Usted no claudique, defienda su verdad a pesar de la opinión de los imbéciles.

Por eso aquí en el exilio encontré la manera de expresarme sin miedos. Abrí los ojos y entendí, al doscientos por ciento, la mentira en la que había vivido, la gran estafa que significa el socialismo y me prometí, me juré por los restos de mis padres, no hacer silencio ante lo que me parezca incorrecto, no callar para no herir «susceptibilidades» y, lo más importante, sacar para siempre de mis entrañas el castrista que traje conmigo…

No viajes a Cuba, habla de “política”, agrede a quien piense diferente: ¿Por qué?

Me gustaría insistir en que nosotros los cubanos somos el único pueblo que, queriendo lo mismo, queriendo destruir las penas que nos consumen a todos por igual, mejor dicho, a unos más que a otros, nos enfrentamos a muerte entre nosotros y nos arrancamos hasta la conciencia los unos a los otros, dando oportunidad para que nuestro enemigo se nos cuele hasta el tuétano y, una vez más, nos ponga la soga al cuello, nos meta en el cepo y la tortura, nos ponga el grillete de con la revolución todo, contra la “revolución” nada y nos meta otra banderita del 26 de Julio por el culo.

Silvio Rodríguez, la Cintumbare y el “rabo de nube” que no llega…

Yo digo que la cobardía y la vulgaridad, entre otras muchas desvergüenzas humanas y cubanas, generan amores “revolucionarios”, es decir, que el socialismo, las ideas de izquierda en general y las revoluciones “sociales” los paren, los crían, los reproducen y luego hasta los matan, por el simple hecho de que bajo ese régimen todo, absolutamente todo, es explotado mientras convenga para luego, una vez exprimido y seco, ser rechazados como si fuera agua que mueve molinos y que va a parar al «bebedero» del diablo.

Los cubanos, lo que somos los seres cubanos, ya tocamos fondo…

Yo estoy por creer que lo nuestro, nuestro premio lo nuestro a la mayor imbecilidad sostenida y generalizada por más de sesenta y seis larguísimos años, no tiene remedio, no tiene solución y que tanta inmundicia acumulada en nuestras calles y en nuestra conciencia ciudadana, va a terminar por hundirnos en el mar sin conquistar ni un ápice de gloria, sin que las nuevas generaciones toquen el cielo con las manos y sin que nuestros abuelos, es decir, las generaciones que se sacrificaron equivocadamente para construir el socialismo en Cuba o sostener a esa asquerosidad de régimen que dicen nos mandaría la leche condensada por tuberías hasta nuestra casa, puedan tomarse un vaso de leche calientica antes de irse a morir, puedan descansar en paz como Dios manda o puedan tener una muerte digna como se supone sea un derecho de quienes lo dieron todo por esa maldita revolución de los apagones más largos de la historia.

Del cubaneo a la sapingonería pasando por la guarapera de los “Nibelungos”…

Por eso quiero recalcar que nosotros no estamos exentos de ser partícipes, de alguna manera actores pasivos o activos, de tamaña catástrofe nacional pues unos por conveniencia, otros por oportunismo, algunos por imbéciles y la inmensa mayoría, dentro de los que me incluyo, por una dosis elevada de cobardía, hemos contribuido a que hoy Cuba, la otrora isla más hermosa del mundo, se encuentre en tal estado de miseria, de indigencia y a medio morir entre el odio, la envidia, la penitencia y la sobrevivencia de sus habitantes.

Los cederistas de Miami, con caldosa o sin caldosa perderán la emulación.

Lo peor de esa anomalía casi genética que adquirimos por ser marxistas-alienistas-fidelistas y comemierdas, fue que cargamos con nosotros tamaña condición negativa a donde quiera que vamos. Nos llevamos en nuestro subconsciente de seres humanos y cubanos adoctrinados hasta la médula ese ambiente nocivo de no admitir nada que no sea lo que a mi me gusta creer y llegamos a las verdaderas democracias del mundo, después de pasar las peores vicisitudes, plantando las banderas de la intolerancia, del mal gusto, de las faltas de respeto, de la vulgaridad, del chovinismo, del perro que ladra no muerde y de la cobardía.

Perdón, «enemigos» míos, pero los cubanos somos el pueblo más dividido del mundo.

Yo no sé por esa vía dónde vamos a llegar como nación y como sociedad, desconozco si existe otro ejemplo fuera de nuestras fronteras de un pueblo que haya logrado su libertad cerrando su maldita boca y no denunciando lo que consideramos inoportuno, descerebrado o descarado, qué tipo de país vamos a construir en un futuro con seres humanos y cubanos que no hablan para no “ofender” y qué legado queremos dejarle a las futuras generaciones, es decir, a nuestros nietos, si por lograr una falsa e ineficiente “unidad” somos capaces de mordernos la lengüita, cerrar los ojitos y apretar el culito.

No “critiques” a otro “opositor” para no fomentar la “división” entre cubanos.

No, amigos y “enemigos” míos, la libertad, la democracia y la defensa de los derechos que tenemos los seres humanos y los seres cubanos, tienen que estar por encima de criterios personales, van más allá de los “pantallazos” publicitarios de “líderes” de moda que quieren convencernos de ser algo que no son y escapan a decisiones individuales porque, como dijo el más grande de nosotros, son derechos y deberes que tenemos todos en esta vida que nos ha tocado vivir.

El fanatismo al “líder” y la adoración a los “pastores” de nosotros los cubanos.

A mi, lo que es a mi, a veces, me desilusiona mucho ser cubano, me avergüenza sobremanera tal ciudadanía porque, y lo digo con mucho dolor, en vez de ver que evolucionamos, lejos de adelantarnos a la idiotez y a la imbecilidad, siento que nos regodeamos en ellas, que nos damos tantos chapuzones de sandeces y superficialidades que pienso, y este es mi inmenso dolor, que nunca, pero nunca, vamos a salir de la letrina en que nosotros solitos nos metimos el 1 de Enero de 1959.

¿Quieren pruebas? Esta es la mejor prueba del robo grosero de los Grant.

Amigos, la mejor prueba de que se han robado y malversado el dinero de los Grant es que la tiranía castrista permanece ahí, con sus crímenes y sus orgías bananeras pero ahí, los presos políticos y sus familiares ahí, desamparados como siempre, la democracia en Cuba brilla por su ausencia y la libertad, ay Fefita por Dios…, nunca llega y cada vez está más lejos.

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