abel prieto: Otro tonto útil, o el más útil, de la revolución del picadillo.



Por estos días, consecuentemente con otra terrible crisis que padece el pueblo cubano, otra más, no se acaban nunca, diosito, hemos visto desaforados en las redes sociales a las principales castro-clarias-pesadas de ese maldito régimen castro-comunista intentando, con la vieja táctica del cambolo de Santa Ifigenia, demeritar, ofender y desacreditar a quienes no comparten, no estamos de acuerdo, no comulgamos y no transigimos, con esa porquería de revolución que, para defenderse, arenga con estupideces al pueblo y disimular así la brutal escasez que sufren los cubanos.
Desde díaz canel todos, absolutamente todos, tiran su pasillito “contestatario” para no parecer menos y, ahora que están de súper moda los twiter «revolucionarios», se hacen las clarias patrióticas agrediendo al exilio cubano, ofendiendo a la inmensa mayoría del “proletariado” descontento y hambriento con epítetos ultraizquierdistas de los tiempos de la guerra tibia.
Pero, en honor a la verdad, abel prieto, el ministro castrista itinerante, el funcionario sin puesto fijo, el oficialista en la retaguardia de los “amigos”, el gendarme del socialismo y el instigador vanguardia de 6ta categoría, tiene que ganarse los frijoles, tiene que justificar las prebendas que le llenan la barriga, que le desenredan el pelo y le lavan sus cuadradas camisas mostrando una agresividad sin límites, una histeria patriotera acorde con los tiempos que vivimos, lanzando un vendaval de improperios contra los cubanos y mostrando un odio visceral contra todos nosotros porque el muy astuto, el muy pícaro, este cabroncete de la “cultura”, no quiere perder su estatus de “intelectual” oficinista y que lo manden a sembrar boniatos por mostrarse demasiado blando con el “enemigo”.
Y es terrible, doloroso, triste y machacador que, 60 años después, la dictadura castrista mantenga el mismo tono fascistoide, la misma actitud ofensiva y la misma redundancia “onomatopéyica” para defender su estercolero de “ideas” sin mostrar el más mínimo atisbo de “personalidad”, de decencia, de decoro, de inteligencia y de responsabilidad.
Dice mi amiga la cínica que cuando los principales funcionarios de un país asumen actitudes de cola del pan quinquenal para manifestar sus opiniones, cuando se empeñan en “adrenalinizar” a las masas con actitudes vulgares y cuando “ejercen el poder” contra los ciudadanos a través de diatribas y ofensas, entonces estamos en presencia de un país con una “administración” y un futuro de mierdas.
Los seres cubanos tenemos que prepararnos con inteligencia para lo que viene, la “cosa” está mala, malísima, y del castrismo tenemos que esperar lo peor. Ellos saben que tienen perdida la batalla en las redes sociales y se pondrán cada vez más desesperados, agresivos, impotentes e imbéciles.
La falta de argumentos, que siempre ha padecido el castro-comunismo para defender la gran mentira del socialismo, es el motor impulsor de la represión, las prohibiciones, los besos de Judas, el egoísmo, el odio y el antipatriotismo de esa maldita revolución contra el pueblo cubano.
Nosotros le estamos ganando la pelea al castrismo, los cubanos estamos venciendo al monstruo con sabiduría y con una verdad que está ahí, que es más grande que ellos mismos y que son los cientos de miles de imágenes que circulan en las redes sociales demostrando, sin titubeos, el desastre nacional, las ruinas “históricas”, las caras de tristeza unas tras otras, la desesperación de los humildes, la desilusión de obreros y campesinos, el abandono estomacal y la vida miserable a la que esa estúpida revolución ha condenado a los cubanos.
Al final a abel prieto no debemos tomarlo en serio, ese parlanchín es un censor virulento de la verdad de la vida que está más interesado en vivir sin tener que trabajar que en defender a un régimen que sabe es un reverendísimo estercolero.
Midiendo la desesperación del castrismo, cubanos, comprenderemos que el muro de La Habana se caerá en breve, vivir pa’ ver…
Feliz 2019 a todos, un abrazo grande.
Ricardo Santiago.



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