Usted sólo deje volar su imaginación, sus recuerdos, sus dolores y agarre bien fuerte su dignidad y su vergüenza.
Si Usted es un fan-fan-fan de la dictadura castrista, es decir, un lame botas, un sicario ideológico, un comunista de perchero, un oportunista, un quítate tú pa’ ponerme yo, un envidioso social, un mediocre improductivo o un aspirante a “torbellino del infierno” entonces la tiene fácil porque nada más tiene que decir que los servicios sanitarios (la salud) son gratis, la instrucción pública regalada, la canasta básica subvencionada, las oportunidades iguales para todos, el medio de la calle es una peseta, la revolución es chiquita pero picosa, ¡cómo te extraño comandante! y yo soy Fidel. Puede agregar otras mierdas pero en esencia este es el discurso maniqueo y cansino de la tropa de vikingos tropicales o luchadores por la independencia de la dependencia de: “arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan…”. ¿Eso seremos los cubanos bajo esa cruel dictadura?
A cada cual según su capacidad, a cada cual según su descaro, su propensión a mentir, su borrachera panfletaria, su ceguera vengativa o su odio de clases a la una, a las dos y a las tres…
Fidel Castro ideó el castro-comunismo en Cuba, lo masificó a la cañona y puso, sin ningún tipo de consideraciones o reparo, a sus seguidores y a casi todo un pueblo a decir diariamente el lema, saludar la bandera a mano cambiada y cantar el Himno Nacional con desafinaciones tipo dictadura del proletariado. Así de simple.
No les dio ni les ha dado a los cubanos, durante 58 años, otra opción que no sea pico y pala, pico y pala, pico y pala, o en su defecto la hoz y el martillo, sólo que descubrió, o no sé si alguien se lo dijo, es lo más seguro, que en Cuba no crece el trigo, que él mismo se encargó de acabar, de hundir, de destrozar los planes arroceros cubanos y que la hoz podía metérsela en el fondillo con cabo y todo.
Eso es revolución con minúsculas y que la defiendan quienes quieran, cada pajarito con sus plumas.
Quienes no comulgamos con la dictadura castrista, quienes no creemos el cuento de: “un poquito más pa’lante está el paraíso, así que más sacrificio y más sacrificio…”, entonces la tenemos más difícil pues no nos tragamos, o no nos atragantamos, con la “bondad de la dictadura del proletariado” o simplemente aprendimos que el socialismo y el comunismo son puro cuento para justificar el robo, el enriquecimiento y la desvergüenza de unos pocos en el poder.
Para saber o entender qué significan el engendro, la manipulación o la desgracia castrista primero que todo hay que haberlo vivido. No se puede hablar de los horrores de un sistema, de una tiranía, ni de una dictadura sin haber experimentado en carne propia “la vida que nos tocó vivir” o la libreta de control de productos alimenticios (libreta de abastecimiento) por sólo citar un ejemplo.
Los cubanos hemos vivido el racionamiento más cruel y más eterno que ha soportado un pueblo en toda la historia de la humanidad. Nos pusieron a pedir el ultimo el 1 de Enero de 1959 y no nos han dado ni un minuto de tregua durante casi 60 años, hemos tenido que vivir con el susto de que todo se va a acabar y que el hambre y la miseria colectiva son la única producción visible del socialismo y el bochornoso cuento de ser dictadores como proletarios.
No aceptar la dinastía castrista es una actitud que casi siempre termina en doloroso exilio.
Para definir la maldad del castro-comunismo, y no pecar de “mercenarios del imperio”, sólo hay que mostrar la vida de los cubanos en sus calles, en sus casas, en sus realidades, en sus verdades y en sus vidas, no existe mayor verdad que la que te entra por los ojos en forma de espanto, dolor, desesperanza y tristeza.