El robo en Cuba está al tolete y nadie se pregunta porqué.

Nada ni nadie, absolutamente nada ni nadie, justifican que se tome lo ajeno, que se agarre lo que no es de uno, que robar libros no es robar, que se le haga maniguitis a lo del vecino o que ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón. Nada, nada lo justifica.

Pero en Cuba esta regla esencial de la decencia, del orden, del progreso y del comportamiento humano, y cubano, se fueron a bolina el mismísimo 1 de Enero de 1959 cuando un grupúsculo de criminales, asesinos y ladrones, se hicieron con el poder mediante la fuerza, institucionalizando de esa manera lo que sería a la larga la peor cogioca nacional, el más triste latrocinio jamás visto, en toda la historia de nuestra joven República cubana.

Ahora en Cuba, bueno, desde hace bastantes años, todo el mundo tiene que robar, todo el mundo trata de afanar algo del lugar donde trabaja para lograr, con su venta posterior en el mercado negro, algún que otro dividendo para paliar la miserable economía doméstica pues los salarios que paga esa revolución de los apagones no alcanzan ni para sustentar, siquiera, media vida decente pues la escasez de productos, el desabastecimiento y la existencia de un mercado exiguo, muy exiguo, han generado un aumento de los precios en los artículos de primera necesidad, en los alimentos básicos para no morirnos de hambre y han provocado, y es lo más desesperante, que en Cuba se viva hoy la principal crisis económica, la principal crisis social y la más horrible crisis humana de toda la historia mundial.

Los seres cubanos nos matamos entre nosotros para intentar conseguir hasta la mismísima miseria. Los cubanos salimos a la calle para tratar de encontrar algo con qué alimentar a nuestros hijos y lo hacemos, con un cuchillo en la boca, cual acto de piratería «revolucionaria», para lograr la victoria o morir en ese linchamiento llamado revolución cubana.

Dice mi amiga la cínica que en las últimas décadas se instauró en Cuba, de forma silenciosa, agazapada y traicionera, pues la mayoría ni nos dimos cuenta, otra forma de degeneración sostenida de la especie humana.

La idea de esa maldita dictadura fue la creación de una “economía” de subsistencia donde los cubanos, para sobrevivir, teníamos que arañar constantemente la realidad del mundo circundante y así tratar de obtener algo que llevarnos a la boca, algo con qué tapar los huecos de los techos de nuestras desvencijadas casas o algo, lo más elemental siquiera, con qué limpiarnos el culo.

Lo más funesto de todo esto es que muchos, muchísimos compatriotas, aun no han encontrado cómo salir de ese agujero negro, nunca antes mejor dicho, creado por ese socialismo de alcantarillas y caen como guerreros desahuciados en desigual batalla contra la maldad, contra la mediocridad y contra la “bondad” de esa revolución socialista.

Por eso la gente roba y en Cuba la delincuencia, los criminales y los ladrones, están desatados, campean por su respeto y sobrepasan con éxito las mentiras de los programas policiales exhibidos en la televisión castrista.

No se justifica tamaña debacle nacional pero tiene lógica, tiene sentido pues una sociedad, que transita por una crisis de valores tan extrema, encuentra en delinquir la mejor forma de “empuje”.

Pero en Cuba los principales delincuentes no son los que rapiñan en las calles a sus propios compatriotas o se meten en una casa para llevarse la poca mierda que ha logrado reunir esta o aquella familia, no, en Cuba los mayores depredadores son los miembros de esa criminal dictadura, son los jerarcas del partido comunista y son la casta de los castro.

Y para demostrar esto voy a poner dos ejemplos: el primero es que los “explotes” más grandes de corrupción en nuestro país siempre han estado protagonizados por los principales funcionarios, ministros, generales y gerentes, de esa mal llamada revolución de los humildes. Existen miles de ejemplos de estos burócratas chupatintas que han desfalcado miserablemente el erario público nacional y segunda, y considero que es la más criminal, cómo desde las altas esferas, es decir, desde la cúpula dictatorial, se roban a diestra y siniestra las donaciones, las prestaciones y las subvenciones que son entregadas a Cuba, cada año, por parte de otros gobiernos, fundaciones y entidades privadas, para el desarrollo de nuestra agricultura, de nuestra industria, de nuestras investigaciones científicas y de nuestras mejoras sociales.

Continuará…

Ricardo Santiago.

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