Yo quisiera hablar todo el tiempo de cosas bonitas, de la vida buena y de los amores que no se olvidan, de la amistad, de las risas tempraneras y de los buenos días dados con respeto, amor y sinceridad, del arroz con gris o con leche, de la natilla con canela, de los cuentos de relajo y de la brisa del mar con olor a mujer recién bañada porque la belleza, la gracia y la alegría son fundamentales.
Pero el castrismo me envenenó, nos envenenó a todos con su ideología, su maldad, su ferocidad y su intolerancia hasta el punto de convertirnos en seres pesimistas, “inapetentes” e infelices.
El castrismo es enemigo de la belleza y nos contagió con su enfermedad.
Para los castristas el mundo se simplifica en “la batalla de ideas”, la confrontación con el imperialismo, “salvar” a la Revolución comunista, sacrificio, austeridad y a “tengo una bolita que me sube y que me baja…”.
Los castro-comunistas sobrepusieron sus intereses ideológicos y su politiquería a algo tan sencillo, elemental y básico como la belleza en las cosas simples de la vida y en la vida misma de los cubanos.
Para Fidel Castro, con su mentalidad de “sacrificio”, el revolucionario debía ser un tipo austero, simple, defensor de la estética socialista y divorciado de la “fanfarrea capitalista” y las buenas presentaciones o los llamativos envases. Para los castristas las buenas presentaciones se simplificaron a la “mercancía a granel” y la bolsita de plástico en el bolsillo y en las carteras de los cubanos. Se empeñaron en privarnos del gusto y de la capacidad de preferir “por el sentido de los ojos”.
Fidel Castro dijo: “La publicidad, la diversidad de ofertas y la capacidad de elegir el producto que nos gusta son un rezago del capitalismo y enemigos de la Revolución comunista”. Por supuesto, sabía que condenaría a los cubanos al mono-producto, a la no elección, a la no oferta y al consumo de los alimentos como mismos eran sacados de los barcos, a granel y sin ningún tipo de condiciones higiénico sanitarias o estéticas.
¿Cuánto dinero se ahorró esa Revolución en dejar de ofrecer a los cubanos los alimentos bien envasados, protegidos del contagio con enfermedades y agradablemente presentados?
Para los dirigentes comunistas no importa. ¿Comprarán estos mal nacidos en los mismos establecimientos donde compra el resto del pueblo?
El castrismo es enemigo de la decencia y nos embaucó a todos con su prepotencia, su grandilocuencia y su irrespeto.
El veneno comunista también alcanzó la buena educación de los cubanos. La actitud cívica, el respeto ciudadano, las buenas relaciones humanas y el “pasa para que tomes un buchito de café”.
Los cubanos, contagiados por la gritería, la arrogancia y la falta de respeto castrista, perdimos la costumbre de hablar bajito, de escuchar a nuestro interlocutor, de aceptar la opinión ajena y sobre todo de la tolerancia, nuestra educación se fue al garete al ritmo de aquella conga de: Nixon no tiene madre porque lo parió una mona…
Cuba cambió la decencia, la elegancia y el decoro por la mala palabra, la chusmería y la chabacanería.
Es una vergüenza. Es doloroso. Es sufrible.
Fidel Castro envenenó a todos los cubanos con su politiquería.
La Revolución de Castro convirtió la vida en Cuba en una manifestación política, todo, absolutamente todo en nuestro país pasa por ser un hecho político.
Recuerdo que en Cuba, en el edificio donde yo vivía, cada cierto tiempo, se hacían reuniones del consejo de vecinos. Había una “dama”, militante del partido, oportunista como la madre que la parió que, ante cualquier situación o problema decía: “Hablen que el que no hable aquí es porque tiene cobardía política…”
¡Vaya a la mierda! Esta es a mi juicio la mejor descripción de este fenómeno en Cuba. La politiquería barata de la Revolución de Fidel Castro terminó por contagiar hasta las relaciones interpersonales, acabó por hastiarnos y hartarnos a los cubanos hasta el punto de aborrecer y detestar a un gobierno que sacrifica la belleza más elemental por intereses que sólo benefician a unos pocos.
Hola, me gustan mucho sus artículos y reflexiones acerca del daño causado a Cuba y al cubano por el sistema Castrista a lo largo de mas de medio siglo de mentiras y dictadura.
Pero en mi humilde opinión, ya el mal esta hecho, y mas que lamentación y reiteración histórica, hoy el pueblo cubano necesita soluciones, un proyecto real y tangible para el cambio, todos los que vivimos una vez en Cuba sabemos y sufrimos en carne propia toda la mierda, frustraciones e insatisfacción personal que nos acarreo el Castrismo a nuestras vidas.
Desafortunadamente el sistema esta diseñado para prevalecer, pisoteando todo derecho humano y constitucional y el pueblo no conoce otra cosa.
Cuba necesita proyectos viables, soluciones económicas que favorezcan directamente al pueblo y sobre todo despertar un sentimiento genuino de cambio en el cubano de a pie.
Mientras seguiremos escribiendo y lamentandonos de lo que hoy Cuba es, no como pudiera haber sido.
Cierto lo que dices, pero sí hay que contarlo aún, explicarlo. Tú lo comprendes, por lo que veo, pero hay muchos que aun no y hasta no lo creen. Además, aunque está escrito en pasado simple, sigue vigente, aun pasa, y seguirá si no lo seguimos contando, porque aun ese gobierno y sus seguidores siguen tergiversando la verdad y echándole la culpa a otros. Hay que hacer lo que dices, pero eato también, las dos cosas.