El gran problema de nosotros los cubanos, la gran catástrofe emocional y material que estamos sufriendo, este apocalipsis de la “carne con papas” que se inició el 1 de Enero de 1959, es decir, hace más de sesenta y seis larguísimos años, es que permitimos, aceptamos y aprobamos, con total conocimiento o desconocimiento de causa, a cada cual según su responsabilidad, que se sentara en el tibol del poder en Cuba, con todas sus “patas” abiertas, una de las más crueles dictaduras de toda la historia de la humanidad.
Años tras años hemos visto y hemos padecido, sobre todo soportado, sobre nuestras carnes de “revolucionarios” engañados, risueños, oportunistas o comprometidos, los embates de una revolución socialista que lo único que ha hecho es ponernos en el pico de la piragua, en el mismísimo piquito de la piragua, para que recibamos de frente, de espalda y de costado, toda la mierda represiva, corrupta y acojonante, primero generada por el asesino de fidel castro y después por la caterva de imbéciles dictadorzuelos que le sucedieron como el General de la pamela, el títere presidente y cuanto energúmeno les ha servido para conformar los rincones más oscuros e improductivos del poder en Cuba.
Porque en realidad eso mismo es el castro-comunismo, un rincón oscuro, muy oscuro, el más tenebroso del pensamiento humano, el único responsable de nuestra terrible hambre nacional, el causante principal de la gran guerra civil y silenciosa que por más de seis décadas sufrimos los seres cubanos, un patriarca inescrupuloso productor de la peste doméstica y nauseabunda que emana de nuestra isla y que trasciende fronteras y, por lógica cubana, por dialéctica de la materia en putrefacción, el insensato administrador de más del noventa y nueve por ciento de las muertes que suceden en Cuba, en Cubita la muerta, en Cubita la trágica y en Cubita la abandonada por gran parte de nosotros mismos.
Hoy Cuba es un país devastado por décadas de improductividad física y espiritual, arrasado por la ambición inescrupulosa de algunos que, abrazando la mar de posiciones “políticas”, de actitudes oportunistas, chupan su savia vital, sus recursos naturales y se enriquecen descaradamente frente a los ojos del mundo. Una nación destruida por el desorden que provoca la negligencia, el desinterés y la apatía, una Patria exigua de verdaderos patriotas y una tierra que exporta voluntades en busca de un “futuro” mejor.
Dice mi amiga la cínica que eso es lo que en realidad somos los cubanos, una raza desarraigada de su tierra que, de nación próspera y casi desarrollada en 1959, se ha transformado en una tribu de nómadas que surcan desesperadamente los mares, rompen montes y ciudades hasta con los dientes y desaparecen por los cielos del mundo como papalotes sin varillas o como pájaros atemorizados que no tienen «puntería» para tirarle a las escopetas de la dictadura castro-comunista.
Y es verdad lo que dice la cínica, una verdad innegable sustentada en la existencia de una diáspora de alrededor de cuatro millones de nosotros, aunque el hecho de anteponer la vida de vivir a la muerte dictatorial castrista, es lo que nos convierte en supervivientes, en exponentes directos, en la prueba más eficiente de que el socialismo, las ideas de izquierda o cualquier ideología que intente apuntalar el poder del pueblo, la lucha de clases, la igualdad en cualquiera de sus variantes y las gratuidades sociales, son una estafa, son la justificación perfecta para que un grupúsculo de camajanes con uniformes militares o trajes hechos a la medida, se posicionen en el poder, se aferren a él y permanezcan “santificados” en los taburetes presidenciales por los siglos de los siglos.
En Cuba, en este 2025, cabalgan a sus anchas, por todo nuestro territorio nacional, seis jinetes del apocalipsis bien diferenciados, el hambre que se ha hecho endémica y que se refleja en el rostro de cada cubano que camina por sus calles, la guerra silenciosa que se manifiesta en cada tiro o cañonazo que estremecen anunciando la temible supervivencia, la inmensa peste que emana de cada basurero que existe en las esquinas de la nación, la muerte de los Patria o muerte multiplicados indiscriminadamente, las enfermedades sin cura o con cura que, valga la redundancia, están asesinando sin remedio a cada ser cubano y la permanencia, representando lo peor de más de sesenta y seis larguísimos años de nuestra historia, a un díaz canel, a un títere sin cabeza que no da pie con bolas como “presidente”, que extiende nuestra agonía cubana con mentiras ridículas y que hace más por incrementar las fortunas privadas de sus manejadores que por el bienestar del pueblo cubano, así de simple…
Ricardo Santiago.