Cierto. Nos metieron el cerebro y las gandingas en una lavadora Aurika y nos centrifugaron a más de un millón de años luz, digo, de “revoluciones sociales” por segundo hasta que salimos tan “claritos” de mente, tan ligeritos de ideas y tan facilitos de manipular, que hoy confundimos, con toda actitud carnavalera, al pan nuestro de cada día con una obra de la revolución, la libertad con una cola pa’ comprar huevos y a un pollo moja’o con un pesca’o hervido.
Nos sometieron indiscriminadamente a un lavado y a muchos “secados” tan brutales que, después de más de sesenta años, todavía andamos caminando, incluso por el mundo libre, medio mareados, tontos de capirote, mejor dicho, del konsomol, dando un pasito hacia adelante y miles hacia atrás, borrachos de ideologías absurdas, suplicando el agua por señas, asustados por el coco de Birán que viene, nos lleva y se come nuestra comida, cantando la Internacional y defendiendo, sin ninguna explicación inteligente, a una maldita revolución que nos tiene como esclavos con cadenas hasta en el cielo de la boca, soportando la más cruel indigencia, respirando las inmundicias de una sociedad, de un país y de una nación podridos, viviendo entre basureros y estercoleros físicos y mentales, ayunando en nombre de un sistema absolutamente fallido y esperando la primera oportunidad para largarnos a un desesperado exilio aunque sea allí donde el diablo dio sus últimos gruñidos.
Y lo más triste es que se hace imposible vislumbrar un cambio. Las ideas de esa desatinada, vomitiva y abominable revolución del picadillo son repetidas y renovadas por las nuevas generaciones de “cubanos” como si nosotros, como “raza” de humanoides sumisos, fuéramos adictos al despotismo, a la esclavitud, a los disparates, a los racionamientos y a las patadas por el c…
Dice mi amiga la cínica que ese es el “efecto tiñosa”, el “aleteo” carroñero de un “fidel que vibró en la montaña” y que provocó el hundimiento paulatino, calculado y racionalizado de toda una isla, y de todos sus habitantes, hasta convertirnos en desechos involuntarios de su mezquindad, de su prepotencia, de su egoísmo y de su maldad “revolucionaria”.
Triste, muy triste, que los cubanos nos hayamos dejado manipular por tan sórdidos intereses, que a los gritos de paredón, paredón, paredón, nos hiciéramos cómplices conscientes o inconscientes, da igual, de tamaño crimen de lesa humanidad, que abriéramos las puertas de nuestras casas, y de nuestras almas, a tan pérfida doctrina, que apoyáramos uno a uno cada disparate proferido por esa monstruosidad, que le sigamos brindando pleitesía a tanto desatino y que todavía nos traguemos el cuento de que “Cuba premiará nuestro heroísmo” y de que el castrismo remendará gratis, gratiñan, las suelas de nuestros zapatos.
Porque muy bien hizo el castro-comunismo su labor de limpieza, de lavado y de “estrujado” de cerebros. Es innegable la eficiencia con la que esos hijos de fidel nos “trastearon” las tripas y los “testículos”, con la que, desde que abrimos los ojos en esa isla moribunda, nos meten en vivo, en muerto y en directo, las mierdas de esa revolución, es decir, que si fidel castro es lo mejor que nos ha pasa’o a los cubanos, que raúl castro, aunque no lo parezca, es continuidad, que lo de díaz canel es coyuntural porque el infeliz hace todo cuanto puede, que el “bloqueo” imperialista es el único responsable de nuestra miseria, que hay que sacrificarse por la revolución, que la “cosa” está en falta y que pioneros por el comunismo seremos como…, ¡esto es de p… queridos amiguitos!
Yo trato de no ser pesimista, me insto a no derrumbarme, trato de tener un rayito de esperanza, uno solito, para no convencerme que lo nuestro es una causa perdida, un negro abismo, que tenemos a un montón de “chinas” detrás, que nos vamos a extinguir como “humanidad” siendo unos cagalitrosos fidelistas por siempre y que nunca más veremos a esa maravillosa, a esa productiva y a esa cubana isla rebosante de fertilidad, de hermosura y de progreso.
Por eso me aferro con todas mis fuerzas a Por Eso Me Fui De Cuba y trato de ensuciar, de manchar y de contaminar, lo más posible, la mente de quienes me leen, trato de que esos cerebros tan bien lavados por el castro-comunismo se abran a otra dimensión, a otras ideas que no son las que, por fuerza o por placer, han aceptado como la única realidad de un país que cada vez más se hunde, se humilla y se desmorona, ante el embate de, como dice la cínica, el “efecto tiñosa”.
Ricardo Santiago.