Creo que nosotros los cubanos hemos “contaminado” a los Estados Unidos.

Quiero empezar aclarando que en mi criterio, esta contaminación se ha producido fundamentalmente desde los últimos treinta años para acá porque, al principio, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, emigró desde Cuba un tipo diferente de cubano, es decir, cubanos que eran enemigos jurados del castro-comunismo, afectados física y/o moralmente por fidel castro, hombres y mujeres que sufrieron persecución, presidio u ostracismo por parte de las hordas represivas del castrismo, personas que fueron acosadas por sus creencias religiosas o de otro tipo y hasta quienes, simplemente, no quisieron comulgar con la terrible tragedia que se avizoraba pero nunca se opusieron a dicha frontalidad contra el régimen.

En esa primera etapa llegaron a los Estados Unidos seres cubanos dispuestos a echar pa’lante y a combatir abiertamente a esa falsa revolución de los humildes que escondía, para la mayoría del pueblo cubano, sus perversas intenciones tras la nacionalización de nuestra próspera industria nacional, tras la supresión de la propiedad privada, tras la eliminación física o espiritual de los enemigos de la “libertad”, tras los gritos de paredón y tras la desaparición de la educación formal, de nuestra verdadera idiosincrasia y de nuestra vergüenza cubana.

Pero desde hace un tiempo lo que viene llegando, en un alto por ciento, es el cubano nacido, formado y adoctrinado, a to’ meter, con una instrucción envenenada por la violencia intrínseca del socialismo, con millones de patria o muertes, absolutamente carente de valores, de ética, de estética y con la envidia, el odio, las delaciones, el oportunismo, la chusmería, la inmoralidad, la vagancia, el robo, la delincuencia, las mentiras, los chovinismos y las mariconerías de alma, características todas, absolutamente todas, inherentes a la inmoralidad de la tiranía castro-comunista.

Y no es que los Estados Unidos estén muy sanos que digamos, es decir, el país más poderoso del mundo, por mucho, tiene un no sé qué que lo está carcomiendo desde sus entrañas desde hace rato, tiene un cáncer en fase diecisiete que lo devora vivo y tiene a unos cuantos políticos que, con ideas demasiado “liberales” para sus bolsillos, con sus extremismos de izquierda, con su libertinaje en materia de migración, con su anarquía política, social y cultural, lo está llevando al oscuro abismo donde lo espera, con las fauces abiertas, el monstruo devorador de pueblos, de países, de economías y de historias patrias.

Por suerte llegó el comandante Trump y mandó a parar, puso un stop al abuso de confianza y detuvo, con mano firme y sin miedo, los excesos de la administración federal anterior que destruyó el país, acabó con la hegemonía mundial norteamericana, afeminó la “masculinidad” del pueblo estadounidense y socavó los cimientos de una sociedad que se emocionaba de su himno, de su bandera, de sus tradiciones ancestrales, de su gran democracia republicana y de ser el sueño de tantos, pero de tantos, seres humanos y cubanos, que están locos por emigrar para esa gran nación.

Hay actitudes en la vida, posiciones que uno asume, que definen en realidad lo que somos, en qué nos convertimos, hacia dónde vamos y cuáles son nuestras verdaderas aspiraciones. Eso es lo que les pasa a los cubanos que solo aprendieron y aprehendieron lo peor del adoctrinamiento comunista, los que nunca comprendieron que en Cuba socialista tierra de fidel nada es gratis, ni siquiera el criminal seremos como el che y que todo, absolutamente todo bajo ese régimen de porquería, está direccionado para transformarnos en energúmenos, en parásitos, en delincuentes o en tontos útiles.

Y así llegan a los Estados Unidos. Cargan consigo mochilas repletas de mala educación, de hábitos terribles, de comportamientos que dejan muy poco que desear, de actitudes vergonzosas y con la creencia de que aquí, en la “Yuma”, también merecen “paternalismo”, no tienen que trabajar, otros tienen que mantenerlos, pueden vivir como si nada del contribuyente norteamericano y comportarse como vulgares delincuentes tal como lo hacían en Cuba.

No es que todos sean así, por supuesto que están los que vienen a partirse el lomo, a construirse un futuro y a denunciar a esa criminal revolución de los apagones más largos del mundo, bueno, en realidad, eso último, no creo que esté en la agenda principal de muchos de ellos pero, bueno, espero que abran sus ojos tal como hice yo con los míos.

Yo soy del criterio que los cubanos no tenemos el derecho de contaminar a nadie, estamos obligados a desparasitarnos desde el tuétano porque debemos ser agradecidos con el país que nos abre sus puertas y porque esa maldad, ese atraso, esa ignominia y esa ruindad, tenemos que dejárselas a los comunistas allá en Cuba.

Ricardo Santiago.

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