La propaganda castro-comunista, la promotora de las mayores mentiras sobre la revolución del picadillo, esa que nos ha costado a los seres cubanos miles de millones de dólares, cientos de toneladas de sudor del sacrificio y cualquier cantidad de muertos por los horrores y los crímenes de un régimen totalitario, mezquino y abusador, ha vendido la imagen de que Cuba es una potencia mundial de cualquier cosa, es decir, del deporte, de la educación, de la salud, de la solidaridad, etc., etc., etc. “Si te quieres por el pico divertir, cómprame un…”.
Pero la realidad, la verdad que esconden y que falsean con total descaro los defensores de esa maldita dictadura socialista, es que en lo único que el castro-comunismo es una verdadera potencia es en la improductividad, en la inoperancia, en la debacle económica, en la corrupción, en la doble moral y en permitir, como si fuera lo más natural del mundo, que las ciudades se repleten de escombros, de derrumbes, de ruinas vergonzosas, de las peores alimañas del monte y del infierno, de fosas sépticas reventadas, de escombros, de mami qué dolor, qué dolor, qué pena…, de indolencia, de putrefacción, de asquerosidades y que en los campos proliferen la miseria, la angustia, la desilusión, el hambre, el desconsuelo, la melancolía y el marabú.
Con una tierra tan rica y productiva como la nuestra es una vergüenza que en Cuba, después de más de seis décadas de insistente dictadura del proletariado, las papas, los plátanos y los boniatos se le vendan al pueblo por la libreta de racionamiento, que los seres cubanos no los vean pasar ni en los días de “fiesta” y tengan que soportar una hambruna que ya, a esta altura de “la guerra de todo el pueblo”, ha dejado de ser “coyuntural” para convertirse en una verdadera vergüenza ajena, mía, tuya y de todos los demás.
Pero no, claro que no, no podía ser de otra manera porque fidel castro siempre estuvo muy preocupado y ocupado en crear un imperio personalista y millonario a base del sudor y el sacrificio de todos nosotros.
Yo estoy seguro que desde inicio de los 60s, y en el secreteo de sus pajas mentales, el patriarca del socialismo tropical jugaba a ser Napoleón coronándose a sí mismo, con la ambición proyectada al futuro, sin importarle el mal que nos causaría o la destrucción que provocaría a causa de su elevado egoísmo, cinismo, egocentrismo, maldad y mediocridad.
No queda otra, no hay explicación posible que permita entender cómo ese diablo, que agarró un país próspero, con una infraestructura en desarrollo y con una tierra fértil y agradecida, halla sumido a un país entero, y a cinco o seis generaciones de seres cubanos, en la más profunda miseria física, espiritual o ambas inclusive.
Cuba se nos perdió como nación por el invento del socialismo y del castrismo. Caímos en un “dulce abismo” por seguir unos ideales que, ahora vistos en el tiempo, sólo estaban en la mente retorcida de ese “profeta” manipulador, desvergonzado e inmundo al que, gracias a Dios, se lo tragó la historia, digo, el mismísimo tibor del proletariado.
La riqueza no puede repartirse a todos por igual porque sencillamente no alcanza, y no soy economista, pero es puro sentido común, lo otro es cuento y bobería para justificar la improductividad, la negligencia, la corrupción y el “unipartidismo”.
La realidad “más real” es que el socialismo es el único sistema que permite hacerse ricos a quienes gobiernan, los hace dueños de las industrias, los recursos naturales, los espacios habitables y hasta del rincón de soñar, ese único sitio que tenemos los seres cubanos para rumiar la soledad y la tristeza.
La democracia te vigila y te juzga, por lo cual es muy difícil inventar, pero en el socialismo no, aquí el control está en manos de una cúpula y estos disponen a diestra y siniestra sin tener que rendir cuentas a nadie, sin que el pueblo pueda señalar o ejercer la más mínima crítica o inconformidad sobre los problemas cotidianos que muchas veces son de fácil solución.
Otros tiranillos latinoamericanos se han sumado a la fórmula del “pan con guayaba” del castrismo, unos con más suerte que otros, pero esta es historia para otro momento, la de ahora es esta, la que nos duele a los cubanos, la que no queremos ni podemos seguir soportando porque Cuba no es un feudo ni nosotros ciervos, Cuba tiene que ser PATRIA linda y bonita, con prosperidad para todos y nosotros, simplemente, ser ciudadanos libres, pensantes, protagonistas y un pueblo como Dios manda.
Ricardo Santiago.