Dicen quienes saben, quienes conocieron al sátrapa en “carne viva” y no tuvieron miedo de decir la verdad, que fidel castro fue un déspota, un tipo odioso, prepotente, autosuficiente, vulgar y despreciable que se regodeaba haciéndole daño a los demás, humillándolos y menospreciándolos pues solo él tenía, según su asqueroso encumbramiento, la razón y la verdad “absoluta” sobre todos los temas de la vida.
Si no lo creen pregúntenle a cualquiera de sus “víctimas”, a quienes lo contradijeron en algún criterio y dónde fueron a parar por atreverse a decirle en la cara que estaba hablando muchísima mierda.
¿Tenemos los cubanos que desprestigiar y burlarnos de fidel castro o, como dicen algunos, dejarlo “descansar en paz”?
Pues yo digo que sí, que tenemos que ponerle el de’o encima a ese hijo de puta y no quitárselo nunca para que a las nuevas generaciones no las confundan con la muela “retroactiva” de que el muy cabrón fue el “salvador de la Patria” y de todos los cubanos.
Pero, bien, a nosotros nos encanta el choteo, somos capaces de reírnos hasta de nuestras propias desagracias, otra cosa es decir mentira. Enfrentamos la vida con humor porque aprendimos con sangre que la risa es el único alimento que esa dictadura de cagalitrosos no nos puede vender por la libreta de racionamiento.
fidel castro se puso tan feo con los años que costaba trabajo creer que fuera el mismo tipo que hizo “temblar” al pueblo de Cuba. A veces pienso que ese “ilustre criminal” se murió mucho antes de cuando lo anunciaron en la televisión y que sacaron a otro viejo disfrazado de comandante de la moringa para asustar a la gente y que los cubanos no nos saliéramos de la “guardarraya” y mantenernos así, la vida entera, adorando la miseria, el hambre, los latigazos y el socialismo.
Desde que yo era niño en Cuba se oían cuentos de Pepito y otros donde el “gran” dictador era centro de burlas y mofas que en verdad daban mucha risa. El cubanazo de Guillermo Álvarez Guedes fue el campeón contando esos chistes, no habrá nadie como él, pero les aseguro que mi generación, y otras, se deleitaron y gozaron con su picaresca que, en muchas ocasiones, también nos llamaba a la reflexión.
Dice mi amiga la cínica, que parece que hoy tiene la bondad subi’a, que ella cree que no, que al sujeto debemos olvidarlo, enterrarlo bien abajo e ignorarlo para que esa desgracia se nos pase pronto y no se nos convierta en una desagradable obsesión.
Bueno, bueno, bueno, yo sólo digo que es verdad que la bondad es una condición sagrada y debe ser la principal característica de todos los seres cubanos pero: ¿Respetó alguna vez fidel castro a Cuba y a los cubanos?
Todo lo que hizo ese maldito, desde su tibor revolucionario de tirano enternecido, fue para su propia conveniencia y para inmortalizar su imagen de “guerrero antiimperialista”, de “defensor de los humildes”, de bravucón contra los americanos y de no sé cuantas estupideces más de las que se ha encargado propagar la historiografía castrista.
Yo digo que ese tipo siempre supo que muchos cubanos pasaban hambre, que no tenían agua potable, que carecían de servicio eléctrico, que vivían en casas deplorables, en condiciones de pobreza, de extrema pobreza, de mendicidad, sin opciones para la vida, anhelando un exilio innecesario y “luchando” a diario para no morirse de inanición en un país donde las semillas de cualquier cosa crecen en los campos y dan para alimentarnos a todos más de tres veces al día.
Nunca alguien se burló más de un pueblo que ese descara’o, se “cagó” literalmente en la historia de una nación, en sus tradiciones y en sus costumbres. Provocó con su desastre económico y socio-político una diáspora de más de tres millones de personas, enfrentó a los cubanos entre ellos y alimentó el odio, el rencor, la violencia y la intolerancia como condición para ser “revolucionario”.
No, esta vez me perdonen mi amiga la cínica y quienes piensen como ella, la paz se gana, no se merece, el descanso eterno se logra cuando se ha vivido con honor, sabiduría, humildad y decencia, cuando somos capaces de escuchar con respeto otras opiniones y cuando nos “quitamos de en medio” porque lo que hacemos no tiene ningún resultado y daña a otras personas.
Ese pésimo dictador perdió el derecho a ser “respetado” cuando decidió pasarnos por encima a los cubanos con su totalitarismo, su egolatría y su ambición descontrolados.
Es mi opinión.
Ricardo Santiago.