La Habana es una ciudad grande, mucho más grande que la “belleza” con que la quieren artificialmente disfrazar.
Desde que yo era un niño para mí La Habana fue siempre la ciudad más hermosa del mundo, al menos así la sentí antes de salir “definitivamente” de Cuba.
Con los años la caminé y la sufrí igual a como se hace con el cuerpo de la mujer amada: despacito, mezclando las caricias largas y las cortas, bebiendo sus humedades, vigilando su sueño y gozando como nadie sus escandalosas carcajadas, sólo así fue que pude sentir, con dolor y desesperación, que mi ciudad gemía, lloraba, sufría y se lamentaba de quienes la maquillaban, como a una “damisela quinceañera”, y la exhibían en sociedad cual trofeo “virgen” para venderla o negociarla al mejor postor. Por eso y otras cosas nunca comulgué realmente con Eusebio Leal.
Eusebio Leal es a mi juicio la verborrea grandilocuente, al más puro estilo cervantino de: “En un lugar de La Mancha…”, de la revolución castro-comunista.
Con un discurso engalanado y desbordante de sabiduría extasía al “respetable” hasta adormecerlo con la creencia de que todo cuanto se hace en Cuba es gracias a la bondad, el interés, la sabiduría y el altruismo de Fidel Castro, Raúl Castro y la banda de comunistas de ocasión en la cual él también está incluido.
Eusebio Leal es el artífice de la restauración de la arquitectura colonial habanera, imposible dudarlo, líder indiscutible de la salvación de los otrora edificios emblemáticos del poder español en la Isla de Cuba y de las calles empedradas y “rumbeadoras” al paso de los carruajes de la rancia sociedad cubano-española de encajes, abanicos y “sombreritos de plumas”.
Gracias a su obra de restauración, su vocación discursiva y la de defensor incondicional de la ideología castro-comunista (por algún lugar le entra el agua al coco), La Habana antigua rejuvenece y se actualiza mientras “la ciudad de las columnas”, la otra, la popular, la “olvidada y despreciada”, trastoca sus majestuosos pilares por mundanos apuntalamientos y anunciados derrumbes. La vida en la ciudad de los humildes sucede bajo la constante amenaza del desplome, la muerte y el desahucio habitacional más grande y más “acojonante” del mundo moderno sin que nadie le dedique un programa de televisión, una mirada o simplemente le tienda una mano a un pueblo asustado y deshecho.
Unas cuantas pregunticas a Don Eusebio: ¿Y quién restaura la otra Habana, la que una vez fue bella, la más hermosa? ¿Quién salva a cientos de miles de habaneros que viven en condiciones precarias? ¿Quiénes son los máximos responsables de la destrucción de la “ciudad maravilla”? ¿Quiénes? ¿Se atreve a nombrarlos?
Espero por sus “apasionadas” respuestas.
A Eusebio Leal le gusta hablar “bonito” y comer bien. Dice mi amiga la cínica que nadie que no esté bien “comido y bebido” puede hablar tanto, en cualquier lugar y a todas horas.
Eusebio Leal creó para sí la imagen del disfraz único, tipo Steve Jobs, para parecer el humilde “cazador” del safari gris, práctico y alejado del mundanal pacotillero tan común de los dirigentes cubanos y sus familias. Golpe magistral, seducción efectiva entre sus seguidores y admiradores que susurraban alelados a su paso: “Es un santo…, que Dios y Lenin lo bendigan…”.
La Habana antigua crece y junto a ella el apellido Leal radicado en España, milagrosamente se desborda y construye su patrimonio amparado en la verdadera y única lealtad de todos estos comunistas: la vida buena y el dinero.
Eusebio Leal es hoy un “Gobernador General” sin su imperio. Raúl Castro y sus militares lo deshuesaron y a los cantos de: “…mira la batea, como se menea, como se menea, el agua en la batea…”, le dieron tun-tu-runtun y a chapear bajito.
Bajo las dictaduras, los gobiernos tiránicos y los comunistas desesperados por acaparar todo el money-money, de nada sirve ser Leal ni hablar bonito. Si te entretienes un poco, o tocas demasiado lo que no es tuyo, ellos mismos te cortan la cabeza y calabaza, calabaza…
La Habana muere lentamente. Por cada edificio «recuperado»-(hay que esperar a que se convierta en ruinas para hacerlo, como el teatro Marti..)- se caen diez. La cuenta, lentamente , va hacia la desaparicion gradual arquitectonica. Solo basta ver una foto panoramica de la ciudad desde alguna azotea y compararla con alguna otra que tenga mas de cinco decadas para darse cuenta de que se nos esta yendo ante nuestros propios ojos. La Habana real NO esta siendo reconstruida. Algunas de sus plazas y edificios emblematicos son arrebatados a la destruccion total por Leal para continuar con el mito de una restauracion que no existe en verdad. La Habana es Luyano..La Bivora..El Cerro…Centro Habana. Para Leal y los que estan dispuestos a creerlo es, por lo contrario, Plaza Vieja y Plaza de Armas. La Habana poblacional desaparece, y el lo sabe.
La habana de hoy esta dividida en el Casco historico y el Casco histerico
En el primero se reconstruyen ( lo cual no es para nada malo ) aquellos inmuebles que pontencialmente pueden convertirse en fuentes de ingreso para el regimen , en el otro lado sobreviven los reales dueños por derecho propio de la habana , en una ciudad que se desploma dejando lugar a parqueos de bicitaxis y sumideros de escombros donde antes hubo habitacionales , teatros o escuelas