Yo siempre digo que cada acto público de la dictadura castrista en Cuba, léanse desfiles patrioteros, marchas políticas, mítines de repudio contra los enemigos de la revolución del picadillo, actos de reafirmación del socialismo o los “bailables” para festejar, celebrar y gozar las “victorias” del valiente pueblo cubano tras 60 años de “liberarnos del yugo imperialista”, no son otra cosa que la muestra más real, exacta, diabólica y alucinógena de la agonía de vida que sufrimos los seres cubanos por aceptar, permitir y solventar, a la peor tiranía que ha sufrido un país en toda la historia de la humanidad.
Porque en Cuba, y eso todo el mundo lo sabe, y el que no salte es yanqui, perdón, y quien no lo sepa es un “bello durmiente” reposando eternamente en la hamaca de la bobería, la masividad está acompañada de algún tipo de chantaje, de coacción física o espiritual, de un “pasecito” de lista, de siempre hay un ojo que te ve, de si no participas te expulsamos de tu centro de trabajo, o de la universidad, o de la oficoda pa’ que te quedes sin comer, o te hacemos una marquita en tu expediente para que veas que con la revolución no se juega y, en el “peor” de los casos, te obligamos a que te vayas pa’ Miami para que pases mucho trabajo en el capitalismo y así aprendas a valorar las “gratuidades” que te brinda el socialismo.
Y es que Cuba, después del 1 de Enero de 1959, se convirtió en un país estrambótico, raro, imposible de descifrar, de entender cómo es que un pueblo, en un altísimo por ciento, a pesar del hambre, la represión, las humillaciones, la miseria y la explotación que sufre, es capaz de apoyar a sus verdugos con una parsimonia tan grande, y tan festinada, que hacen tambalearse de asco a la decencia, al honor y a la vergüenza.
Dice mi amiga la cínica que eso pasa por la doble moral, que algunos lo hacen para no perder el estatus cíclope que han alcanzado bajo ese régimen, otros por un miedo enfermizo a la maquinaria represora castrista, algunos porque viven de las remesas que les llegan del exterior y no se “meten en política”, la mayoría pa’ que les den “merienda” y los menos, un buchito así de personas, porque aun se tragan el cuento de que la revolución es buena, fidel castro vive en nuestros corazones y el besito que me diste mami me gustó, me gustó…
Yo digo que en la vida real lo de nosotros los cubanos es un caso digno de estudio. Nuestra historia revolucionaria ha demostrado con creces, con muchísimos ejemplos, que la llamada revolución castrista, desde hace más de 60 larguísimos años, lo único que le ha proporcionado a la nación cubana es una involución, un atraso y un subdesarrollo descomunales que se han reflejado, de la manera más cruel posible, en la vida de varias generaciones de seres cubanos sumiéndonos en la miseria física y espiritual más absoluta y convirtiéndonos en un país con muchas consignas políticas y con muy poca “jama”.
Es precisamente por esas actitudes que nadie nos cree, nos apoya o nos respeta. A todo le queremos sonar un lema doctrinero y justificamos nuestro desnutrido patriotismo con un “bloqueo” imperialista que nos tiene “tiesos”, cuando en realidad Cuba es un país con una tierra muy fértil para la producción agropecuaria, con importantes recursos naturales, con un clima envidiable, un pueblo de gente trabajadora, emprendedora y con muchos deseos de tener un lugar en el mundo que huela a limpio y que tenga buenos sabores.
Pero todo pasa por la desidia del régimen castro-comunista. La miseria que hoy vivimos los seres cubanos es un plan de Estado, rigurosamente diseñado, para someter la voluntad de los hombres y privarlos de cualquier deseo de libertad física o espiritual que le provoque, a ese grupúsculo de delincuentes que se hacen llamar revolución cubana, perder los enormes dividendos que gozan por el negocio, por el lucrativo negocio, de la revolución de los humildes.
Y es que ese es otro secreto a grandes voces. Las inmensas fortunas que han acumulado los siniestros “arquitectos” de la gran estafa nacional a nosotros los cubanos, iniciada por los castro en 1959, resulta incalculable. Nadie es capaz de contabilizar a cuánto asciende lo robado por esa mafia de militares sin honor, incluyendo a sus familias, cuando han dispuesto de un país entero como les ha salido de las entrañas y cuentan, además, con un ejército de “putas” sin dignidad dispuestas a defenderlos con sus “bajas pasiones” a cambio de…
Ricardo Santiago.