Debo confesar públicamente que soy muy poco dado a “visualizar” videos live en Facebook porque, en realidad no tengo mucho tiempo y, por otro lado, me pasa que con los años me he vuelto un tilín selectivo y me dan alergias las arengas, los discursos grandilocuentes me suben la presión, las caritas de “ángeles” me deprimen, los caudillos me sacan de quicio, los politiqueros me recuerdan tormentos pasados y los sinvergüenzas, los que quieren pasarnos gato por liebre, los que piensan que nosotros los seres cubanos de tanto castrismo nos hemos vuelto comemierdas, me alebrestan los oxiuros y quienes hayan pasado por eso saben que no hay quien soporte tamaña picazón.
Pero, bueno, como dice mi amiga la cínica, el Face… llegó pa’ soltarnos la lengua, pa’ que nos diéramos el gusto de salir en “televisión” y para que los más “aventajados” en el arte de la oratoria dieran riendas suelta a la sinhueso sin que muchas veces, o la mayoría de las veces, tengan cuidado en lo que están diciendo porque lo importante son los “viuses”.
Y no es menos cierto, he escuchado con muchísima tristeza la guerrita que existe entre algunos de estos “videotas” jalándose las tiras del pellejo para ver quién exhibe más seguidores, más likes, más comentarios, más reproducciones y quién logra momificar a más adeptos frente a la pantallita cuando “yo hago mis directas”.
Mi problema, lo que me hace saltar ante este fenómeno de la “post-modernidad” cibernética, brinco porque si no reviento, y el que no salte es castrista, es que el tema recurrente en estos Facebook-Live es la “libertad de Cuba”, la lucha contra la dictadura castrista, desenmascarar las piruetas sesenteras de ese régimen de terror, la “búsqueda” de soluciones para instaurar una democracia, denunciar los atropellos, las vejaciones, los abusos de esa tiranía y para que algún que otro pícaro “viejo” se aproveche y se tome solito toda la sopa.
Yo siempre he dicho que en la vida el éxito de cualquier empresa, de cualquier acción y de cualquier meta que nos propongamos está en la seriedad, la honestidad y el respeto con que seamos capaces de asumir nuestro empeño.
Los seres cubanos, en sentido general, hemos tenido para este ejercicio a dos grandes maestros, uno muy bueno, buenísimo, espectacular, en la figura de nuestro José Martí, y otro muy malo, malísimo, diabólico, en el olvidable y patético fidel castro.
El Apóstol, con sus grandezas y sus defectos, como todo ser humano, nos enseñó la sencillez, el amor infinito a la Patria, la lealtad, a buscar la belleza, la honorabilidad, el valor, la decencia y que la lucha por independizarnos de cualquier régimen opresor se hace con una palabra certera o cabalgando desesperadamente hacia una muerte traicionera.
Del cambolo siniestro de Santa Ifigenia, por desgracia, quienes nacimos o crecieron y se formaron en Cuba después de 1959, nos lo indujeron casi todo. El régimen castrista elaboró un sofisticado “implante” ideológico que nos fue suministrado por “cirugía conductiva” desde que a penas teníamos uso de razón. Lo queramos o no, lo reconozcamos o no, somos el “experimento feliz” de la maquinaria propagandística, de una supuesta revolución social, que se hizo con el poder, con la vida, con la muerte y con el producto interno bruto de la inmensa mayoría de los seres cubanos.
De ahí, de esa gigantesca escuela “de cuadros del partido” en que se convirtió la sociedad cubana, bebimos, hasta emborracharnos y caernos redonditos en medio de la calle, la chusmería, el acordeón sin música, la apatía, la falta de respeto, la bravuconería barata, el odio, la envidia, la saturación verborreica, las ganas de mear, perdón, de matar, el deshonor y el desamor por la Patria.
Es aquí donde quiero detenerme. Yo siempre digo que el ser cubano tiene que aprender a pensar como individuo, acabar de entender que el colectivismo, las multitudes y “los muchos” son pura porquería. Y digo pensar como individuos porque muchos de nosotros hemos olvidado que Dios nos dio esa maravillosa capacidad para que pudiéramos definir, entre muchísimas cosas, el momento exacto en que debemos comernos o rechazar la manzana y que no vengan las tentaciones del mal, disfrazadas de culebritas juguetonas, a decirnos qué nos conviene más como nación o como pueblo.
Desgraciadamente tengo que cortar aquí porque me he excedido demasiado, pero quiero, en una segunda parte, hablar específicamente, según mi criterio, de lo malo y de lo bueno en este mundo de directas, indirectas y mediocridades por la “libertad de Cuba”.
Continuará…
Ricardo Santiago.
Gracias por tus palabras Tony, un abrazo grande.
Si no has leído mis comentario en mi página de Fb, entonces de todas maneras estoy muy de acuerdo contigo en este artículo, y creo coincidimos en muchos puntos aunque algunas veces podamos tener opiniones diferentes. Yo tampoco soy dado a las famosas «directas» en Fb-light. No me gusta «lucirme» ni que vean que soy más «cubano» que nadie. Siempre lo he dicho y lo sigo manteniendo: NO me considero un «Patriota», pero sí soy Nacionalista. Saludos miles.