Otaola no es “malo”, los malos son los que le celebran su maldad.
Yo digo que este tipo de personaje representa, para nuestra comunidad, una involución y un desastre tan apocalíptico como el que nos ha causado el castro-comunismo. Por una parte demuestra que seguimos arrastrándonos tras falsos líderes de ocasión y por la otra puntualiza que nos hicieron, nos adoctrinaron y nos cagaron, como un pueblo que venera la maldad, que celebra la vulgaridad y que apoya la inmoralidad por encima de la inteligencia, de la vergüenza, del sentido común y de la verdadera cubanía.