Ya yo lo digo, y lo hago muy en serio, lo del castrismo es un surrealismo bodeguero sin costuras y sin fondo que se le escapó al mismísimo diablo. Un disparate insular que raya en una absurda, grosera y “metafísica” mariconada contra un país y un pueblo que, por los últimos 60 años de su existencia, ha visto pasar más, pero muchísimos más cañones, fusiles, metralletas y pistolas que sanguisis de jamón y queso y batidos de chocolate malteado.
Ahora esos desgraciaos se bajan con la “militarista” noticia de que han adquirido 50 millones de dólares, fíjense bien, 50 millones de morocotas constantes y sonantes, na’, un “pellizquito” a los rusos, para engrosar el inmenso arsenal armamentístico de un país que el único enemigo que tiene, que quien único lo ataca de una punta a la otra, que quien lo ha podrido hasta que la muerte nos separe, es esa criminal cúpula de esbirros, asesinos y ladrones que se ha instalado vitaliciamente en el poder y nos tiene a todos con tres varas de hambre pero, supuestamente, listos para la guerra de todo el pueblo.
A mí no me jode nadie, esa es otra estafa del castrismo.
¿Cuántas latas de leche condensada se pueden comprar con 50 millones de dólares?
Aunque, en la vida real, tengo la impresión de que eso es un tupe, un “business” entre mafiosos para repartirse la plata del erario público nacional, porque a estas alturas bajarse con el cuento de que tenemos que armarnos hasta los dientes porque los vikingos nos quieren depredar no se lo cree ni la madre que parió a díaz canel, a todos los castro de acá o del más allá y a cualquiera que haya tenido que ver con esa maniguiti idea de que tenemos que prepararnos pa’ estar “cuqui” ante otra “toma” de La Habana por los ingleses.
¿Cuántas latas de carne se pueden comprar con 50 millones de dólares?
Porque, compañeros, a Cuba nadie la quiere invadir, atacar, desembarcar en sus playas para tirarle hollejos de naranjas en la arena. A Cuba el mundo la mira de medio lado con pena, asombro, lástima y estupor tratando de entender cómo es posible que un país y un pueblo puedan subsistir, sobrevivir y someterse a tanta locura “gubernamental”, a esa “democracia de partido único”, a un experimento barroco en pleno siglo XXI, a los intereses feudales de un clan familiar sin pudor y sin escrúpulos, al absurdo desmedido de un sistema social que solo provoca miseria, hambre y necesidad, a los caprichos de un tirano titiritero y a la tozudez desmedida de una dictadura que frena, corrompe, involuciona, estigmatiza y coarta el desarrollo, el progreso y la vida de quienes le pasen por delante.
¿Cuánta harina de trigo se puede comprar con 50 millones de dólares?
Aunque a nosotros los cubanos nada nos debe sorprender de esos malditos hijos de puta. Si sumamos los miles de miles de millones que la revolución del picadillo se ha gastado, desde el mismísimo 1 de Enero de 1959, en cohetes, polvorines y “polvorones”, con el cuento de que nos iban a tirar la bomba atómica, seriamos el único país del mundo donde cada uno de sus ciudadanos tendría su cohetico particular “parqueado” en el patio de su casa y podría ir a la Luna cada vez que le diera la gana.
¿Cuántas toneladas de leche en polvo para los niños y los ancianos cubanos se pueden comprar con 50 millones de dólares?
Por estos 60 larguísimos años el régimen castro-comunista ha hecho y deshecho en Cuba como le ha salido de sus diabólicas entrañas. A nadie rinde cuentas de los gastos que, como “gobierno”, realiza y el real uso, inversión, aplicación y destino de los cientos de miles de millones que entran al país por concepto de la industria turística, las misiones internacionalistas y las remesas que envían desde el exterior los cubanos para “salvar” a sus familiares.
¿Cuántas aspirinas se pueden comprar con 50 millones de dólares?
Por eso al castrismo tenemos que quitarle la careta, desmentirlo, ponerle constantemente el dedo, desacreditarlo y enjuiciarlo porque nada de lo que hagan esos tipejos es transparente o creíble, el único armamento que adquieren esos esbirros es “tecnología” para reprimir, torturar, sofocar y acallar los gritos de un pueblo que esta hastiado de tantos maltratos, tanta cárcel y tanta falta de futuro.
¿Cuánta esperanza se puede comprar con 50 millones de dólares?
Ricardo Santiago.