Los cubanos somos, también, un pueblo digno de lástima.
Yo tengo un problema muy serio al no poder aceptar, al no poder asumir, en lo que nos hemos convertido los seres cubanos como comunidad, como país y como nación. Me cuesta mucho, pero mucho trabajo, entender que veamos muy normal que las groserías, donde hay mujeres y niños, sean consentidas por la mayoría, que la mediocridad sea el combustible fundamental para nuestro supuesto desarrollo y que el oportunismo, en cualquiera de las dos orillas, sea aplaudido, muy ovacionado, por quienes dicen querer una Patria libre, próspera, independiente y que huela a limpio por aquí y por allá.