Los cubanos somos, también, un pueblo digno de lástima.

Yo tengo un problema muy serio al no poder aceptar, al no poder asumir, en lo que nos hemos convertido los seres cubanos como comunidad, como país y como nación. Me cuesta mucho, pero mucho trabajo, entender que veamos muy normal que las groserías, donde hay mujeres y niños, sean consentidas por la mayoría, que la mediocridad sea el combustible fundamental para nuestro supuesto desarrollo y que el oportunismo, en cualquiera de las dos orillas, sea aplaudido, muy ovacionado, por quienes dicen querer una Patria libre, próspera, independiente y que huela a limpio por aquí y por allá.

silvio rodríguez: Que levante la mano la guitarra pa’ cortársela…

Pasa que a esta altura de la “revolución” que nos metieron dentro de nuestros cerebros a la fuerza, nada de este personaje, que sin dudas forma parte de la cultura cubana de todos los tiempos, debe sorprendernos, debe asustarnos, él solito se ha encargado, con su actitud, que su excelencia está cien por ciento al servicio de los cowboy y un poquito, un tin a la marañín, del lado de los indios, que la parte que nos toca a nosotros, es decir, al cubano de pueblo, la podremos consumir mientras no le afecte sus intereses pues te doy una canción pero te la quito si tengo que alimentar mi unicornio…

No, definitivamente, nosotros, los cubanos, el pueblo, la gente que no entiende mucho de poesía porque les estallan las entrañas por el hambre, por la represión, por la falta de libertades y por la locura, no somos los elegidos de silvio rodríguez, el poeta puede, algunas veces, hacer parecer que sí pero, la verdad, es que silvio rodríguez una vez, cierta vez, se acostó en medio de un campo de batalla y terminó soñando con serpientes, las serpientes que a él, evidentemente, le gustan…

Yo , a veces o la mar de veces, siento vergüenza de ser cubano…

No engaño a nadie cuando digo que, a veces, siento vergüenza, mucha vergüenza, de ser cubano. Y lo hago con una mezcla de dolor y ansiedad porque no debía ser así, allá dejé muy buenos recuerdos, mi infancia, mi adolescencia sobre el diente de perro de las costas habaneras, el primer amor asfixiante, los huesos de mis seres queridos y la ingenuidad.

Pero la realidad de Cuba es hoy muy distinta. Nosotros los cubanos, por nuestras actitudes y nuestras acciones, nos hemos convertido en los principales enemigos de la Patria, hemos devenido en su verdugo y, como dice mi amiga la cínica, tendrán que pasar toneladas de años, cientos y cientos de tempestades, para devolverle a nuestro país el olor a limpio que una vez tuvo.

Cuba: Un país sin luz divina, sin un cachito de pan, sin cerebro y sin condones.

De ahí que hoy somos una nación que no procrea buenas ideas, de ahí que hoy somos un pueblo que no engendra verdadero patriotismo y por ende nos deshacemos, muy facilito, con los huracanes de nuestra amarga desgracia, con nuestra casi eterna sequía de la tierra y del alma, con los vericuetos y las trampas del destino y entre la incertidumbre de ser revolucionarios por imposición o ser lo otro por desesperación.

Yo digo que a esta altura de nuestra desgracia la nación cubana no existe o dejó de funcionar, la esterilidad de nuestro “patriotismo” se impuso sobre nosotros como hombres y mujeres cubanos y hoy más que un pueblo digno y orgulloso somos una aldea nómada que busca en el “monte” amparo, así de triste…

Cuba: La oscuridad, las tinieblas y los apagones al final del túnel.

Pero yo diría más, mucho más, yo afirmo que nuestro apagón histórico, ese que nos viene privando de luz brillante desde el 1 de Enero de 1959, terminó afectando nuestras neuronas de pensar, consumió nuestra capacidad intelectual como seres humanos y cubanos, frenó nuestra oportunidad de ser hombres y mujeres capaces de entender que la vida de vivir no es marchar hacia un ideal, uno, dos, tres, marchando hacia un ideal…, y eliminó para siempre, de nuestro diapasón de habilidades, la capacidad de ser racionales, la medida de ser coherentes y la oportunidad de transformar a Cuba en un país que huela a limpio por los cuatro costados.

No creo que, al paso que vamos, logremos liberar a Cuba del comunismo.

Y están los otros, los que son tan malvados y tan oportunistas como los de la tiranía, los que a mi juicio extienden más allá de las fronteras de la Isla el castrismo, es decir, el concepto depredador y criminal de chupar, con conocimiento y alevosía, la savia vital de un pueblo sin esperanzas, necesitado de casi todo, enredado en una maraña de promesas, de ilusiones y de aspiraciones que muy pocos, pero muy pocos, saben que nunca les van a llegar y mucho, pero mucho menos, las van a tener o se las van a poder “comer”. Tales personeros, los herederos del castrismo en el exilio, los que llamo con toda mi razón y mi conocimiento independentistas de taburete, encontraron la veta de oro que significa “luchar” contra el comunismo desde la Yuma, desde este exilio benevolente que se tragó, literalmente, el cuento de que ellos iban a llevar la libertad, la independencia, los derechos humanos y la “democracia”, a una Cuba que pide a gritos piedad, misericordia y redención.

El cdr miamero: Una revolución castrista en el corazón del exilio cubano.

Y, como dice el dicho, el castrismo los cría y el demonio los junta, esa cederista inquisición en que se ha convertido ese combo miamero, junto a unos cuantos tontos útiles que aun les creen el cuento de las donaciones, de las fundaciones y de las estrellitas de libertad, se han auto-erigido como un comité censor para la democracia cubana, como individuos que atacan, denigran y difaman, a quienes no están con ellos o no les sale del forro seguir con sus comunistas prohibiciones cuando de lo que aquí se trata, cuando lo verdaderamente válido para reconstruir a una Cuba que huela a limpio, es respetar la pluralidad de criterios, es aceptar que el hijo de mi vecina piense diferente a mi, es no alimentar pensamientos represivos en la comunidad, es no juzgar a otros por su condición física o mental, es vivir y dejar vivir, es salvar el respeto entre los seres cubanos y es, carajo, erradicar la hipocresía y la triple moral.

El mercadeo libertario, los “líderes” anti-castristas y los tontos útiles que los siguen.

Es por eso que la enfermedad terminal que significa la revolución de las sombras largas no tiene cura, es una perversión tan lucrativa, que a muchos de los que dicen luchar contra el castro-comunismo no les conviene que desaparezca y van mutando de recibir las donaciones de este exilio crédulo y bondadoso, a recibir Grants del gobierno de los Estados Unidos y ahora inventar fundaciones anti-comunistas cuando todo el mundo sabe a dónde van a parar tales recaudaciones y para qué son utilizadas realmente, mientras Cuba no es ni será libre, el comunismo cada vez es más dañino y el castrismo, al igual que ellos, muda la pellejera según les convenga para mantenerse en el poder.

Creo que, cuando me fui de Cuba, yo era un emigrante del “pan con bistec”.

Y hay una realidad tangible y lo digo por mi propia experiencia, cuando nos vamos de Cuba, la mayoría de nosotros, lo hacemos como emigrantes económicos o como buscadores de “tesoros”, como luchadores, eso sí, pero por un futuro mejor porque, en la vida real, en Cuba, no éramos ni perseguidos políticos, ni “enemigos” jurados del castrismo, ni ex-presos políticos ahogados por la represión comunista, ni desafectos públicos al régimen y ni siquiera fuimos un rayito de luz brillante alumbrando la necesaria independencia de Cuba del castro-comunismo.

Nosotros los “mambises” de las redes sociales y la libertad de Cuba.

Por eso en algún momento dije que las redes sociales nos han causado más mal que bien al tema de la libertad de Cuba. Es que esas plataformas han permitido que salgan ciertos “mambises” de la palabra escrita o vociferada, entre los que me incluyo, que por haber logrado cierta audiencia, un grupo importante de adeptos o un reconocimiento público, y aquí no me incluyo, se sienten con derecho a imponer sus juicios, a juzgar a terceros por sus acciones, a impedir con la independencia de Cuba, no, eso no, se me cruzaron los cables, a censurar las actitudes ajenas y a reprimir, sí, a reprimir, al más puro estilo castrista, lo que los cubanos queremos hacer con nuestras vidas o con lo que nos salga de…

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