insalubridad ciudadana, la promiscuidad habitacional, la violencia que mata, los derrumbes, la escasez de agua, las enfermedades más insospechadas, el abandono gubernamental, los huecos en las calles, las fosas sépticas reventadas, el calor insoportable, los mosquitos que pican con tremendo disimulo, las muelas del cangrejo, la rabia y la locura, hay que tener valor, mucho valor y mucha resistencia, para no caer y anegar con nuestra sangre la raquítica Patria cubana.

Por otra parte, y gracias a Dios, existen numerosos ejemplos de cubanos que no le temen a las consecuencias de enfrentarse a la maquinaria más represiva de la historia y hoy son paradigmas, desde el presidio político, desde el silencio de sus casas, desde la muerte y desde este exilio triste pero esperanzador, para todos aquellos que, por cobardía política o por los miedos que sean, no hacemos nada, no decimos ni pio o no actuamos enérgica y radicalmente contra quienes abusan, asesinan y destruyen, a nuestras familias y a nuestros compatriotas.

Mucho hemos sufrido en estas seis décadas de martirologio socialista, muchas vidas se han perdido a lo largo de este tiempo enorme en el que nos hemos creído revolucionarios, marxistas y leninistas, sin entender, sin querer aceptar, que fue por nuestra cobardía oportunista, que fue por nuestra dulzona actitud para la sumisión, que nos dejamos meter una banderita del veintiséis de Julio por el culo y, aun adoloridos, aun sangrantes y aun desfallecidos a más no poder, salíamos a desfilar, felices y contentos, dándole vítores histéricos a un fidel castro y a una dictadura que nos sentenciaron a muerte para toda la vida.

Pero la cobardía política, que iniciamos el 1 de Enero de 1959 al abrirle nuestros brazos y nuestras piernas a la revolución de los apagones mas largos del mundo, fue agarrando fuerza en cada uno de nosotros y se fue diseminando, ramificando y desparramando, por toda la sociedad y a todos los niveles hasta devenir en una especie de amilanamiento de la gallardía cubana hasta convertirse en un hábito general con propósitos de subsistencia.

Dice mi amiga la cínica que el ser cubano, ante las hordas castristas, se tragó su orgullo y su coraje y dio paso a una mansedumbre desconocida, a una pusilanimidad tan descojonadora, que poco a poco, con el paso de las “victorias”, del sobre-cumplimento en la producción de cualquier mierda, con los si se tiran quedan, con la guardia en alto y con el movimiento de vanguardias nacionales, por solo citar unos pocos ejemplos, engendró una nueva “cubanía”, un nuevo modelo de criollo, más alejado de nuestra idiosincrasia verdadera y de nuestras raíces estructurales de toda la vida.

El caso es que hoy los cubanos, los seres cubanos, no somos la sombra de lo que una vez fuimos, no somos una nación que pueda jactarse de su virilidad, de su patriotismo y de su hombría nacionalista porque, salvando las distancias y respetando a cientos de valerosos hermanos, solo producimos a hombres que abusan de mujeres, a mujeres que no se dan a respetar, a falsos hombres que le envían sus partes intimas a féminas como si eso fuera un acto de “poder” y a traidores, de ambos sexos, que utilizan su propia cobardía para hacer fortunas, para capitalizar almas en pena, para inducir a que otros hagan lo que ellos nunca hicieron y así vivir sin tener que trabajar.

Esto de la cobardía cubana es un asunto muy serio, un tema que no puede tratarse a la ligera porque gracias a esa triste actitud nuestra muchos seres cubanos pierden la vida diariamente, sufren prisión extrema y la dictadura, esa criminal tiranía totalitaria que nos afecta a todos por igual, se afinca, cada vez más, en el tibor del socialismo en nuestra adolorida Patria.

Ricardo Santiago.

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