De esto se ha hablado mucho, se ha escrito muchísimo, se ha utilizado tanto y hasta se ha cantado tantísimo que, digo yo, los cubanos, los seres cubanos, perdimos la razón, la tenemos “bloqueada”, perdimos el rumbo, dejamos de ser serios, nos acostumbramos a no tomar leche con chocolate, nos quisimos cortar las venas pa’ ver que tenemos dentro y le vociferamos tanto al imperialismo yanqui que, por favor mi vida, apaga la luz pues si seguimos derrochando así, el Morro no podrá, por culpa del bloqueo, alumbrarnos el camino, digo, el trillo por donde debemos transitar todos los revolucionarios en busca de un futuro luminoso para la Patria.
Desde que yo nací a principio de los sesentas del siglo pasado, mejor dicho, desde que tuve sentido común, un poquito más adentrado en esa década, estoy oyendo la cantaleta del bloqueo pa’quí y el bloque pa’llá, es como el himno insigne de un pueblo que se quedó tras las murallas del desarrollo económico y al que todo el bien le fue negado por las “oscuras” fuerzas del más allá, del más acá y hasta del mismísimo centro donde se ponen los que no son de un bando ni del otro.
El caso es que a muchas generaciones de seres cubanos nos metieron, a la fuerza, con el cuento de formarnos para defender la Patria orgullosa, en trincheras ideológicas donde se comía lo que hubiera, se dormía e pedacitos y se cagaba de pie porque un comunista, un verdadero hijo de Marx, de Lenin y “sobrino” del che comandante, che guerrillero…, no se agacha, ni se dobla, para que el enemigo no le vea el c… y después empiece con el bonchecito de si lo tiene así o si lo tiene asao.
Lo que nunca nadie nos dijo fue que no había, ni nunca hubo, tal bloqueo, que esa “figura” coercitiva que nos impuso el gobierno americano no era tal, que en los anales del Congreso de los Estados Unidos no figuraba un bodrio ilegal como el que anunciaba la propaganda castro-comunista y si un Embargo Comercial como Dios manda, como sanciones justas a un “gobierno” demasiado nacionalista que se creyó con el derecho, y con el poder, de nacionalizar las propiedades de ciudadanos norteamericanos sin compensarles, sin retribuirles y sin respetar, en lo mas mínimo, las leyes del derecho internacional, las leyes humanas, las leyes divinas y las leyes del civismo, de la cordura y de la decencia.
Pero, como ya dije, a los cubanos nos hicieron creer otra cosa, dice mi amiga la cínica que el embargo comercial norteamericano le vino como anillo al dedo a fidel castro para justificar todas sus mariconadas, todos sus disparates, toda su soberbia y toda la mediocridad que emanaba, a borbotones, de su maldito cerebro.
Yo apoyo tamaña verdad de mi amiga la cínica y agrego que por culpa del “bloqueo” los cubanos dejamos de tomar leche después de los siete años, dejamos de comer todo el arroz con potaje que nos diera la gana, dejamos de dormir en un colchón calentito y cómodo, dejamos de caminar tranquilamente por las calles sin caernos en los baches de la desgracia y perdernos para siempre, dejamos de soñar, dejamos de ser inteligentes, dejamos de ser educados, dejamos de ser hombres y mujeres de bien y la Gallega tuvo que utilizar rojo aseptil para hacer sus durofríos de fresa.
¿Quién en Cuba no se comió alguna vez un “bloqueo” de esos? ¿Qué cubano no vio alguna vez un cartel culpando al “bloqueo” de sus desgracias? ¿Cuántas veces se justificó en Cuba lo mal hecho culpando al “bloqueo imperialista”? ¿Quién en realidad tiene la cara de bloque en Cuba? ¿Qué mierda es el bloqueo?
Después vino lo otro, lo peor, muchos, incluyendo intelectuales, artistas, científicos, raspadores de tubos, jugadores de bolita, militares, proxenetas y algún que otro bandido de la revolución del picadillo, creen y dicen que el bloqueo es cierto, que existe, que se puede tocar hasta con el ombligo, la nariz, la punta del pie y la vista hace fe, y usted los oye parloteando sobre el mal que nos hace como país, como revolución y como un pueblo que no tiene nada que comer, por lo que hay que luchar para que nos lo quiten, para que lo levanten y para…
Yo, de verdad, no sé qué se va a hacer esa revolución de los apagones sin su bloqueito genocida, sin su bloqueito anti-cubano y sin su bloqueito de los mil demonios.
Ricardo Santiago.