Una preguntica: ¿Pioneros por el comunismo, seremos como el che?

Qué levante la mano el cubano, el ser cubano, que no repitió, al menos mil veces en su vida como estudiante de la enseñanza primaria en Cuba, esa estúpida, macabra, criminal y traidora frase que, para desgracia nuestra, se nos clavó para siempre en la memoria y, aun después de muchos, de muchísimos años de habernos quitado la pañoleta revolucionaria, todavía persiste, ronda, da vueltas, dando vueltas, alrededor de nuestras neuronas de pensar o en nuestra existencia.

Para algunos, es decir, para una inmensa mayoría de nosotros, esa maldita frase hizo metástasis en nuestros órganos internos a tal punto que hoy andamos por el mundo uniformados de pies a cabeza, de Norte a Sur, con un nudito atado al cuello y con la actitud de colegiales obedientes aceptando todo, absolutamente todo, lo que dice la maestra: Yo amo a la revolución, mi papá es fidel, a camilo cienfuegos lo ahogaron en una palangana vieja y al General de la pamela le gustan los machos.

Tan es así, tan feroz fue el adoctrinamiento que sufrimos, que aun nos seguimos poniendo de uno en fondo, aun aceptamos los pases de lista, aun nos extasiamos escuchando la verborrea o la retórica de quienes más “mean” o aun necesitamos de un líder para sondear los vericuetos de esta perra vida que nos ha tocado vivir porque nosotros, los cubanos, los seres cubanos de estos tiempos, no sabemos caminar solitos y mucho menos pensar con nuestro propio cerebro.

Es que la maldad de una pañoleta comunista, el daño directo, colateral y del otro, causado por tal artefacto ideológico es demasiado grande, descomunal y muy insidioso, pues hoy usted encuentra a cada paisano, a cada personaje que dice ser de la isla más hermosa del mundo, diciendo tales idioteces como que quienes no coincidimos y criticamos a ciertos “opositores”, porque los consideramos unos perfectos oportunistas, es porque trabajamos para la seguridad del estado castrista, porque nuestra misión es “dividir” al exilio, porque somos unos infiltrados y porque nos gusta el pan, nos gusta el queso, nos gusta la Vita Nova, pero no nos gusta la pizza.

Después viene lo otro, lo que a mi entender va más allá de un simple trapito anudado al cuello, y es la puñetera frase de seremos como el che, un asesino, un cobarde, un farsante y un delincuente que ni era altruista, ni médico, ni guerrillero ni la cabeza de un guanajo era.

Al final los cubanos, creo yo, salimos bastante buenos, porque con semejantes modelos a seguir y con los ejemplos de conducta que nos impusieron a la fuerza, muchos logramos abrir los ojos y romper ese venenoso esquema dictatorial y preferimos, gracia a Dios, parecernos a José Martí, a Guillermo Álvarez Guedes, a Celia Cruz, a Matías Pérez e, incluso, hasta a Michael Jordan.

Aquí entre nosotros hay muchos compatriotas que no me dejaran mentir pero, después de analizar nuestra larga existencia revolucionaria, llegamos a la conclusión que, para niños de apenas seis años que se inician en la instrucción escolar, una frase tan lapidaria como pioneros por el comunismo, seremos como el che, constituye un crimen de lesa humanidad, es un sacrilegio espiritual muy grande y una doctrina muy pesada para almas puras, inocentes y sencillas, a edades en las que se prefiere jugar a la pelota, a los pistoleros y a las casitas, antes que marchar en busca de un ideal inexistente que, al final, nos importará una mierda.

Y lo peor es el terrible enfisema neurológico causado por la dichosa frasecita. Hay cubanos, ya adultos, bien mayorcitos, que usted los ve, en su forma de pensar, de actuar, de hablar y de comportarse, que siguen siendo unos “lindos” pioneritos, unos perfectos soldaditos de caramelo defendiendo a su caudillo arrebatador, a un adalid de las siete potencias que les dice a quién atacar, cómo denigrar y cuándo faltarle el respeto a un hermano sin que nos puedan demandar.

Dice mi amiga la cínica que muchos de nosotros logramos terminar los estudios primarios pero nunca pudimos zafarnos la pañoleta del cuello ni arrancarnos la cobarde frase que la acompaña del cerebro, que andamos por la vida, y fundamentalmente aquí en el exilio, repitiendo, al cien por ciento, el modelo del pionerito vanguardia, del prototipo de joven comunista dispuesto siempre a atacar a quien piense diferente, del estereotipo de la mujer revolucionaria que defiende con uñas, con dientes y con malas palabras su vocación a la vulgaridad y a ejemplares de dirigentes que en Cuba defendieron al comunismo y en Estados Unidos son los fieles difuntos de Donald Trump sin conocerlo.

Ricardo Santiago.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »