Sí, creo que sí, los cubanos nos estamos perdiendo como nación y como pueblo.

Hay que ser muy comemierda, insisto, para intentar justificar nuestra involución como pueblo, nuestra terrible auto-destrucción física y espiritual como nación y nuestro descenso al profundo abismo en que hoy nos encontramos, solo con la retórica de la revolución, del socialismo o del comunismo. Yo digo que hoy somos lo que somos por nosotros mismos, por ser unos blandengues “descafeinados”, por ser seres humanos y cubanos que no tienen un criterio propio, por ser personas fácilmente manipulables y por gustarnos más las gratuidades, las groserías, las faltas de respeto, el odio y la maldición, que el trabajo honesto, la decencia, la razón y el sacrificio, así de simple…

El “diversionismo” ideológico: ¿Qué carajo fue aquello? ¿Otra estupidez “cubana”?

La lista de rasgos, actitudes, aptitudes, preferencias y formas de pensar o actuar por las que te podían acusar de “diversionismo” era enorme, por sólo citar algunos ejemplos diré: querer abandonar el país, mantener contacto con familiares que residían en el “exterior”, leer libros prohibidos por la revolución de los apagones más largos del mundo, hablar en inglés, tener un familiar “contrarrevolucionario”, escuchar a los Beatles o la “música del enemigo”, mascar chicles, usar ropa extranjera, tener el pelo largo los varones, las sayas cortas las hembras, imaginarse la bandera americana, desear un plato de arroz con frijoles negros y cerdo asado, ir a la Iglesia, ser homosexual, decirle “bolos” a los rusos, etc., etc., etc., tengo que parar para no hacer la lista demasiado larga y ridícula.

La estupidez humana: El monstruo que devoró al pueblo cubano.

Yo digo que a nosotros los seres cubanos la estupidez nos dio fuerte, la irracionalidad como dogma social nos sedujo hasta las neuronas de pensar y nos tiene, en un alto por ciento de nosotros, como peleles de muchos discursos que, si usted los analiza bien, son una copia al carbón de lo mismo con lo mismo pues están diseñados para encumbrar a unos pocos, para beneficiar a un buchito así de sinvergüenzas, mientras el ser cubano de a pie, el hombre cubano y la mujer cubana que tienen que ir a pie pujilateando la vida para salvar a sus hijos, se mueren, se caen redonditos en medio de la calle, sin su verdadero “4 de Julio”.

Mis razones para decir Por Eso Me Fui De Cuba…

Irme de Cuba no fue una decisión sencilla aunque, sin saberlo exactamente, estaba dando el paso más importante para mi y para mi familia. No fue una acción impulsiva, ni tomada a la ligera, reconozco que me tomó tiempo y convencimiento, pues emigrar, en cualquier caso y por cualquier motivo, requiere de una enorme valentía y mucha concentración. Tampoco fue, como muchos suponen, una huida cobarde ni una traición a la tierra que me vio nacer aunque un poquito sí. Fue, simplemente, una necesidad, una urgencia existencial que se fue gestando con los años, alimentada por la frustración, por el desencanto y por la falta de perspectivas.

La miseria y la indigencia cubanas: ¿Premio o castigo para el pueblo?

Hoy los cubanos humildes, por desgracia y por tristeza, vivimos y morimos la peor tragedia de nuestra historia, nos enfrentamos a nuestro presente con absoluta indefensión pues somos víctimas de nuestra propia mala vida revolucionaria, estamos perjudicados por la desidia, la codicia y la corrupción de una tiranía totalitaria y somos vistos, y esto es lo peor de todo, lo más perverso, lo más absurdo y lo más vergonzoso, como la morralla nacional por una nueva clase de cubanos apoderados en el exilio que nos utiliza lo mismo para denigrarnos, que para acusarnos, que para incitarnos a protestar cuando todos saben que en Cuba, solo murmurar, aunque sea bajitico, bajitico, es reprimido y machacado con la peor de las violencias…

La vulgaridad cubana, otra maldición, otra herencia del castro-comunismo.

Por eso yo digo, porque lo creo firmemente, que la indecencia cubana, devenida en patrimonio nacional, renglón exportable y parte del producto interno bruto de la revolución castrista, es el resultado directo de muchos años de adoctrinamiento, de décadas enteras de exaltación petulante de los peores valores humanos y de pésimos elementos educativos donde el ser humano o cubano, creció creyendo que quien más grite es más revolucionario, que quien más ofenda es más comunista y que quien más blasfeme es más castrista y más defensor de un sucialismo, sí así mismo, que no cree ni en moral, ni en pudor, ni en decencia y ni en la madre que lo parió.

La culpa de nuestra estupidez cubana es del castrista que llevamos dentro.

Y yo diría más, aseguraría, con total conocimiento de causa, porque lo veo a diario en cualquier parte, es decir, en las redes sociales, en cada esquina de mi barrio y hasta en la vida misma, que a nosotros, los seres cubanos, nos cuesta mucho trabajo, se nos hace casi imposible, desprendernos, arrancarnos del cuerpo y del alma, el castro-comunista que, con tanto adoctrinamiento, nos inoculó hasta el tuétano, hasta donde dice made in bolsa, esa maldita tiranía o esa defecación presencial nombrada la revolución de los apagones más largos del mundo.

Yo aseguro que son muy pocos los cubanos que se salvaron de tamaño genocidio mental. Me atrevería a confirmar que un gran por ciento de nosotros es víctima segura de esa perversa enfermedad, es decir, el síndrome fidelista de hablar mierda y “disertar” sobre cualquier tema sin tener conocimientos reales, de emitir juicios sin saber de lo que se está hablando y de apuntalar ideas sin que tengamos ni la más puñetera cultura del perrito caliente, de la pizza hawaiana o de meternos de cabeza en una tina de agua con hielitos.

Cuba, los cubanos, la venta del cuerpo, la prostitución del alma y el negocio de la libertad.

Hoy Cuba, para vergüenza de muchos, de muchísimos seres cubanos, se ha transformado en un gran prostíbulo de humanidades, en un enorme lupanar donde lo mismo encontramos el trueque del cuerpo por un despiadado suspiro que la venta del alma por cualquier espejito colonial que refleje nuestra amargura, que le anuncie al mundo nuestra tristeza y que extienda nuestra agonía, nuestra miserable existencia revolucionaria, más allá de donde la esperanza dio sus tres voces de auxilio y el mundo entero dio la espalda para no escucharla.

Y lo mas triste, amigos míos, colegas de sufrimiento y de angustia por el país que hoy tenemos, es que muchos, muchísimos de nosotros, aun cuando logramos escapar de aquel enorme burdel del socialismo, arrastramos la terrible doctrina de que prostituir el cuerpo y los sentimientos al mejor postor es válido, es necesario, si nos va a «salvar la vida», triste pero cierto…

Padre nuestro que estas en el cielo, ilumínanos un tin a los cubanos.

Dice mi amiga la cínica que nosotros los cubanos dejamos de amar a Dios por cobardía política y de la otra, que eso del embullo patriotero a los cantos de una revolución de los humildes es puro cuento para disfrazar nuestro miedo a la represión castro-comunista, que preferimos quitar al Sagrado Corazón de Jesús que custodiaba espiritualmente nuestros hogares para colgar a un fidel castro que, como un ojo inquisidor, como un micrófono espía o como una cámara oculta, vigilaba todos nuestros movimientos, censuraba cada palabra que decíamos y nos advertía, con total estricto cumplimiento so pena de muerte, que quien dijera algo o hiciera algo contra él, le sacaría los ojos o le partiría las patas, sin el menor remordimiento y todo en defensa de esa maldita revolución de los apagones más largos del mundo.

Opositores, disidentes, activistas, anti-castristas y “Platero” y yo…

Son muchos los personajillos, los guerreros del billete constante y sonante que, gritando a todo “pulmón”, solo arengando y sermoneando a los cubanos con peroratas incendiarias, acusatorias e impulsivas, destinadas a someter la mente de quienes se dejan influir por un lenguaje muy parecido al de los castro-comunistas, y es lógico, fueron muchos, muchísimos años de adoctrinamiento ideológico, descubrieron que la libertad de Cuba, la erradicación de la tiranía castrista, más que una lucha patriótica es una gran industria, una enorme tubería por donde salen millones de dólares que bien nos vienen, muy bien podemos utilizar, para construir emporios personales, fortunas familiares y Cuba, los pobres cubanos, que continúen pasando hambre, que la libertad a nosotros no nos conviene, no nos sirve, pues tendríamos que trabajar, que rompernos el lomo, y eso sí que no, compañeros…, triste pero cierto…

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