O cambiamos la mentalidad o nos tiranizan para toda la vida.
La vida del cubano es bien triste y cada quien tiene una importante cuota de responsabilidad en nuestro sufrimiento colectivo. Nunca podremos enmascarar la culpa emocional y física de la responsabilidad que muchos tenemos en la destrucción de la Patria cubana, en el deterioro de nuestra esencia, de nuestra cultura de todos los tiempos y de nuestros valores como pueblo. Fuimos muy ignorantes primero y muy cobardes después para defendernos y para no aceptar que los huesos no se comen, que la libertad no se vende por libreta de racionamiento y que esa revolución, esa maldita revolución de los apagones más largos del mundo, nos arruinó el país, nos obligó a pollo por pescado y nos destrozó nuestra “mentalidad” nacional hasta dejarnos sin ideas propias.