Dicen, quienes dicen saber, que detrás del famoso concierto del “artista” urbano Bebeshito, es decir, de la organización de este monumental evento, está la mano negra del castrismo, de sus testaferros, de sus marionetas y de algunos de sus más descarados exponentes.
Yo, realmente, desconozco la veracidad de esta información, aunque está circulando una carta, enviada a la Universidad Internacional de La Florida, dueña del recinto donde se celebró dicha actividad, advirtiendo del posible destino de las ganancias recaudadas y que se debe ser muy crítico, pues sería otro crimen de lesa humanidad, que dichos “bebeficios”, perdón, beneficios, vayan a ingresar los fondos, las arcas personales, de tiranos, caudillos, asesinos y explotadores del pueblo cubano.
Pero, de esto ser cierto, demuestra dos cosas importantes dado el rotundo éxito que tuvo este colosal concierto de música urbana. Por un lado la “eficacia” organizativa de los promotores castro-comunistas en el mismísimo Miami, la ciudad más anti-castrista del mundo, y por la otra, que un público, mayoritariamente joven, del sur de La Florida, está por encima de concepciones políticas o ideológicas, de buenos y de malos, de los que saben a fresa o a chocolate, y fueron a apoyar, a compartir, a disfrutar, el “arte” de otro cubano que, entre buenos acordes y letras de dudosa “procedencia”, les reveló una noche de moderna cubanía.
Bueno, aquí hay tela por donde cortar, bocaditos pa’ comer y pa’ llevar y hasta algún que otro bobalicón, algún que otro imbécil o algún que otro especulador, de esos que se las quieren dar de listos, o de entretenidos, y pretenden, intentan o se pasan de la raya, minimizando un hecho, un fenómeno social, este concierto de un exponente de la música urbana, made in Cuba, para tapar el sol con un dedo, para querer salvar del ridículo a cierto youtuber «amado” o para decir que este sí pudo porque está “apadrinado por la seguridad del estado castrista” y que otros, las que han quedado para vender papayas de cuarenta libras, no.
Yo nada tengo que ver con este artista urbano, no consumo, no escucho y hasta me asusta, me amedrenta mucho, este género “musical”, es decir, rechazo ese tipo de letras y sonidos porque, considero yo, se aparta de mis códigos musicales, de mis preferencias auditivas, de mis gustos éticos y estéticos y de mis necesidades como ser humano o cubano.
Pero aquí, y esto es incuestionable, hay una realidad que se impone por encima de gustos y disgustos, Bebeshito, el artista urbano de marras, el que ha movido y acaparado reflectores, alfombras y aplausos estruendosos, partió el bate, la sacó del parque y se tragó, se zampó, masticó a derecha e izquierda, con respeto, con mucho respeto, a cuanto exponente de su mismo talante llegó primero que él y que ahora quedaron relegados a después de él.
Un mérito indiscutible para este joven cubano del que yo me siento, y no me avergüenza decirlo, bien orgulloso, muy satisfecho y bastante, pero bastante ufano, a pesar de quienes fueran los organizadores de dicho concierto y que es otro punto negativo que, por supuesto, no comparto.
Porque, amigos míos, más allá de si me gustan esas “melodías” o no, está el hecho de que en Miami, yo diría que en todo los Estados Unidos, no se había vuelto a ver, después de mucho tiempo, a seres cubanos, a muchos de nosotros, apoyar a otro paisano, a otro compatriota, a uno de los nuestros, en la actividad cultural, política o económica que sea, como lo hicieron este pasado día 28 de Diciembre del 2024 que, a mi juicio, devendrá, en un futuro, en una fecha histórica.
Y no podemos dejar pasar inadvertido que en esta función los seres cubanos asistentes gritaron de todo, cantaron las canciones del artista, gozaron de lo lindo con el magnifico espectáculo y vociferaron a todo pulmón, más alto que no se oye, sufre Otaola y diaz canel singa’o. Una muestra más de que el ser cubano tiene presente, a pesar de las circunstancias, a sus enemigos jurados o a sus adversarios de siempre.
Para terminar quiero decir que este concierto nos tiene que llamar a todos a la reflexión, por una parte está el hecho de que, de ser cierto el origen de los organizadores, se demuestra que estamos “penetrados” hasta las neuronas de pensar y por el otro, y aquí quiero llamar bien la atención, que los seres cubanos de “ahora” están por encima de rivalidades históricas y solo quieren disfrutar y apoyar a sus artistas.
Ricardo Santiago.