¿Y ahora, de qué vamos a vivir los cubanos?
Yo digo que la solución a “las penas que a mi me matan” está, por suerte, en cada uno de nosotros. Cada ser cubano, en este tiempo en que ni la vida existe en Cuba, tiene que dejar esa inercia “revolucionaria” con la que hemos vivido por tanto tiempo y, desde nuestra individualidad creadora, buscar nuestra salvación o, como camarón que se duerme, encontrar la muerte.