¡Pero qué cambolo tan desagradable coñoooooo…, mal rayo lo parta!
La historia es la única que no perdona, la podrán manipular un poquito o un “pocón”, agregarle tres o cuatro “disparates revolucionarios”, vestirla de seda como a Jacinta, servirla como brebaje para olvidadizos y al final esta “ciencia” maravillosa siempre impone sus verdades, sus recuerdos apasionados y la grandeza o la vileza de los hombres y las mujeres que la vivieron, la sufrieron o la gozaron.
La historia cuando está escrita por los pueblos nunca dice mentiras.
Los cubanos necesitamos con urgencia una nueva y verdadera Historia de Cuba. Estos tiempos de definiciones no pueden seguir esperando por las calendas griegas (que por cierto eran romanas), no podemos permitir que se siga magnificando al hombre y a la dictadura familiar que más ha denigrado, humillado, robado y chantajeado al pueblo de Cuba.
Dos preguntas por pura curiosidad: ¿Alguien pudiera decir a cuántos cubanos “asesinó” Batista antes del terrorista asalto al Cuartel Moncada organizado por Fidel Castro? ¿Podría alguien aclararme si Batista, antes de la aparición de Fidel Castro, era un dictador asesino?
Fidel Castro provocó, con su guerrita de “medio palo”, con la creación del movimiento (…ahí viene Lola con su movimiento…) 26 de Julio, los sabotajes, atentados, quema de propiedades ajenas, subversión del orden público, alzamiento con armas en la Sierra Maestra, entre otros muchos desmanes, la mayor violencia sufrida por los cubanos en toda su historia (generada por ambos bandos en el “conflicto”).
Dicen, a mi no me crean, aunque la lógica se impone, que el juicio que le hicieron a Castro por el ataque al Moncada estuvo amañado pues es bien sabido la cercanía del padre de su primera esposa con el General Batista. Todo el mundo conocía de antemano que le iban a perdonar la vida a él y a sus secuaces, así que el fulano sólo balbuceó dos o tres palabras en su defensa y que el “famoso” alegato “La Historia me absolverá”, que dicen leyó en el juicio, fue puro cuentos y pamplinas, nos la vendieron a los cubanos bien barata y nos la pusieron a recitar como poesía revolucionaria en los actos patrióticos, en las fechas solemnes o cada vez que se moría un “tío”.
¡Pero qué clase de hijo de puta y tramposo fue este sinvergüenza!
Fíjense si Batista era malo, cruel y criminal, como dicen los comunistas, que al terrorista en Jefe sólo le dieron unos años de presidio y como todo el mundo sabe, al poquitísimo tiempo de estar preso, lo “tocaron” con una buena amnistía general.
¡Pero qué clase de descara’o era este Fidel Castro!
Dicen que vivía en el “Presidio Modelo” de Isla de Pinos como el “Marqués de Barrabás”, si, el del Gato con Botas, rodeado de todos sus “amiguitos” pendencieros y que hasta comía a la carta y al telegrama: ¿Podrán decir lo mismo los miles y miles de presos políticos que han pasado o están ahora mismo en cárceles castristas, donde muchos hasta han muerto o han sido asesinados?
Y se me ocurren otras preguntas: ¿Qué le habría pasado a un grupo de cubanos si, posterior a 1959, hubieran asaltado violentamente una Unidad Militar, una Estación de la Policía o las entidades de la siniestra Seguridad del Estado de la dictadura castro-comunista y como resultado murieran personas? ¿Fidel Castro les habría perdonado la vida? ¿Hubieran tenido el mismo tratamiento en prisión que Fidelito Fidelón antes eras comunista y ahora eres…?
¡Hum…!
En la vida real hay que reconocer que Fidel Castro era un tipo único en su especie, ese cartelito no hay quien se lo quite, de verdad que no, no creo que exista otro ser tan desfachatado, malévolo, cínico (con perdón de mi amiga), estrujado, cangrejero, cochino, padre de “pasta e’ diente”, manipulador e hijo de mala madre en todo este universo, el otro y tres más pa’llá.
Como he dicho otras veces la historia no absuelve a nadie, no es su papel, así que esa fue otra manipulación del fulano este, la historia juzga los sucesos, los acontecimientos y la actitud de los hombres en un espacio y en un tiempo determinados, lo siento por los castro-comunistas y sus perros fandangueros de a tres por uno, pero seguirán por los siglos de los siglos esperando por el “milagro” historiador para que absuelva a su amo: ¡Qué lástima me dan!