Cuba: El país de las prohibiciones largas, larguísimas, las más kilométricas del mundo.



Es cierto. En Cuba todo, absolutamente todo, lo que tenga que ver con la libertad individual, está regulado, reglamentado, dispuesto e “indispuesto”, orientado y, como funciona en las sociedades totalitarias, tenemos que esperar porque a alguien de arriba, de muy “arriba”, le salga de sus podridas entrañas firmar un papelito, un autorizo, un “salvoconducto”, una cartica o un “aval” para que los seres cubanos tengamos el “visto bueno” y podamos “viajar”, comprar un carrito de segunda mano, “manifestarnos a favor del socialismo” por lo dudoso que resulta, mudarnos a una “zona congelada”, echar “gasolina”, comer carne de res y, lo más importante, “defecarla” sin traicionar a la patria.
En eso llevamos más de medio siglo, pidiendo “permiso” para todo, levantando la mano pa’ opinar y esperando una eternidad para que, quienes reglamentan nuestras vidas allá en el Olimpo comunista, dictaminen que somos “personas de confianza”, que tenemos una actitud políticamente correcta, que si tenemos que aguantar un gaznatón por la revolución lo aguantamos y que no somos unos desafectos, unos contrarrevolucionarios, unos delincuentes y unos “pillos manigüeros” a quienes hay que prohibírselo y quitárselo todo en nombre de la patria socialista y de nuestro querido comandante en jefe que Dios, perdón, Lenin o Stalin, lo tengan en…
La historia de Cuba, la revolucionaria, es decir, la que han escrito como les da la gana los “ideólogos” de la revolución del picadillo después del 1 de Enero de 1959, está plagada de absurdas prohibiciones, limitaciones, tabúes y contravenciones originadas en aquella tendenciosa y fascista frase de fidel castro: “con la revolución todo, contra la revolución nada…”, dicha a los muy escasos meses de iniciada nuestra mayor tragedia nacional.
El castro-comunismo, en su afán por controlar, tergiversar y manipular hasta “las sombras cubanescas”, desarrolló un sistemático plan de adoctrinamiento “multi-disciplinario” al que fuimos sometidos todos los cubanos pues Cuba se convirtió, de la noche a la mañana, en una gran consigna, en un enorme cartel “glorificando” el triunfo del “proletariado”, la erradicación de los rezagos del capitalismo, la colectividad por encima de la individualidad, la peste el último y el primero se la traga, el eterno sacrificio por la revolución, por las órdenes de “nuestro comandante” y que si fidel es comunista que me pongan en la lista, esta es tu casa fidel, pa’ lo que sea fidel, yo soy fidel…
Así fueron sucediendo un absurdo detrás de otro. Los cubanos, en masa, como pueblo, con la adrenalina subida hasta las trancas, disparada y descontrolada, nos lanzamos a apoyar cada grosería que salió de la boca y el cerebro de aquel monstruo. Nos fuimos en aplausos y gritería ante cada una de sus aberraciones sin darnos cuenta que le autorizábamos, a la peor dictadura criminal de toda la historia de la humanidad, que hiciera de nuestras vidas un verdadero infierno pues a partir de ese momento teníamos que pensar como ellos querían, comer lo que ellos querían, limpiarnos el c… con lo que ellos, bueno, eso tuvimos que inventarlo nosotros, sacrificarnos cuando ellos querían, reírnos cuando ellos querían y ser todo cuanto ellos querían porque, para eso, nos daban “educación gratuita”, “servicios asistenciales gratuitos” y una canasta básica subvencionada que es el mayor orgullo de nuestra “amada” revolución socialista.
Yo nunca voy a entender cómo la mayoría de los cubanos, yo el primero, pudimos adaptarnos a vivir en un país donde existen prohibiciones tan inhumanas, tan ilegales, tan criminales y tan irracionales como las que nos impuso el castro-comunismo. Prohibiciones que, incluso, tienen más de sesenta años y que la hemos incorporado a nuestro ADN como si fueran lo más natural del mundo.
Digo esto porque en Cuba está absolutamente prohibido pensar diferente a la finísima línea trazada por el partido comunista. Se tiene que ser muy cuidadoso con lo que se come o se toma pues te pueden acusar de diversionismo ideológico. Hay que ser muy “objetivos” compañeros en cuanto a nuestras preferencias sexuales. No podemos manifestar nuestras opiniones o desacuerdos en público pues el “enemigo” las puede interpretar como una debilidad de la revolución y eso sí que no. La “calle” tiene que ser solo pa’ los revolucionarios. No se pueden hacer huelgas porque los trabajadores están contentos cantidad. Nada de derechos humanos que esta es una revolución de izquierda. A las ocho to’l mundo durmiendo con la calabacita. Tenemos que gritar viva fidel, abajo el imperialismo y a los enemigos de la patria, a esos que se hacen llamar opositores o disidentes, los tenemos que tener regulados a salir del país porque…
Ricardo Santiago.



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