Los castristas piensan que siempre están en la cola del picadillo de soya, al resistero del sol, en el empuja-empuja para ser los primeros en llevarse esa bazofia para sus casas y, sin el más mínimo pudor, sin el menor atisbo de educación formal, ¡compañeros que aquí hay niños!, manifiestan donde quiera su indisciplina social, su chusmería, su histeria, su vulgaridad, su intolerancia y sus miedos al tuti-play, escudándose detrás de las peores bajezas humanas para hacer creer que son las víctimas en esta “bloqueada” vida que nos ha tocado vivir y no unos sádicos victimarios responsables directos del desastre que hoy viven Cuba y los cubanos.
Hasta quienes dicen fungir, aunque a mí me gusta más el término “fingir”, como diplomáticos de ese régimen totalitario y dictatorial se “despeinan” enseguida que les mencionan la más pequeña verdad sobre los crímenes de esa maldita tiranía, se alebrestan con temblores de pantorrillas militantes y actúan como si tuvieran un resorte revolucionario, made in China, metido en el c… que les recuerda que “aquí el que no salte es yanqui” y que si no “muestran una actitud combativa compañeros”, ¡combatividad fidelistas por siempre!, se les pueden acabar los viajecitos y los “fulitas” pa’ comprar bastante pacotilla”, en los Salvation Army, para llevar pa’ Cuba.
Pero esa es nuestra mayor desgracia, fidel castro, en su afán enfermizo por alcanzar renombre internacional, entendió que para lograr “tamaño” menester debía hacer lo que nadie en el mundo hacia, atacar a los Estados Unidos con una verborrea agresiva, insultante, fétida, desafiante, yo no tengo la culpita ni tampoco la culpona, calumniosa, irresponsable y militarista que le diera un lugar protagónico en el mundo mundial por fresco y atrevido.
Sin duda esa estrategia del “arráncame los moños” le funcionó a este mequetrefe y de qué manera. Muchos estadistas se dejaron “deslumbrar” por la osadía de este infeliz que, proveniente de una pequeña isla, pequeñísima isla, se atrevía a desafiar públicamente a la mayor potencia de la historia y que a su vez era, por muchas razones, el principal sostén económico del pueblo cubano.
Dice mi amiga la cínica que las reglas de protocolo dictan que aunque una persona esté hablando mierda hasta por los codos uno no debe reírsele en la cara, por lo que fidel castro confundió siempre respeto protocolar con aceptación cuando en realidad sus oyentes pensaban de él: “Con qué cuenta la cucaracha para ser tan bocona”.
Así, con el bonche y la jarana, este maldito creó un nuevo estilo de “diplomacia” y una “imagen” de Cuba y los cubanos que para nada tiene que ver con nuestras tradiciones culturales como pueblo, Patria y nación.
El cubano dejó de comunicarse cívicamente, correctamente y educadamente para proferir gritos y bravuconadas cuando no está de acuerdo con algo o con alguien. A los gritos de y llegó la policía, sí señor, y llegó la policía sí señor, es decir, la exasperación de la cordura, acompañamos la agresividad con todo tipo de faltas de respeto, descalificativos, ofensas personales y sus buenas, por qué no, mentadas de madre.
Pero, como dice el refrán, el niño hace más lo que ve hacer… y si el gran líder, la friturita de bacalao de Birán, le gritaba al imperialismo cualquier cantidad de porquerías por qué carajo yo no se lo voy a hacer a mi vecino que el muy hijo de perra está mirando a mi mujer, pone música hasta altas horas de la noche, deja su basura frente a la puerta de mi casa y ahora, para colmo, se quiere ir del país y eso si que no porque pim, pom fuera, abajo la gusanera, que se vaya la escoria, fidel seguro… o mejor dicho, si desecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día…
Terrible pero cierto, y así surgió esta nueva Cuba y estos nuevísimos cubanos que hoy tenemos. Aunque a mí me gusta más decir que en realidad el castrismo dividió a Cuba en dos, es decir, en una nación y en un “barrio”, en el barrio engendró, crió y vomitó a este tipo de comensales del escándalo socialista y en la nación, en la autentica nación cubana, quedamos un importante grupo de cubanos que nos esforzamos por mantener la decencia y el civismo al más alto nivel como corresponde a los verdaderos patriotas y herederos de las enseñanzas de nuestros Padres Fundadores.
Por eso siempre digo que la mejor medicina contra el desespero, la verborrea agresiva y las faltas de respeto de los castristas es la educación formal, la ecuanimidad y la calma. Así empezaremos a derrotarlos.
Ricardo Santiago.