Yo siempre digo que Cuba es la Atlantis del Siglo XX, triste pero cierto, la única diferencia es que nuestra isla yace bajo cientos de miles de toneladas de porquería y bajo las botas de una casta militar que se niega a dejarnos respirar aun cuando llevan 60 años asfixiándonos por completo.
Cuba es hoy por hoy un país aplastado por la ineficiencia, la chapucería, el abandono, el desinterés y las justificaciones mientras su pueblo es perseguido día tras día por la miseria, la insalubridad, la represión, las enfermedades, las ambiciones de poder, el egoísmo, la envidia, las delaciones y la mal sanidad de una ideología tan absurda y disparatada como el comunismo de cajita, cogió cajita el muy degenera’o, impuesto a los cubanos por la dictadura de los hermanos castro.
Por cierto, hablando como los locos, a mi eso de los hermanos castro me suena a conjunto musical de la década de los 50s del siglo pasado, pasa que ese par de sinvergüenzas ni ritmo, ni melodía, ni armonía y ni unas simples maraquitas, lo de esa pandilla de usureros de la moral ha sido mucha tribuna “antiimperialista”, muchos micrófonos y un cable tan largo que nos hemos tenido que comer los cubanos que llevamos casi 60 años tratando de digerirlo y de evacuarlo, sobre todo de evacuarlo.
A los comunistas hay que hacerlos rabiar, hay que darles de su propia medicina para que se revuelquen en su asquerosa bilis ideológica, hay que mostrarles diariamente las imágenes de la destrucción que han provocado para que entiendan que el estercolero en que han convertido a la nación cubana es únicamente responsabilidad de la improductividad de un sistema que avanza un paso, retrocede cien y si te entretienes un poquito te suenan un 31 y pa’lante.
¿Alguien puede mencionar una sola obra construida por la revolución del picadillo que merezca ser rescatada para la posteridad?
Sin relajitos que estoy hablando en serio.
La revolución maldita, a los efectos de la práctica de la vida, es como esa señora que un día de paseo, con su sombrero, rompió una farola…, y la muy desconsiderada siguió destrozándolo todo y acabó con los bancos de los parques, las flores, los árboles, el agua fría pa’ tomar, la iniciativa privada, las aceras, los edificios, los comercios, las calles, el papel higiénico, la alegría, la sazón del arroz con pollo, el manantial de la cordura, las matinée de los cines de barrios, el azúcar blanca, una buena taza de café, el ojo de la aguja, la natilla, la buena educación, la alegría y la risa de los cubanos, esa que salía del alma y que usted podía escucharla a tres leguas de distancia.
Hoy Cuba es un derrumbe colosal, insisto, los escombros se acumulan como trofeos a la mariconá de un régimen que no quiere admitir su ineptitud, su desidia, su desapego al sentido común y su incapacidad para devolverle la belleza a un país que, en sus buenos tiempos, fue uno de los más hermosos del mundo.
La ideología comunista no puede impulsar el progreso social porque es una filosofía autodestructiva en su esencia. Erradica los motores que impulsan el desarrollo económico de una sociedad e implanta un absurdo de propiedad social sobre los medios de producción que sólo conducen al atraso, la involución, el empobrecimiento de la sociedad, las cafeteras sin asas, las ollas de presión sin juntas y los colchones sin muelles.
Son tristes las imágenes, las miles de miles de imágenes que circulan en las redes sociales mostrando la destrucción que hoy vivimos los cubanos, el dolor y la vergüenza que provocan en las personas decentes es muy grande mientras esos criminales se vanaglorian mostrando los hoteles para el turismo internacional, algunos hospitales remozados para las fotos domingueras y dos o tres edificios con coloretes y maquillajes de bajo presupuesto pa’ tapar las bocas de los “criticones”.
Cuba ha perdido su valor arquitectónico, otrora de los más significativos de América, para dar paso al perenne susto del cataplún se cayeron los balcones.
El cubano, el cubano simple que no es funcionario de la dictadura, ni está apadrinado por los patriarcas del régimen, ni vinculado por consanguinidad o por servilismo a los castro, ve cómo día tras día se desconcha el techo de su vivienda mientras sólo puede rezar, suplicar y maldecir para que no se venga abajo, un día de estos, y lo aplaste a él, a su familia y a sus hijos.
Hoy Cuba es un enorme derrumbe y la dictadura “cantando” Cuba qué linda es Cuba…
Ricardo Santiago.