fidel castro, un tirano HP, con ínfulas de comandante en jefe, postrado en el tibor de una revolución.



Ahora que estamos cerca, de la fecha más sangrienta en la historia de Cuba, se me ocurren algunas ideas que quisiera retomar para no dejar que pase, entre las mentiras y las tergiversaciones de la propaganda castro-comunista, la verdad sobre un hecho que, si la mayoría de los cubanos tuviéramos conciencia cívica, decoro y algo de patriotismo, declararíamos el mes de Julio luto eterno por la vileza, la cobardía y la traición con la que fidel castro, y sus cómplices, golpearon miserablemente nuestra historia nacional.
Este hombre en realidad fue un bicho malo en vida y también en muerte, un grano en el c… para el desarrollo, el progreso y la prosperidad de una nación y su pueblo a quienes, en poquísimos años de destructivos, absolutos y totalitarios sobre excesos de poder, convirtió en una sombra marchita, lúgubre e inmunda nunca antes vista en la historia de la humanidad.
Porque, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, Cuba dejó de ser un país, el 1 de Enero de 1959, para convertirse en algo muy extraño, bien difícil de catalogar, de entender y de valorar pues, tras más de 60 años de sufrir el más involutivo de los desastres, llamado castro-socialismo, agoniza, se muere, se pudre, se hunde pero, lo creamos o no, aun así, vagan por sus ruinosas calles, entre los escombros, sorteando los pestilentes basureros, saltando para no pisar mierda ajena, con los ojos perdidos de tanto llorar, sufrir y con enormes huecos estomacales por los excesos de corrosivos jugos gástricos trabajando al vacío, un montón de almas en pena rumiando un profundo arrepentimiento por haber apoyado, enajenados por el “alcoholifan” patriotero, las rabietas proletarias y la comemierdería de fidel esta es tu casa, a un engendro anti-social que se construyó a sí mismo con gritos de paredón, paredón, paredón, pin, pon, fuera…, abajo el imperialismo yanqui y muchos viva la revolución que, con el mulo y el disimulo, les costó la vida a cientos de miles, es más, a millones de seres cubanos.
Y todo eso empezó un 26 de Julio de 1953 con uno de los actos terroristas más sonados en la historia de este continente, el ataque a un cuartel militar que dejó varios muertos, muchísimos heridos y la maquiavélica existencia de un ser maligno en nuestra historia nacional que no se detendría hasta apoderarse de Cuba y convertirnos a todos los cubanos en los chivos expiatorios de sus traumas, sus complejos, sus limitaciones y sus delirios de grandeza.
Aunque, para desgracia nuestra, algunos teóricos dicen que el cáncer castrista infestó a Cuba mucho antes de lo del Cuartel Moncada, que en realidad nos mordió cuando a fidel castro le entró la picazón por la politiquería y dejó de ser un simple pandillero estudiantil para simular ser un personajillo con ambiciones presidenciales.
Pasa que al tipo nadie lo quería ni lo soportaba, lo calaron desde el principio y en todas partes, es decir, en todos los partidos políticos de la época, lo rechazaron por traidor, cobarde, embelequero y enredador, al punto que no le quedó más remedio que inventarse “su propia guerra” y, secundado por un grupo de incautos, bandidos y sub-normales, ideó y mal ejecutó lo que más tarde pasaría a ser el acto delincuencial que cambiaría a Cuba para siempre.
Mucho se ha hablado y escrito, incluso por los protagonistas de aquel lamentable suceso, sobre la participación real de fidel castro en la asonada. Yo siempre he dicho que es una pena que el pueblo cubano de allá no tenga acceso directo a estos materiales audiovisuales y a los textos sobre los sucesos del Moncada y la exacta participación del sátrapa en los mismos.
Dicen que aquello fue un desastre militar, estratégico y moral, que fidel castro nunca apareció, ni un escopetazo tiró, que estuvo todo el tiempo escondido, abandonó a sus hombres y que salió huyendo como lo que era, una rata vil y cobarde.
La historia posterior, la que escribieron los comunistas después de 1959, tergiversó descomunalmente este hecho al punto de satanizar la respuesta del ejército de Batista y presentarnos esta asquerosa cobardía castrista como el acto de patriotismo que bla, bla, bla…
Pero, la única verdad, es que aquí fue cuando empezaron a soplar los vientos de nuestras desgracias. El azar y las componendas políticas hicieron que este infame sujeto saliera impune de tamaña mariconada y el resto, bueno, el resto, seis años después, ya todos los cubanos lo conocemos bien pues lo estamos cargando, desde hace más de 60 larguísimos años, como una cruz sobre los hombros, la vergüenza y la memoria.
Ricardo Santiago.



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