Así mismo, ese hijo de puta sin ningún pudor hace público su lado más oscuro, estalinista, asesino de masas, criminal y estúpido al respaldar a cuanto dictador necesite un reconocimiento oficial porque la avalancha de críticas, rechazos, ataques y verdades del mundo democrático les niegan apoyo y el reconocimiento que necesitan para oficializar la represión, la opresión y la muerte en sus respectivos países.
Como cubano siento vergüenza ajena, indignación, impotencia y rabia, mucha rabia porque este tipejo habla en nombre de Cuba y de todos nosotros. Se cree con el derecho para hacerlo sin consultarlo o pedir permiso a los cubanos. Lo hace porque se siente el dueño de nuestro país, su único representante, la voz y la única autoridad para opinar, manifestar y apoyar regímenes abusivos, causas del mal y “gobiernos” antidemocráticos porque él, en sí mismo, es la vergüenza de la vida, la personificación de la muerte y uno de los criminales sin juzgar más connotados de los últimos dos siglos en la historia universal.
Quiero dejar bien claro, clarísimo, que esa no es la Cuba que a mí me representa, es más, ese no es el país con el que quiero que se me identifique porque yo nunca apoyaría a dictadores, asesinos y energúmenos que reprimen a los pueblos en nombre de ideologías palanganeras, socialismos errantes, políticas diarreicas de las dictaduras del proletariado o la doctrina del maniguiti a niveles presidenciales.
Este tipo, Raúl Castro, con su asquerosa menudencia racional pone el nombre de Cuba, y el de los cubanos, en la peor posición ante el mundo por su adicción a la estupidez, a la mediocridad, al terror y a la represión al apoyar sin miramientos a tiranos confesos como los de Siria, Corea del Norte y Venezuela.
Pero esta noticia no es nueva, es la vieja táctica de los partidos comunistas en el poder, e implementada en Cuba por Fidel la tropicola Castro desde el 1 de Enero de 1959, de involucrar a toda la nación, sin previa consulta popular, en sus “decisiones” y obligar a todos a ser partícipes de sus disparatadas políticas para sembrar el comprometimiento revolucionario, la unanimidad de las masas, la solidaridad partidista, la culpabilidad socialista y el “tú también pínchalo, cabrón, pínchalo” entre quienes asienten con sus cabezas, con su sumisa actitud o con su cobarde silencio.
Y es que Cuba en los últimos 58 años de su existencia siempre ha estado del lado contrario a las democracias. No entiendo cómo el mundo no se ha dado cuenta de esto. No existe causa, sanción, rechazo, crítica o bloqueo contra gobiernos dictatoriales de este planeta a los que el régimen de los Castro no se oponga y salten sus obedientes “diplomáticos” a decir que si mariquita uno, mariquita dos, el que no esté escondido se quedó y a vociferar, con la histeria característica de los comunistas, sus rígidos panfletos de la bobería social, el imperialismo yanqui me quiere gobernar, el huevo estaba culeco y la picazón que tengo me tienen medio trastorna’o.
Raúl Castro apoya los crímenes de otros porque él es un asesino confeso. Probada y documentada la cantidad de cubanos que fusiló sin motivo alguno, o con alguna causa que no merecía la pena de muerte, más otras “acciones” sucedidas en estos años de revolución dictatorial como el derribo de las avionetas de hermanos al rescate, el fusilamiento de tres jóvenes por el intento de secuestro de una embarcación, el hundimiento del remolcador 13 de marzo, por sólo citar algunos ejemplos, demuestran que para este tipejo el siniestro ejercicio de matar representa sólo un divertimento macabro y una prueba de “hombría” ante sus seguidores y lacayos del terror.
Siempre he sido del criterio que la insignificancia de Raúl Castro, su falta de historia, la ausencia total de “hazañas heroicas” en su vida y, como dice mi amiga la cínica, el carácter dudoso de su virilidad, llevaron a este hombre a matar para ganarse un “respeto” en esa mierda de revolución y, sobre todo, convencer a su diabólico hermano de que él también era hombre a to’ y que podía estar a su misma altura.
Quiero insistir en que la Cuba que utilizan Raúl Castro y sus seguidores para apoyar las dictaduras de este mundo, y otras porquerías, no es la Cuba que yo defiendo, que amo, que llevo clavada en mi alma y de la que me siento muy orgulloso por…
Ricardo Santiago.
A pesar de todo lo que pudiera significar el adoctrinamiento del que fuimos partícipes en nuestras vidas, jamás Ricardo Santiago nos arrebataron la vergüenza y la dignidad, y nunca podremos aceptar el horror del tirano.
¿ Cuántas veces se infiltraron en Colombia, con los guerrilleros, y en Nicaragua con todo tipo de asesoramiento?… En Vietnam, Africa.. la lista resulta bien extensa.
Los Castros (hablo en presente ) son sádicos en emplear mecanismos diabólicos para apoyar las dictaduras, guerras, campaña … es su forma de bregar en este mundo.
El opresor de turno no puede criticar a Maduro, porque es su maestro y quien dicta las coordenadas de cómo masacrar a los venezolanos.
¿Cuándo les ha importado a los comunistas si asesinan a mil o a un millones?… Desde que pusieron sus pies en la tierra nacieron con el símbolo de la muerte y la guadaña en manos.
No tuvo comparación el Tropicola y ahora éste menos… Ambos esconden demasiados asesinatos en sus haberes y representan los peor de la Humanidad, son el eslabón perfecto del CRIMEN.