¿Cómo acabar con ese tumor maligno, que es el castrismo, que nos mata lentamente? (II)



La mayoría de los cubanos coincidimos, y cuando digo cubanos me refiero a quienes no comulgamos con la revolución del picadillo, en que ese mal engendrado, parido y crecido que es el castrismo, tiene que ser erradicado en su totalidad y arrancado de a cuajo de nuestro país incluyendo a todos sus defensores, sus cómplices, sus aprovechados y sus parásitos que son en definitiva quienes han propiciado, por casi 60 larguísimos años, que esa maledicencia funcional nos haya recontrajodido la existencia a todos los cubanos.
Muchos son del criterio de que solo se puede extirpar esa blenorragia mental a través de una lucha violenta pues si algo han demostrado esos criminales de la nación cubana es que son sordos, ciegos y mudos a los reclamos de la razón y de la justicia hechos mediante métodos pacíficos, legales y utilizando el sentido común, es decir, dicho en buen cubano, que empezando por fidel castro hasta el último de esos esbirros, todos, absolutamente todos, se han cagado, literalmente hablando, en los reclamos de libertad, tolerancia, democracia y derechos del pueblo cubano.
Pero yo soy del criterio de que la dictadura castrista, desde que convirtió a Cuba en propiedad exclusiva de la familia castro, se ha venido preparando para enfrentar cualquier intento de “revolución” que pueda hacerle tambalear el control absoluto que ejercen sobre todo el país y sus habitantes, control que han mantenido y ejercido mediante la represión más brutal, cometiendo los crímenes más atroces, secuestrando la legalidad a todos los niveles, convirtiendo a Cuba en un estado de terror, elevando la corrupción física y moral a categoría de producto interno bruto e inoculando un miedo paralizante y absurdo en el alma de cada uno de los cubanos.
Desde principio mismo de los 60s del siglo pasado las estructuras represivas del castrismo están preparadas para ahogar en sangre cualquier levantamiento popular que surja del excesivo agobio que sufrimos los cubanos, del hambre que nos impusieron, de la falta de libertades civiles, de la explotación por el Estado al ciudadano simple, de la vergüenza que provoca vivir en un país de mierda, de la vida miserable que todos tenemos y de la angustia por no vislumbrar un futuro que son, en definitiva, las causas fundamentales por las que los pueblos se tiran a las calles, provocan paros generales, huelgas indefinidas y desobediencia civil hasta que se vayan el tirano, los otros tiranos y todos sus tiranitos.
Pero en nuestro país es diferente, el diseño dictatorial represivo es, y es dolorosamente triste reconocerlo, una genialidad maldita y muy bien aplicada. El castrismo en Cuba hizo la ley y la trampa, creó un sistema jurídico totalmente dependiente a la cúpula de poder y maneja a su antojo quién vive o muere, con total impunidad, ante el aplauso de millones de sus seguidores y la complicidad de las instituciones internacionales y muchas democracias del mundo.
Recientemente vimos, y cito a modo de ejemplo, cómo un delincuente al servicio de la policía política agredió con un “arma de matar” a un opositor pacifico, delincuente cuya foto fue difundida en las redes sociales, incluso aun portando dicha arma, y no le pasó absolutamente nada. Entonces pregunto: ¿Y si hubiera sido al revés, si el opositor hubiera sido el agresor, la justicia “revolucionaria” habría actuado del mismo modo?
No, para nada, por todos es sabido que el régimen castrista no necita razones para asesinar, la totalidad de las veces inventa las causas y lleva a prisión, a inhumanas cárceles, a todos aquellos que les resultan incómodos o que de una forma u otra se les enfrentan cuestionando la miseria de vida que le han impuesto a los cubanos.
Es cierto que si todo un pueblo se rebela, cosa que, para empezar, no es creíble porque todavía son muchos los cubanos que, por una u otra razón, aun creen en esa porquería de «picadillo», la dictadura no podría meterlos a todos en las prisiones pero sí tendría, y estoy seguro que es la justificación que están buscando, la licencia para matar “legalmente” pues hasta han constituido, en ese proyecto de constitución gato por liebre que quieren pasar a lo descara’o, que la revolución y el socialismo serán defendidos de cualquier agresión hasta con las armas.
Yo, particularmente, no quiero esa matanza para Cuba y los cubanos, me niego a que otros pongan el muerto si yo no voy a ser el primero de los caídos, tenemos que tomar conciencia de que el régimen de los castro se ha entrenado muy bien en Venezuela y Nicaragua ahogando revoluciones y, vuelvo y repito, nos llevan mucha, muchísima, ventaja.
Entonces tenemos que pensar en otras soluciones…
Continuará…
Ricardo Santiago.



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