Nosotros los “mambises” de las redes sociales y la libertad de Cuba.

Yo digo que nosotros los cubanos, nosotros los seres cubanos, en este tema de ser libres, lo que se dice ser verdaderamente libres de “polvo y paja”, de mierda hasta el cuello, de cadenas alrededor del cuerpo y del alma o de banderitas del veintiséis de Julio metidas por detrás, estamos más que jodidos, estamos de vuelta y media, estamos perdidos en el bosque y, la mayoría de los que creen o dicen vivir en libertad, están más lejos de estarlo que, incluso, nuestros compatriotas que quedaron en Cuba, sin poder saltar por la ventana, tierra socialista, finca de los castro.

Y es cierto, basta oírnos hablar, expresarnos, opinar o alardear con respecto a la supuesta autodeterminación que adquirimos, una vez que logramos escapar de aquel maldito infierno, para darnos cuenta que nosotros, como especie, como comunidad o como diáspora económica y superflua, estamos muy lejos de la libertad, de ser libres, de la democracia y de las leyes naturales que conforman una República inteligente, organizada, capitalista y decente.

Dice mi amiga la cínica que a los seres cubanos deberían otorgarnos una nueva categoría de emigrantes pues nosotros, según ella piensa, más que emigrar, expatriarnos o exiliarnos de Cuba, escapamos, huimos, ponemos patica pa’ que te quiero o vamos echando como quien no quiere las cosas pues de una dictadura tan represiva como la castrista, los seres humanos y cubanos, zafan el cuerpo y el alma cuando tienen la más mínima oportunidad y por la vía que encuentren.

Pero, según mi criterio, a nosotros, a una buena parte de nosotros, no generalizo para no ofender, las neuronas de pensar solo nos alcanzan para salir echando un pie de la letrina castro-comunista pues cuando llegamos al extranjero, al “Yuma” o a cualquier exilio redentor de este planeta globalizado, no entendemos, no abrimos la mente, no nos dejamos convencer por la inteligencia democrática y nos esforzamos en mantener, casi que como una secuela de nuestro querido y brutal adoctrinamiento, las costumbres, las ideas, la perfidia, la prepotencia, la vulgaridad, la chusmería, el odio, la intolerancia y la chivatería, que nos inocularon en vena, que nos metieron en el cerebro y en el estómago, desde que éramos chiquiticos y de mamey en aquella isla súper-ideologizada.

Y tan es así que hasta para “combatir” a esa criminal dictadura, es decir, hasta para enfrentarnos al dragón de las muchas cabezas y las muchas, muchísimas manos negras que nos empujaron a largarnos de nuestra Patria, utilizamos los mismos recursos que emplean ellos para reprimirnos, para controlarnos o para esclavizarnos el cuerpo y el espíritu.

No somos, en ese sentido, creativos. Nos negamos a aprender y a aprehender los mecanismos de la democracia, de la libertad, del respeto a la idea ajena y de lo que significa, realmente, entender que cada quien tiene una opinión, muchas veces muy diferente a la nuestra, y tenemos que escucharla sin atacar, sin ofender y sin denigrar. Porque ser un “combatiente anti-castrista” de las redes sociales, no significa que tengamos derecho a imponer sí o sí nuestros pensamientos, tal como hacía el maldito de fidel castro, a su ejército de oyentes, de mirones o de “seguidores”.

Por eso en algún momento dije que las redes sociales nos han causado más mal que bien al tema de la libertad de Cuba. Es que esas plataformas han permitido que salgan ciertos “mambises” de la palabra escrita o vociferada, entre los que me incluyo, que por haber logrado cierta audiencia, un grupo importante de adeptos o un reconocimiento público, y aquí no me incluyo, se sienten con derecho a imponer sus juicios, a juzgar a terceros por sus acciones, a impedir con la independencia de Cuba, no, eso no, se me cruzaron los cables, a censurar las actitudes ajenas y a reprimir, sí, a reprimir, al más puro estilo castrista, lo que los cubanos queremos hacer con nuestras vidas o con lo que nos salga de…

Esa pléyade de youtuberos, blogueros y videotas de las redes sociales, que creen tener derechos y no deberes sobre nosotros porque utilizan un discurso intolerante, castro-comunista y radical contra la tiranía, digo yo, se han convertido en un peligro para la libertad de Cuba, son otro muro de contención para que en una nueva Cuba, una vez liberada del flagelo del socialismo, podamos desarrollar una sociedad realmente libre, emancipada, ligera y limpia, sobre todo que huela a “limpio”, y no arrastre consigo los horrores de una guerra silenciosa que llevamos padeciendo por más de sesenta y seis larguísimos años, así de necesario y urgente…

Continuará…

Ricardo Santiago.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Translate »