A los castristas les encantan los carteles, las vallas, las pancartas, los letreros y el bla, bla, bla más que el carajo, les fascinan, mientras más grandes estos sean y más absurdas las frases que reproduzcan mejor para ellos, es la “savia vital” que corre por sus venas y le da sentido a su mal parida existencia.
Yo con estos tipos tengo un problema muy serio porque han embotellado, enlatado y “encajado” a la fuerza la irracionalidad de la propaganda comunista en el alma de los cubanos.
La filosofía del comunismo se basa en redundar ideas y hacerlas creíbles hasta lograr que las masas coreen sus desatinos: Que si la fe en la victoria, la unidad del pueblo, el invencible líder, los huevos no han llegado, el imperialismo yanqui, la culpa es del bloqueo, más sacrificio Lazarito, que pasa con la productividad, nos atacan por aquí y por allá, no hay agua y se fue la luz.
Los comunistas le espantan un cartel político-ideológico a cualquiera donde sea, como sea y a la hora que sea: “a donde sea Fidel, a donde sea…”
Dice mi amiga la cínica que los letreros son para los comunistas como las jabas para los cubanos, “no se concibe a un comunista si no tiene o lleva un cartelito pegado en la frente, en la espalda o en el…”.
La propaganda para estos sujetos es imprescindible, tienen que empujarles sus ideas a los demás como un purgante muy grande porque sienten pánico que el pueblo le preste más atención al sufrimiento de la vida real que a las burdas engañifas de la dictadura del proletariado, al cuento de repartir las riquezas a partes iguales, no a la explotación del hombre por el hombre pero si a la del hombre por el Estado, a cada cual según su trabajo a cada cual según su capacidad y los niños nacen para ser felices y los viejos…
Puras frases huecas, vacías y “malolientes”.
El comunismo nació de la idea de que “Un fantasma recorre el mundo…”, y nada más cierto y verídico que esta sentencia, pasa que los ilustres inventores de esta teoría de mierda nunca nos aclararon que el tal fantasma no era otra cosa que un espíritu burlón que daría pie al surgimiento de las más crueles dictaduras en el Siglo XX.
En Cuba nadie quería ser comunista ni saber nada sobre estos teóricos de cafetines. La inteligencia natural del cubano marcó desde el principio a estos “pensadores de manuales” como unos facinerosos, unos muertos de hambre, unos agitadores, revoltosos, inconformes, envidiosos y unos aprovechados. Aunque todos sabemos el giro que después tomaron los acontecimientos y el oportunismo político de los hermanos Castro y su concubinato desmedido con los soviéticos y sus acólitos.
A Camilo lo mataron por eso mismo, porque no era y nunca iba a ser comunista. A otros valiosos hombres también. A muchos los encarcelaron de por vida y de por muerte y les apagaron la existencia por descubrir las verdaderas intenciones de estas bestias manipuladoras, oportunistas y arrastradas.
El 1 de Enero de 1959 empezó la fiesta de los letreros en Cuba. La publicidad del capitalismo dio paso a la propaganda marxista-leninista y a la reproducción a gran escala de las idioteces de Fidel Castro sin que nadie pudiera detenerlos, para donde quiera que Usted mire en Cuba encontrará una valla, un cartel, una pizarrita o un “letrerito” con alguna de las tantas estupideces que la Tropicola de Birán balbuceó en vida.
Nuestro Apóstol José Martí, el más lucido pensador que ha dado la nación cubana, es a mi juicio el más ultrajado por este frenesí enfermizo de arengar con carteles al pueblo, el más retorcidamente mancillado porque, desde que le echaron la culpa por “idear” lo del asalto al cuartel Moncada, hasta manipular una frase tan bella y tan sentida como: “Patria es humanidad”, estos tipos no se han cansado de utilizar su obra para beneficio propio, demostrando que no tienen gandinga y que mucho menos sienten respeto por los próceres y por la memoria de los cubanos.
Hoy Cuba es una gran valla política, en eso también la ha convertido esa dictadura. El pueblo cubano respira “Venceremos” por todas partes, hasta cuando va al baño a hacer sus necesidades, pero en la concreta, en el plato de comer, en la vida que mal vivimos: mucha miseria, represión, hambre, sed, calor y vergüenza.
MALDITA AGONIA.
Ricardo Santiago.