El hambre y la miseria en Cuba son el verdadero “patria o muerte” de los cubanos.



Y, es verdad, si usted se fija bien, la revolución del picadillo, ahora de los curieles, no es más que un discurso panfletario, mil veces repetido, durante más de sesenta y dos larguísimos años, repleto de palabras huecas, promesas vacías, cinturones apretados, amenazas y culpas ajenas.
Por eso a los castristas les encantan los carteles, las vallas, las pancartas, los letreros y el bla, bla, bla más que el carajo, les fascinan, mientras más grandes estos sean, y más absurdas las frases que reproduzcan, mejor para ellos, es la “savia vital” que corre por sus venas y le da sentido a su mal parida existencia.
Yo, con estos tipejos, tengo un problema muy serio porque han embotellado, enlatado y “encajado”, a la fuerza, la irracionalidad de la propaganda comunista en el alma de los seres cubanos.
Hasta cuando escriben en “feisbu” se les sale el letrerito panfletario, doctrinero, cansino, la vieja y la mala idea de su achicharrado líder que les marcó el cerebro por el resto de sus vidas.
La filosofía del comunismo se basa en redundar ideas y hacerlas creíbles hasta lograr que las masas coreen la mentira perfecta: Que si la fe en la victoria, que si la unidad del pueblo, que el invencible líder, me tocan los huevos, el imperialismo yanqui, la culpa es del bloqueo Irmita, más sacrificio Lazarito, qué pasa con la productividad Humbertico, nos atacan por aquí, se nos van por allá, no hay agua, se fue la luz…
La propaganda política para esos sujetos es imprescindible, tienen que empujarles sus ideas a los demás, como un purgante muy repugnante, porque sienten pánico que el pueblo le preste más atención al sufrimiento de la vida real, que a las burdas engañifas de la dictadura del proletariado, que al cuento de repartir las riquezas a partes iguales, que a la “ininteligible” explotación del hombre por el hombre, que a cada cual según su trabajo a cada cual según su capacidad y que los niños nacen para ser felices…, por eso solo pueden tomar leche hasta los siete años.
El comunismo nació de la idea de que “un fantasma recorre el mundo…”, y nada más cierto y verídico que esa sentencia, pasa que los ilustres inventores de esa irracional teoría nunca nos aclararon que el tal fantasma no era otra cosa que un espíritu sádico que daría pie al surgimiento de las más crueles dictaduras del Siglo XX, del XXI y si seguimos dormidos del XXII y del XXIII.
En Cuba, antes de 1959, nadie quería ser comunista ni saber nada sobre esos teóricos de cafetines. La inteligencia natural del cubano marcó desde el principio a esos “pensadores de manuales” como unos facinerosos, unos muertos de hambre, unos agitadores, unos vagos, aprovechados, revoltosos, inconformes, envidiosos y oportunistas.
A muchos cubanos, a muchísimos, los asesinaron, los encarcelaron de por vida y de por muerte o les apagaron la existencia, porque no comulgaban con el comunismo y porque descubrieron las verdaderas intenciones de esas bestias manipuladoras, traidoras y arrastradas.
El 1 de Enero de 1959 empezó la fiesta de las consignas en Cuba. La publicidad del capitalismo dio paso a la propaganda marxista-leninista y a la reproducción a gran escala de las idioteces de fidel castro sin que nadie pudiera detenerlos.
Hoy por hoy, para desgracia de los seres cubanos, donde quiera que se mire en Cuba, encontraremos una valla, un cartel, una pizarrita o un “letrerito”, con alguna de las tantas estupideces que el abominable hombre de los potreros de Birán balbuceó durante sus arrebatos adrenalínicos de “patria o muerte”.
Nuestro Apóstol José Martí, el más lúcido pensador que ha dado la nación cubana, es a mi juicio el más ultrajado por ese frenesí politiquero de arengar con carteles al pueblo, el más retorcidamente mancillado porque, desde que le echaron la culpa por “idear” el asalto al Cuartel Moncada, hasta manipular una frase tan bella y tan sentida como: “Patria es humanidad”, esos sujetos no han parado de tergiversar su ideario para beneficio propio, demostrando que no tienen gandinga y que mucho menos sienten respeto por los próceres y por la inteligencia de los cubanos.
Hoy Cuba es una gran valla política, en eso también la ha convertido esa dictadura. El pueblo cubano respira “venceremos” por todas partes, hasta cuando va al baño a hacer sus necesidades, pero en la concreta, en el plato de comer vacío “hasta la mitad”, en la cuchara y el tenedor sin uso, en la vida que mal vivimos: mucha miseria, mucha represión, un hambre del carajo, una sed terrible, un calor que asfixia y una vergüenza que mata…
Ricardo Santiago.



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