Cuba es hoy un país irreconocible, perdido entre la traición, el espanto y la miseria.



El castrismo, esa “espora” infernal que ha contaminado a tantos cubanos y los tiene haciendo el ridículo en Cuba, y en muchas partes del mundo, blasfemando, asesinando, hablando porquerías, masacrando a inocentes en nombre del socialismo, estafando instituciones, oportunistas con dos, tres, cuatro e infinitos rostros, hipócritas, descarados, sinvergüenzas y fidelistas infelices, han desprestigiado tanto a la nación cubana que Cuba es hoy un país irreconocible por la traición de quienes se empeñan en mancillarla, prostituirla y satanizarla.
Aun así no me escondo y no siento ninguna vergüenza al decir que soy cubano, que nací en Cuba y que nada ni nadie podrá quitarme esa condición pues como dice el viejo, pero muy hermoso bolero: “Aunque me cueste la vida sigo buscando tu amor…”..
No me gustan los chovinismos, no soporto el patriotismo “patriotero”, el fanatismo o el fatalismo geográfico, no me gusta la ceguera política, detesto el partidismo, las militancias y la institucionalización de las ideas, no creo en las grandilocuencias “amorosas”, en las definiciones ideológicas, en la imperfección de las “mezclas”, en las concentraciones “espontáneas”, en las marchas protestonas pa’quí y pa’llá, en las agresiones verbales y físicas para defender un pensamiento, en la idolatría magnificada a “los fieles difuntos”, en la iconoclastia revolucionaria para santificar a cuanto sátrapa “brille por su ausencia”, en la vigilancia nocturna “al enemigo”, en la delación gratuita o profesional y en el abuso o en el desprecio a otros por ser o pensar diferente.
No siento vergüenza de ser cubano porque, como he dicho muchas, muchísimas veces, la cubanía es un sentimiento muy personal y es algo más grande que nosotros mismos, es una pasión que va más allá del horror y las alegrías de la vida, de los buenos y de los malos, de quienes dan o de quienes reciben, de quien habla o de quien escucha, de los que mandan o de los que obedecen, de quienes queremos ser libres o de quienes prefieren mantenerse “sembrados” hasta el cuello en el estercolero dictatorial, de quienes aman o de quienes odian, en fin, de quienes utilizan a nuestra CUBA para justificar las mentiras, el desastre, la inoperancia, la improductividad y el caos que ha generado esa ideología del mal en nuestra Patria querida en estos últimos 60 años.
No escondo mi cubanía porque no puedo ocultar que me estremece hasta el alma el sonido de las tumbadoras, bailar “apretaito”, la soberbia de las olas del mar “acariciando” el diente de perro en mis años de playa “salvaje”, los juegos a las cuatro esquinas con los socios del barrio, la leche condensada convertida en “fanguito”, las tableticas de maní pa’ engañar el hambre, decir buenos días incluso a los desconocidos, el arroz con pollo y los tostones, abrazar a los amigos sin tener que pedir permiso, correr pa’ donde sea cuando alguien grita ¡ataja!, el pudin que hacía mi madre, la tierra colora’, mirar una buena hembra con lujuria y respeto, dar la mano y decir “qué volá”, caminar por la acera de enfrente, echar un chorrito de ron en los rincones, los cuentos del gran Guedes, la “música de antes”, la alegría de vivir, el choteo y la libertad.
Por todo eso cargo conmigo, a donde quiera que voy, un pedazo bien grande de esa CUBA hermosa, amada, recordada, idolatrada y bendita que muestro a quien me da la gana con el más absoluto descaro, desenfado, intención, jactancia y alarde.
Gracias a sentirme cubano, a sufrir, padecer y entender la vida que he tenido, a formarme en un país ocupado por una cruel dictadura y a sentir el dolor de un exilio que siempre será inmerecido, hoy defiendo esta libertad espiritual que tengo y no me identifico con quienes apoyan, defienden e implementan en Cuba, y en otras partes del mundo, una ideología elaborada con malicia, envidia, intolerancia, muerte y aplicada por militares enfermos de poder, por mequetrefes de la gritería absurda y reaccionaria, por habladores y defensores de la porquería revolucionaria, por “alcahueteras” y pendencieros de las redes sociales, por vividores y oportunistas que dicen ser cubanos y que, desgraciadamente, también lo son.
Pero mi bandera, la de la estrella solitaria, es diferente porque no es la misma que la de esos sinvergüenzas, mi CUBA es diferente aunque sea la misma que la de esos degenerados, mi Escudo es diferente aunque sea el mismo que el de esos miserables, mi Palma Real, mi Tocororo, mi flor de la Mariposa, mi Mar Caribe, mi Martí, mi Virgen de La Caridad y mis sueños son diferentes, muy diferentes, a los de esos mejunjes cafeconlecheros adoctrinados por el odio, la rabia y el miedo a la libertad.
No se puede confundir cubano con castrista.
Ricardo Santiago.



4 comentarios en «Cuba es hoy un país irreconocible, perdido entre la traición, el espanto y la miseria.»

  1. Cuba hoy es lo que siempre quisieron que fuera los peores hombres que ha dado esa tierra dotada de grandes próceres y de una Historia difícil de opacar.
    Son múltiples los apelativos que califican o definen al castrismo y todo el daño que ha sembrado en el país y su gente, creando un cerco de abandono de poza o lodazal incalculables.
    No se trata de ceguera política el reconocer que somos cubanos y éso Ricardo Santiago no lo quitará nadie , nos tilden como nos tilden los testaferros y la propia dictadura.
    Tener el privilegio de denunciar los atropellos, las injusticias, los ultrajes del régimen nos distingue como hijos legítimos de nuestra Patria a diferencia de aquellos que la hunden en el cieno, en el lodo.
    Aclarar porque seguimos siendo cubanos les molesta a ciertos individuos que se esconden detrás del castrismo buscando prebendas.
    Nosotros sólo aspiramos a una Cuba Libre, a esa Cuba que está personificada en la Constitución del 40. Otro texto es pura falsedad y NO ME REPRESENTA.

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  2. al cabo,decir cuba no es decir fidel,decir cubano no es decir castrista,,,,,,fidel solo fue un accidente en cuba,pero el peor de todos,no alcanzan las matematicas para cuantificar los daños y perdidas que causo,y el mismo fue el que mayor deuda tuvo con la nacion,pero como acostumbro en su vida,esta deuda tampoco la pago

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