La supervivencia de la nación cubana, la permanencia de sus auténticos valores culturales, el rescate de las genuinas enseñanzas de nuestros Padres Fundadores y el real respeto a la memoria de nuestros mambises, dependen hoy de la capacidad que tengamos los cubanos de querer una Cuba verdaderamente libre, democrática, que nos incluya a todos con independencia de nuestras creencias y que esté por encima de cualquier egoísmo, intereses creados, intrigas politiqueras, panes con guayabas y mezquindades personales.
La peor prostitución que puede ejercer un ser humano es la prostitución del espíritu, del carácter, de la verdad y la del corazón. Un corazón prostituido puede incitar a la lengua, a las débiles y malas lenguas, a decir los más grandes disparates como por ejemplo: “yo soy fidel”.
Mientras eso pase Cuba nunca será libre, mientras nos empeñemos en mantener cualquier vestigio de la mal sanidad castrista en nuestro comportamiento, mientras seamos el vehículo de transmisión de ese veneno existencial y mientras transportemos como “voluntarios” esa carga pesada, que se manifiesta en los egoísmos, los odios, las intolerancias, los desprecios, las intransigencias, los canibalismos ideológicos, las griterías, las chusmerías y la mala educación, la muy mala educación, que muchas veces domina nuestra actitud sin ton ni son, nunca podremos decir PATRIA Y VIDA, EVOLUCIONAREMOS.
Porque se puede decir malas palabras y además ser una persona educada, muy educada, no existe contradicción, todo pasa por el lugar y el momento adecuado donde se digan. El “grito” desesperado como consecuencia de recibir un martillazo en un dedo nada tiene que ver con la vulgaridad, la grosería y la indecencia del castrismo, por poner otro ejemplo.
El castro-comunismo convirtió a un pueblo decente, bien educado y de mucho civismo en una tribu bárbara, bocona, hostil, inútil y sanguinaria capaz de anteponer la violencia a la vergüenza , el escándalo a la razón y el hazmerreir al respeto por tal de hacer prevalecer una mentira que no se sostiene ni con el más “sofisticado” de los apuntalamientos habaneros.
Los castristas han convertido a una buena parte del pueblo cubano en caníbales ideológicos devoradores hasta de los más mínimos suspiros de la democracia. A fuerza de “lavativas” los han transformado en “guerreros” subnormales entrenados para vocinglear la prepotencia, la descompostura y la cobardía del socialismo. No admiten que el mundo contemporáneo coexista en diversidad y se desgastan en mantener las más burdas dentelladas de la guerra fría y las criminales amenazas de coheticos y cohetones para mantener el “revoltillo” frío y la “mermelada” caliente.
El mundo entero fue testigo del desembarco de las hordas bárbaras del castrismo en la Cumbre de Lima, Perú, intentando aplicar a las democracias americanas lo mismo que le han impuesto al pueblo cubano, al noble pueblo de Cuba, por casi 60 años, un tiempo tristemente enorme en el que una minoría de energúmenos militantes se ha hecho pasar por “pueblo” cuando en realidad no son otra cosa que las huestes del imperialismo castrista entrenadas para ofender, agredir y maltratar.
El verdadero cubano está muy alejado de esas impertinencias, virulencias e infecciones espirituales. El cubano autentico solo quiere paz, diálogo y libertad para construir un país de progreso y de bienestar donde todos seamos bienvenidos, capaces de aportar, sumar, multiplicar y no de restar esfuerzos en el rescate y la reconstrucción de un país devastado por la barbarie que significan el sistema socialista y una feroz dictadura, como la que nos impuso el empedrado monstruo de fidel castro, y que lleva la mar de tiempo asfixiando a todo un país y a su pueblo.
Aunque dice mi amiga la cínica que la verdad es putísima y siempre terminará imponiéndose a cualquier artilugio que intenten esgrimir esos prostibuleros mentales del fidel seguro a los yanquis dales…
Yo digo que los cubanos debemos y tenemos que renunciar a los epítetos que el mundo nos ha puesto. Una nación que se precie se funda sobre la base del respeto nacional y es ahí donde, quienes hoy queremos librar a Cuba de todo vestigio de castrismo, debemos ser exigentes y acabar de entender que el primer escalón para “subir al cielo” es no parecernos en nada a esos bárbaros y a su barbarie.
La Cuba que queremos y necesitamos no se “consigue” gratis ni nos la traerá una cigüeña desde Paris, la Cuba que amamos, la de nuestros padres y abuelos, esa que nos ha servido para demostrar la cochinada castrista, hemos de reconstruirla empezando por cada uno de nosotros.
Ricardo Santiago.
Demegogia barata cargada de resentimientos y odios, aludir a que otros tiempos pasados fueron mejores es ser cateto y aplicar la moral sucial como excusas de cambio ya es el topé del empecinado.. Os dejo con vuestro discurso barato..!!