¿Y ahora, de qué vamos a vivir los cubanos?

Yo digo que la solución a “las penas que a mi me matan” está, por suerte, en cada uno de nosotros. Cada ser cubano, en este tiempo en que ni la vida existe en Cuba, tiene que dejar esa inercia “revolucionaria” con la que hemos vivido por tanto tiempo y, desde nuestra individualidad creadora, buscar nuestra salvación o, como camarón que se duerme, encontrar la muerte.

¡Se acabó el “racionamiento” en Cuba, bendita la libreta de racionamiento!

Mi preocupación real, ante esta muerte anunciada miles de veces, es ese otro cubano, ese que tiene que ir a pie a todas partes y no tiene la más mínima esperanza de cinco huevos una vez al mes, que no tiene quien le tienda una mano al pasar y que caerá, redondito en medio de la calle, por tanta inanición, tanto sufrimiento y tanta hambre.

La dictadura castro-comunista se cae, sí, pero “pa’rriba”…

Yo soy del criterio que esa maldita revolución socialista, o como la quieran llamar, menos cubana, por favor, ha actuado siempre en correspondencia con los cambios socio-políticos, con las crisis de todo tipo y hasta con las conveniencias partidistas que suceden en el mundo y que de alguna manera se reflejan en Cuba, de ahí que nos aprieten siempre el “cinturón” a los cubanos, cada vez más apretujado, si sube el precio del petróleo en la conchinchina, si los esquimales se comen todo el arroz mundial, si el socialismo de otras tierras se tambalea o si los cubanos se escapan, emigran, huyen de esa mierda de dictadura “proletaria”, hasta por el mismísimo hueco de la capa de ozono.

La educación olvidada, el calcañar de indígena de nosotros los cubanos.

De la instrucción ni hablar. El pueblo cubano, tras más de seis décadas de recibir un profundo, repulsivo y sostenido adoctrinamiento, ha devenido en una especie de pueblo trabalenguas donde los estragos de una ideología, como es ese socialismo de alcantarillas, se hacen notar en nuestro falso discurso triunfalista, en la defensa a ultranza del disparate de la dictadura del proletariado, en la exaltación sin razones a un régimen que solo produce miseria, hambre y desesperación, en la “santificación” de caudillos asesinos, criminales, corruptos y ladrones y en perpetuar, a toda costa, mediante discursos babosos y retóricos, sin temor a hacer el ridículo, la peor mentira de toda la historia de la humanidad, es decir, que el socialismo es lo mejor y el capitalismo es lo peor.

El bloqueo mental, el peor bloqueo que nos afecta a los cubanos.

El peor bloqueo que sufrimos los cubanos es mental. Hemos asumido como una verdad la gran mentira del castrismo cuando nos dice que el imperialismo norteamericano es el causante de los males de Cuba. Hemos nublado nuestro poder de análisis con el facilismo de culpar a terceros por todo lo que nos pasa y nos hemos convertido, sin querer queriendo, en un una “raza” de hombres y mujeres manipulables, por cualquiera que se lo proponga, hasta la quinta emoción, digo, hasta el sexto sentido.

La revolución de los apagones, el socialismo de alcantarillas y un nieto cabrón.

Dice mi amiga la cínica que más de seis décadas con el mismo cuento, la misma pituita y el mismo llantén de que el imperialismo me quiere gobernar y yo lo sigo y lo sigo culpando, demuestra la incompetencia de un régimen, devenido en tiranía del cuerpo y del alma, para salvar a un pueblo de la indigencia, de la oscuridad y del hambre.

La miseria cubana: La razón de ser del castrismo y de algunos “opositores”.

Nada que nuestra miseria es la gran tragedia para muchos y la cogioca universal para unos pocos, por eso yo digo que, si seguimos como vamos, estará ahí y permanecerá entre nosotros por los siglos de los siglos, amén.

Las demandas por “difamación”, la nueva era de la mediocridad cubana.

Y es esta intolerancia la que nos lleva a esta desgracia compulsiva en la que estamos viviendo, la que nos pone en la mira de las personas decentes pues nosotros mismos nos descubrimos como seres humanos y cubanos que no razonan, que no analizan y que tienen una profunda vocación por ofender, por denigrar y por avergonzar hasta a la madre que me parió.

Una única noticia para todos los cubanos.

La historia, tras más de seis décadas de presencia injuriosa y letal de estos «revolucionarios» devenidos en grupúsculo delincuencial, es que estos tipos son muy astutos y han sabido sortear todos los “fin de la dictadura” con magistral sagacidad, se han convertido en verdaderos magos del terror con un maldito as bajo la manga y han sabido dar vuelta a situaciones que le son adversas para renacer culpando a otros de las desgracias que ellos mismos crearon.

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