La maldita revolución que destruye a todos los cubanos.

La desgracia cubana es un mal que no le deseo ni al peor de mis enemigos. La enfermedad mental que provocan las ideas de izquierda son una afección muy contagiosa, un virus asintomático que se apodera de los débiles pero que defienden los oportunistas para generar el caos, el desorden y la permanencia de la ilógica, con fines y ambiciones de poder, con intereses que van más allá de la solidaridad y de la igualdad, con agendas encubiertas para imponer el descalabro de la humanidad y con un odio taimado que subyace en cada una de sus proyecciones, para desestabilizar al mundo y, a la larga, destruir la única humanidad que conocemos.

El extremismo “cultural” cubano es mas dañino que el mismísimo comunismo.

El resultado final, a tan mediocre postura “partidista”, es que somos capaces de, sin ningún remordimiento o vergüenza requerida en estos casos, aparecer en público despotricando contra la obra creativa de este o de aquel personaje porque, sencillamente, el tipo es afiliado a una ideología que no nos gusta y que hemos decidido, con muy pocos argumentos, por cierto, declararla nuestra enemiga jurada y nuestra razón de ser para que no nos tilden de blandengues o de tener cobardía política.

¿Ganó magistralmente Trump o perdió estrepitosamente Kamala?

Porque tal como iban las cosas los Estados Unidos se despetroncaban sin remedio en el abismo de la lujuria y la destrucción, es decir, una inmigración descontrolada e ilegal, el sostenimiento económico a guerras ajenas, un gasto público exuberante e innecesario, la aceptación de agendas de extrema izquierda y, e insisto en este punto, el anti-americanismo, entre muchísimos errores más de administración tanto política, como económica, como social, estaban provocando el deterioro del país, poniendo en el piquito de la piragua la hegemonía norteamericana en el orden mundial y acercando a los Estados Unidos al gran relajo de las repúblicas más bananeras de la historia universal.

La odisea del perrito, del pollito y del pescadito de los cubanos.

Y eso fue lo que nos dejó la revolución de los apagones y ese socialismo de alcantarillas, un desastre apocalíptico, un tsunami antropológico y anti-cubano que nunca quisimos ver, un país, si es que a Cuba aun se le puede llamar así, famélico, chupa’o, extorsionado, corrompido por el odio, por las ambiciones de muchos, por la negligencia de aquellos que dicen ser nuestros salvadores y por la complicidad de una mayoría que, aun estando en libertad o viviendo en democracias plenas, no hacen nada, no dicen nada y no gritan nada, por aquellos que quedaron atrás y aun tienen que vivir, o morir, con esa “revolución” al cuello.

Los únicos cubanos que pueden “tumbar” la dictadura castrista…

Pero mi punto es otro, como dije en comentarios anteriores, y es mi criterio, la única forma que tenemos los cubanos de erradicar de nuestra tierra, para siempre, ese tremendo cáncer espiritual y físico que ha hecho metástasis en Cuba, por más de seis décadas, es por una toma de conciencia de los mandos medios del ejército castrista, que no tienen hasta ahora las manos manchadas de sangre, que no tienen acceso a la gran cogioca nacional liderada por los “poderosos” generales y doctores dueños del tibol de la revolución, pero que en realidad tienen el control de las armas, de las tropas y que, tanto ellos como sus familias, mal viven, sobreviven, casi mueren, cotidianamente, a las penurias que les impone ese régimen oscuro, perverso y maldito.

Los viajes a Cuba: El “platanito” de la discordia en Miami…

Yo digo que viajar a Cuba, para los seres cubanos, es un derecho vital y nadie, absolutamente nadie, tiene que erigirse como el fiscal, como el censor de ese deseo. Quien regrese a Cuba sus razones tendrá y es menester de cada cual actuar con decoro, con decencia y con democrática benevolencia, pues tiene que saber que en esa isla abrumada, infeliz y desgraciada, cohabitan una cruel tiranía y un pueblo desesperado, se los dejo de tarea…

El único camino posible para lograr la libertad de Cuba.

Por eso nuestro esfuerzo, nuestra batalla principal, debe estar encaminada a concienciar a estos compatriotas, militares sufridos y abochornados, a entender cuál es el verdadero orden y dónde está el camino para salir, de una vez y por todas, de tamaño tumor que ahoga a Cuba y a nosotros los seres cubanos.

El terrible dilema de los cubanos decentes e inteligentes…

Por supuesto que unos tienen más culpa que otros en esa abominable ruina de país que hoy tenemos, en esa “deforestada” isla casi carente de sentimientos humanos y divinos que flota a la “deriva” en pleno Mar Caribe, pues con nuestra incapacidad política sostenida, con una falta de patriotismo espiritual tremenda y con nuestra propensión a la superficialidad y al relajo, ayudamos a transformar a una nación próspera y floreciente, antes de 1959, en una letrina oscura, pestilente e involutiva, en pleno Siglo XXI.

El peor sueño del mundo: El “sueño” cubano…

La desgracia de vivir en Cuba en este 2024 es asfixiante, raya en el absurdo, un mal que ningún ser cubano merece y más cuando se ha trabajado toda la vida para tener un “futuro mejor”, qué digo un futuro mejor, un rincón cubano decente donde caernos muertos al final de la vida, así de triste…

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